¡Hola a todo el mundo!
Día 29 de septiembre. Como
sábado que era, se trataba de la QDDA grande semanal de la
Grupeta Cicloturista León. Habíamos
acudido algunos valientes entre los que se encontraban Jorge, JR, César,
Manuel, Elías, Óscar, Luis, Sergio y yo.
Y digo valientes porque la ruta no iba a ser moco de pavo. Sería una de esas que se recuerdan mucho tiempo. Todos sabremos dentro de un año lo que pasó el día que hicimos la ruta de
Aralla por el pantano.
Más allá de la ruta, que es preciosa, subiríamos el
Puerto de Aralla por la vertiente norte, que es una subida de las que hacen afición. No es
Luz Ardiden, pero sus casi 8Km se hacen duros, más si cabe, si se sube con galgos como los que salimos este día.
Nada más comenzar la ruta, ya tuvimos la primera sorpresa. Esta fue muy agradable. Estaba en la salida Juan Pablo, miembro de otra grupeta amiga del
C.C. Bernesga, y que saldrían 30 minutos más tarde, pero él se había adelantado un poquito y rodaría con nosotros 5Km a modo de calentamiento. Por uno u otro medio, yo había tenido conversaciones con este superclase, pero no habíamos coincidido en persona hasta este sábado. ¡Ya te conozco Juan Pablo!
La segunda sorpresa del día, esta ya no muy agradable, era que soplaba el viento de cara, lo que suponía que haríamos como 70Km picando hacia arriba y con el aire "de geta". También había unas alarmantes nubes en la dirección en la que está Aralla que, combinándolo con la presencia de Elías, que es el aquagafe, suponía un peligro importante.
Pero comenzamos a rodar con la mejor de las intenciones, que era pasarlo bien...hasta que llegó la primera dificultad de la mañana.
La Hoja. Es una subida que no es muy dura y que se amolda perfectamente a mis características (subida tendida) pero que la odio como pocas. Además, como ya soplaba el viento, se me hizo mentalmente más pelota si cabe, así que, para que pasase cuanto antes, decidí ponerme a tirar del grupo con alegría. En resumen, que la lié parda y corté a gente, lo que me supuso algún que otro improperio, pero lo típico.
Una vez que entramos en calor, nos tocaba bajar el Cillerón hasta La Magdalena donde ya tomaríamos la carretera del Pantano de Luna (pantano medio seco, eso sí...) Aquí aprovechamos para tomar algo de comida ya que el día, como quien dice, acababa de empezar. Y fue aquí donde Luis pinchó. No me gustó que esto pasase tan pronto porque cuando alguien pincha,
comienzan a pasar cosas casi de manera matemática.
Pero seguimos rodando, con un viento ya fuerte, tras reparar el pinchazo. Nos quedaba poco para tomar el desvío hacia el puerto y el grupo se mantenía cohesionado. Salvo el terreno rompepiernas del pantano y las fuertes ráfagas de viento que cortaban el grupo alguna vez, pocas veces deshicimos la unidad.
Pero llegó el desvío del puerto y ya se veía a gente afilar el cuchillo. El primer kilómetro fue extraño. Nadie se decidía a aumentar el ritmo de manera significativa, pero llevábamos una marcheta alegre. Poco a poco, de manera imperceptible, el ritmo subía así como la dureza de Aralla, y se empezaban a formar grupos. Óscar, Manuel y Luis por delante, subiendo como máquinas. Jorge, JR y yo subiendo a buen ritmo, pero como bien dijo Jorge, jugamos en otra división que los primeros (menos JR, y ahora diré por qué). Un pelín por detrás de nosotros y subiendo de manera cerebral, estaba Sergio que nos atraparía, justo al coronar, a Jorge y a mí. César y Elías, que no pueden entrenar todo lo que les gustaría, por detrás (y creo que César, en cuanto se ponga en forma, nos lo va a hacer pagar a todos)
En cada grupúsculo no sé lo que pasó, pero conozco lo que ocurrió en el que iba yo. Y lo que ocurrió fue que JR nos permitió a Jorge y a mí estar con él. Me explico. Íbamos subiendo a un ritmo muy interesante, que nos permitió hablar un poco al principio pero que, a partir del tercer Km, nos hizo cerrar el pico, pero aguantábamos bien. No sé en qué momento ocurrió. Sólo recuerdo una curva de herradura. Pero sé que el ritmo subió y que me hizo sufrir. 400 metros de tortura hicieron que lo único que pudiese decir fuera: "que os den p-r el c--o". Momento en el cual, subí un piñón y bajé el ritmo.
Pensaba que era yo el que estaba flojo, pero al ver que Jorge se quedaba conmigo, descubrimos juntos que JR había permitido que nosotros estuviésemos con él ya que aceleró de tal forma que pronto enlazó con los galgos Luis, Manuel y Óscar. ¡Qué manera de subir! La Colnago le está dando un golpe de pedal que nos va a matar a todos.
Una vez que coronamos Jorge, Sergio y yo, nos tiramos para abajo por el asfalto recién puesto. Sí amigos. Aralla ha sido asfaltado, lo cual es una gran noticia ya que estaba al borde de ser un camino. Tras una parada en medio de la bajada para hacerle monerías a una vaca y ser juzgado por ello a manos de Jorge, ya que dijo de mí que estaba loco (grrrr) llegamos a Geras, donde tomamos un cafelito que nos supo a trabajo bien hecho.
Y como un pinchazo en una ruta avisa de más sucesos, lo que ocurrió es que Sergio partió un radio. Tuvimos suerte porque no se descentró demasiado la rueda y no tuvimos que hacer el número de la cabra para salir del marrón, así que ya encaramos la vuelta a casa por la carretera de Cuadros con el viento a favor, esto es, a muerte.
Ya cerca de León, y poco antes de llegar al punto final, nos lanzamos los típicos ataques para hacer un poco el canelo, pero lo pasamos tan bien haciéndolo...Además, ¡se nos da fenómeno!
Como veis, y como bien definió Óscar, tuvimos un gran día de bicicleta que pasará a los anales de la historia de la
Grupeta.
¡Un saludo a todos!