¡Hola a todo el mundo!
Pues ya ha llegado el tiempo
digamos regulero, al menos de momento. A falta de que empiece a helar, caiga
nieve de manera seria en las montañas, las primeras escaramuzas invernales ya
se han producido, que esto es León, podríamos decir que la temporada
otoño-invierno de la bicicleta ya ha empezado. Estoy seguro de que aún llegará
algún día potable, pero haceros a la idea de que los días interminables de sol
y bici van a tener que esperar al año que viene.
También tiene su encanto este
clima, las cosas como son y, además, los grandes días del verano que viene en
los que subimos puertos como verdaderos demonios se preparan en invierno, que
no se os olvide.
También podemos pensar en otras
cosas del ciclismo. En mi caso, son muchas las cosas que se me están pasando
por la cabeza, que van desde cambiar la longitud de la potencia y ponerla de 80
milímetros e incluso la longitud de bielas y ponerlas de 172’5, pero esto no
dejan de ser mis pequeñas idas de olla.
Algo que me parece interesante y
que también me ronda por la sesera es un tema muy recurrente siempre que
termina la temporada profesional. Como una de las últimas citas del año es el
mundial de ciclismo, prueba en la que no está permitido el uso del pinganillo, siempre
sale a debate que si está bien el uso de éste o no.
Es un debate en el que siempre se
pone el acento en que su uso está muy bien de cara a la seguridad, como
intentando desactivar a los que como yo creemos que el pinganillo está acabando
con la emoción en el ciclismo. ¡Uy!, vaya. Ya se me escapó decir que creo que
el pinganillo es una castaña. Pero lo creo desde hace más de diez años, ¡maldita
sea!
La manera que tiene de anestesiar
las carreras es tal que la prueba de que su uso no mola la tenemos cada año en
el mundial. Carreras locas, ciclistas que no saben muy bien qué hacer, dudas en
los pelotones, falta de referencias exactas. ¡Es una delicia ver esas carreras
absolutamente descontroladas!
El pinganillo como herramienta
para informar a los ciclistas acerca de temas de seguridad creo que sería bueno,
es más, me parece lo lógico, pero de ahí a que desde un coche en el que está
viendo el director la carrera por TV, sabiendo cómo vienen por detrás, cómo
están por delante, etc, me parece una adulteración de la competición absoluta.
Por ejemplo, y mira que yo no soy
futbolero, sería como informar por un pinganillo a un extremo, de que el
lateral de su banda está cansadísimo, cojeando y fuera de posición, para aprovechar
esta situación, por ejemplo. Otro caso paradigmático se dio en la Fórmula 1 cuando
se prohibieron las estrategias de equipo por radio en aras del espectáculo. Si
ya lo hicieron en los coches, ¿por qué no hacerlo en las bicis?
¿Os imagináis una etapa, ya no de
alta montaña, si no de media, con pequeños grupitos dispersos a lo largo del
recorrido, porque un grupo de valientes ciclistas han querido dinamitar la
carrera, todo esto hablado en medio del pelotón, sin intervenir directores, y
con un líder sin saber qué hacer porque, además de dar pedales tiene que
dedicarse a hacer cálculos y pensar a ver cuál es la mejor estrategia? Sería un
espectáculo que no se ve en profesionales desde hace décadas. Por no hablar de
una etapa llana con abanicos, como la de Guadalajara de este año en La Vuelta.
Que el resultado hubiese sido diferente sin pinganillo creo que es evidente
(puede que incluso nunca hubiesen intentado hacer el indio los buenos chicos
del Movistar o que lo hubiesen hecho hasta las últimas consecuencias, quién
sabe)
Todo lo que sea que el ciclismo
gane en espectacularidad creo que debe de ser algo a tener en cuenta y sólo
espero que algún día, los profesionales vuelvan a salir a competir sin
instrucciones desde el coche y sin potenciómetro. A ver si hay suerte.
Y yo, mientras tanto, voy a
seguir haciendo mis cábalas a ver si con la potencia de 80 y las bielas de 172’5
salgo ganando. Voy a preguntarle al director por el pinganillo….ah, no, que no
tengo…que la decisión la tengo que tomar yo…vaya…
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