martes, 30 de abril de 2013

El hedonismo como modo de vida.

¡Hola a todo el mundo!

Y continuando con el tema de ayer, esas pequeñas satisfacciones que te da el deporte, hay alguna de ellas que se producen mientras estás sentado en el sofá, viendo cómo llueve en la calle.

Ayer, después de haber luchado contra mis demonios internos para poder salir un rato a entrena y haberme comido una ventolera en contra del tres y medio, finalmente llegué a casa y de satisfacción estaba muy bien. Lo normal para estos casos.

Pero es que hoy, queridos amigos. Es que hoy...¡Es que hoy! ¡HOY AMANECIÓ LLOVIENDO! Y no es que sea una buena noticia para lo que viene siendo salir en bici y tal, pero es que yo ya entrené los últimos tres días. Y hoy paso de mojarme y no me siento mal por ello. ¡Es genial!

Efectivamente es un pensamiento un poco retorcido y poco solidario de cara a los compañeros que no hayan podido salir últimamente, por lo que pido perdón, pero como dijo Chus, que lance la primera piedra aquella persona que no ha sentido esto alguna vez.

Y como podéis comprobar, quien no se consuela es porque no quiere, pero también podemos verlo desde este otro punto de vista. El deporte no hace más que dar satisfacciones personales a aquellas personas que lo practican. 

Pero lo que también nos da satisfacciones es disfrutar de otros placeres de la vida. Llamadme hedonista si os parece, pero yo vivo buscando la satisfacción personal, y para ello me sirvo del deporte, efectivamente, pero también de otras cosas, todas ellas legales, como tomarme unas cervezas de vez en cuando, trasnochar algún día que otro, jugar al baloncesto, escuchar música, etc.

Y veo como algo muy importante en la vida el ampliar las miras. No todo es deporte y entrenar al corte todo el rato, ni tampoco es todo tomar cervezas hasta reventar. Por eso amo el cicloturismo. Porque subo el Tourmalet dándolo todo y al llegar arriba, me tomo una pinta en la terraza del bar que hay en la cima.

Conclusión. La virtud está en el punto medio de las cosas. He dicho.

lunes, 29 de abril de 2013

Y como dije por la mañana...

¡Hola a todo el mundo!

Tras mis luchas internas, conseguí aguantar la incomodidad un momento y pude salir a rodar con la bici. Y no os penséis que fue fácil, porque cuando estás tirado en el sofá en el momento post-desayuno, no puedes imaginarte si hace viento o no. Pero una vez que sacas el brazo para testar la situación, piensas..."¿de verdad que tengo que salir?"

Pues la respuesta es que sí, dado que este año no creo que haya llegado a los 2000 km y mirad que estamos casi en mayo. Una vergüenza. Así que tengo que sumar kilómetros, ¡maldita sea! Y para recortar terreno en pro de igualar a los jamelgos de la Grupeta, últimamente busco terrenos difíciles de atravesar, esto es, que tengan subida.

Y hoy escogí el terreno rompepiernas por antonomasia. La carretera de Santander.Si a esto le sumamos que soplaba viento para mí y para el vecino, esto convirtió la primera parte de la ruta en un infierno. ¿Plato grande? Qué risa me entra. Ni en las bajadas lo pude meter. En una de ellas, por la que suelo ir a 55 km/h o así, hoy sólo pude llegar a los 30. 

Pero esto no me amedrentó gracias a mi paso por Corella, el lugar donde se inventó el viento. Allí me vi en alguna peor. Pero no quita para que fuese con mucha prudencia. Los que me conocéis en persona sabéis que no soy un peso pluma. Pues bien. Un par de rachas, hoy estuvieron a punto de llevarme al suelo. Así se las gastaba Eolo hoy a la mañana.

Mi idea era hacer entre 60 y 70 kilómetros, pero con estas circunstancias, no me apetecía demasiado. El desgaste no había estado del todo mal al llegar al kilómetro 22, esto es, en el desvía de Barrio de Nuestra Señora, así que aprovechando que la vuelta, por donde había venido, está plagada de repechos también, pues me quedaría un entrenamiento aceptable. De todas formas, un poco de autofoto no le hace daño a nadie creo yo...


Así que con las mismas, me di la vuelta. Lo primero con lo que me iba a encontrar era con una subida de unos 2'5 Km que el viento convertía en un paseo por el parque pero que aún así, tenía que trabajarla. Podría contaros la milonga de que me puse en bielas y tuve que culebrear como Pantani para llegar a la cima y tal, pero no fue así. Gracias al pestoso viento, se subía casi como en moto. Madre mía cómo soplaba.

Al final, la ruta que hice fue esta, mirad. Lo peor de todo fue enfrentarme al carril bici que transcurre por el Ayuntamiento de Villaquilambre, a su paso por la carretera de Santander. Ya le dediqué una entrada hace un tiempo. Se la he enviado al Ayuntamiento dos veces y sigo sin obtener respuesta, pero tranquilos. Hoy o mañana les volveré a enviar un mail.

Conclusión. Como dije por la mañana, satisfacción infinita.

Voy a aguantar el vértigo un poquito amiga.

¡Hola a todo el mundo!

Uno de los momentos más curiosos que puede vivir un cicloturista, es ese en el que te debates entre salir o no salir.

Por un lado, tienes claro que debes salir a rodar. Eso está claro. Es bueno para ti, te apasiona y todo lo evidente. Pero por otro lado está el "no salir a entrenar". Y este lado de la balanza es muy puñetero. Se inventa todo tipo de excusas para decantarla hacia su lado.

"Pues hace tiempo que no paso el polvo" o "la cosa es que tengo que hacer un montón de recados hoy" o "voy a hacer una entrada del blog", son sólo algunos ejemplos, pero existen infinidad de ellos.

Si consigues vencer todo este tipo de contratiempos y, finalmente, sales a entrenar, la satisfacción es infinita. Es mucho mayor que cuando tienes ganas de entrenar y, efectivamente, lo haces. Mi amiga Montse tiene mucho que decir acerca de esto, en un prodigioso post que me ha encantado.

Y es que muchas veces hay que obligarse, hay que, como dice Montse, aguantar la incomodidad un momento. Si lo conseguimos, seremos un poco más fuertes, tanto física como mentalmente.

Así que, sin más dilación, me voy a entrenar, porque no me apetece nada de nada, para qué engañaros...

viernes, 26 de abril de 2013

Hoy tocaba castigo y así fue.

¡Hola a todo el mundo!

Hoy por la tarde tocaba entreno. Pero no uno cualquiera. Hoy quería castigarme. No sabía muy bien qué ruta hacer, cosa muy habitual en mí, pero una cosa clara tenía. Había que subir.

Para ello no quedaba otra que tirar para el norte. El final, por unas cosas y otras, todos los caminos van a La Robla, no a Roma. Pero me apetecía variar algo. En lugar de ir por la carretera de Lorenzana, fui por la carretera de Asturias. Para los que no sean de la zona, vendría a ser la que conduce a Pajares.

Los primeros pensamientos que me surgieron iban dirigidos a todas aquellas personas que opinan que la subida de Pajares por León es poco menos que un paseo por el parque. Pues veréis. Efectivamente no es la vertiente asturiana, mucho más dura. Pero de León a La Robla por esta zona, y eso que luego quedarían unos 30 Km hasta el puerto, no paras de subir desde que sales de León ciudad. 

Es una carretera perfecta para entrenar fuerza porque en plato pequeño, que en realidad es lo que te pide el cuerpo, vas parado. Pero en plato grande, que es lo que al final llevas por puro orgullo, vas más rápido, sí, pero a costa de ir a 150 pulsaciones durante 25 kilómetros. Tiras y tiras del 52-25 como si no hubiese día de mañana. Pero como era lo previsto, pues sólo puedo decir que misión cumplida.

De segundo plato en el menú del entreno de castigo, decidí comerme la subidita de Olleros por el pueblo. Me gusta mucho, la verdad. Es de las que tienen varios kilómetros sin rampas salvajes, que es lo que a mí me abrasa. Lo mejor de todo fue disfrutar de esta zona con una temperatura muy agradable y solecito por doquier. Problema. Para el domingo dan nieve a 500 metros. Bienvenidos a León.

Tocaba refrigerar un poco en una fuente que hay casi al final de la subida. Ya tenía ganas de llegar a este punto porque me había quedado seco. Hacía tiempo que no me castigaba con la bici y se notaba. Lástima que mi nuevo amigo Gustavo no pudiese darme un poco de conversación...


Tras dejar atrás el territorio de mi nuevo amigo anfibio, ahora me dirigía al Cillerón. En alguna otra ocasión he comentado que es mi subida favorita de las cercanas a la ciudad. Paisaje precioso, subida más o menos larga sin ser puerto, buena carretera. 

Al fondo divisé un cicloturista y, como yo estaba encendido, decidí ir a su caza y captura. Cuando llegué a su altura me percaté de que el compañero quería compañía, así que bajé el pistón y terminé la subida con al a ritmo lento. No pasaba nada. Como, además, el nuevo compañero me iba a dejar las riendas de la ruta a mí al terminar de subir esto, pues apretaría algo más, que ya es llano.

Total. Me puse a tirar. Y os recuerdo que seguía encendido. Que cuando me enciendo me enciendo, ojo. Y efectivamente, cuando miré para atrás a comprobar si iba bien el compañero, me di cuenta de que estaba ya a 300 metros. Vamos, que le abrasé. Pero seguía encendido, no sé qué me pasaba, así que continué apretando.

Había que bajar la Hoja. Asco de sitio para bajar y para subir. Bajando es un peligro y subiendo con la grupeta o con los grupos así potentes yo me suelo descolgar, así que es un sitio que tengo cruzado de verdad.

Para finalizar el día, de camino a casa empecé a sentir unas sensaciones extrañas y conocidas. Menos mal que las percibí al llegar a casa. Sí. Como algunos de vosotros habréis adivinado, porque sois muy perspicaces, empecé a notar el sobrevolar de la pájara cerca de mí. Eso era síntoma de que me había castigado duramente...¡con lo que buen trabajo!

Al final, la ruta fue esta, pinchad aquí, a ver qué os parece. Os la recomiendo para cascaros un buen entreno y también disfrutar del panorama.

A ver si estos días puedo continuar haciendo kilómetros de éstos, encontrarme con ranas y asuntos de estos, pero me parece que nos vamos a encontrar con el invierno otra vez. Hasta el 40 de mayo....aguas mil.

martes, 23 de abril de 2013

Eran las siete y media de la tarde y tenía el ardor guerrero.

¡Hola a todo el mundo!

Eran las siete y media de la tarde y tenía el ardor guerrero. Era genial volverme a ver atrapado por el ansia viva. Cómo me vi envuelto en ella fue un proceso. Una maduración en lo más profundo de mi ser, aderezada por uno de mis enemigos íntimos. El viento. Recapitulemos por tanto.

A las cinco es la hora de salida de mi curro esta semana. Entre unas cosas y otras nunca marcho a esa hora, pero bueno. Llevaba mirando toda la mañana el cielo y comprobando siempre que podía las condiciones meteorológicas que me encontraría por la tarde. La decisión de rodar con la bicicleta era firme y estaba tomada, pero para mí, el clima es fundamental. "Se está poniendo frío" reburdié entre dientes en más de una ocasión.

Sin embargo, a eso de las 16:30 parecía que el sol se había impuesto de manera clara. Una ligera brisa no me supuso una advertencia lo suficientemente clara como para alarmarme. Daba igual. Quería empezar a acumular kilómetros. Estoy muy retrasado en este aspecto. Tengo buen fondo y me pongo muy rápidamente en forma, pero necesito kilometraje.

Según me acercaba a casa trataba de preparar una ruta. No tenía ni la más remota idea de hacia dónde dirigirme. "Tiro al Condado que me encanta todo aquello" "¡Si fuiste antes de ayer hombre!" Sí amigos. Estaba hablando solo, cosa que no dice nada positivo de mi salud mental, pero me daba lo mismo, nadie salvo yo mismo me escuchaba.

Una vez en casa, una rápida revisión de "La Americana" me dejaba dos cosas claras. 1) Tengo que cambiar la goma de atrás. 2) Necesita un poco de trapo. Por lo demás, está como un cañón de repetición. Ahora tocaba seleccionar la indumentaria. Esto no fue muy difícil ya que al ser un adorador del sol y muy friolero, tenía claro que culote largo, manguitos y dos maillots. Ya estaba a punto.

Entre ponte bien y estate quieto, comencé a pedalear a eso de las 18:30. Finalmente elegí ir a La Robla y una vez allá, decidiría. Los primeros metros dejaron clara una cosa. Sería un día duro. Había una presencia que detesto sobre todas las cosas. Viento. Viento fuerte. Viento fuerte del norte. Hasta La Robla me iba a dar "de jeta". 

Una vez que encaré la carretera de Carbajal, una de las opciones que te conducen hasta La Robla, quedó claro que iba a tener que pelear cada metro de carretera muchísimo. El viento hacía que en plato grande fueses muy incómodo y en plato pequeño muy despacio. ¿Qué hacer?

Los primeros kilómetros hasta Lorenzana opté por el plato grande. Mi estrategia habitual de llevar una cadencia alta hoy no servía. Necesitaba tirar de potencia. Las piernas, muy tenaces, comenzaron a funcionar muy bien. Entre 80 y 85 pedaladas por minuto y tirando de desarrollo. Pura fuerza. 

Pero esa pura fuerza seguía necesitándola ya que las rachas de viento no menguaban. Tocaba agarrarse abajo del manillar. Tenía que sacar al rodador que llevo adentro. Pero no era fácil. De repente me cruzo con Sara y veo que viene como un obús. "Taluego" "Epaa". Volvemos a cruzarnos sin conocernos. Bueno. Da igual. Algún día en alguna subida ella me hará sufrir de lo lindo y no querré volver a saber nada de ella. en fin.

Los minutos pasaban y no paraba de luchar por cada metro. Daba la sensación de que si dejaba de dar un solo pedal, me detendría inmediatamente. Pero en lugar de rendirme (esto no está dentro de mis planes en nada) o cambiar a plato pequeño, una extraña sensación empezó a extenderse por mi cuerpo. Una especie de fuerza que ya me ha entrado en otros muchos momentos pero que este año no había tenido el gusto de sentirla.

Eran las siete y media de la tarde y tenía el ardor guerrero. Era genial volverme a ver atrapado por el ansia viva

Conseguí llegar a La Robla, muy cansado después de llevar una hora de esfuerzo intenso. Era como haber subido un puerto. Puede que en un día normal me hubiese dado la vuelta, pero hoy no era un día normal. Estaba con ganas de guerra. Miré el desvío y lo vi claro. Próxima estación. Alto del Rabizo.

El Rabizo es una de esas subidas que me permiten subir como a mí me gusta. Marcando un ritmo desde abajo, y siempre sentado. Sin tener que ponerme en bielas, cosa que me corta el ritmo de respiración y de todo en general. Me puse a 17 km/h desde el comienzo, la parte más dura está por ahí, y me marqué el objetivo de no bajar de esa velocidad. Subía y subía y cumplía con el objetivo. Naturalmente que lo hacía. En ansia viva estaba dentro de mí y es una entidad muy poderosa cuando entra en un cuerpo.

Coroné y ahora quedaban unos 20 kilómetros que tenían dos características. La primera era la buena carretera. Buen arcén y mejor asfalto. La segunda era un tremendo viento a favor. El resultado de estos ingredientes eran 40 km/h de media. Bien acoplado, agarrado a la parte baja del manillar una vez más y motivado al ver la velocidad en el cuenta. Los momentos en los que un rodador supera los 50 km/h son especiales. Supongo que serán las mismas sensaciones que un flacucho tendrá cuando en las Cuevas de Valporquero mete plato grande y te da el estacazo.

Ya no me quedaba nada para llegar a casa y tenía que deshacerme del ardor guerrero. La mejor forma de hacerlo es esprintar en un tramo de carretera que pique hacia arriba, así que tocaba ponerse en bielas y darlo todo. Hasta donde aguantase la maquinaria.

Gran día el de hoy. A ver si mañana puedo también.

domingo, 21 de abril de 2013

Te dije que aparecerías y aquí estás.

¡Hola a todo el mundo!

Pues como os voy comentando últimamente, ahora me dedico a correr un montón. Saco a pasear a "La Americana" siempre que puedo, ojo. Que nadie se lleve a engaño. Esta semana que va a comenzar en breve amenazo con hacer unos cuantos kilómetros y espero que en compañía de esa peña.

¡Ay! Compañía. Sí amigos. Puede que parezca que en ocasiones estamos solos, pero cuando menos te lo esperas, la vida te da alguna sorpresa muy agradable.

Os voy a contar una pequeña historia. Resumiendo la introducción de la misma. He montado un bar y los colegas de la grupeta van a verme cada cierto tiempo. Lo cierto es que me hace mucha ilusión. Además, de una u otra forma, me mantienen conectado al mundo de la bici que, como decía al principio, tengo un poco abandonado por unas cosas y otras. Puede que esta situación se deba quizás a una falta de motivación, no me digáis por qué, pero hay veces que tengo esa sensación.

La cosa es que todo ésto conlleva que tenga también un poco dejado el blog que con tanto mimo he cuidado. Bueno bueno...¡Y CUIDO! Pero es evidente que no voy a entrada diaria como hasta ahora. Me da mucha rabia no hacerlo, pero antes que contaros cualquier chorrada, pues mejor no decir nada. Dueño de mis silencios y bla bla bla. Ya sabéis.

Y yendo al grano, el hecho de que gran parte del pelotón leonés se haya enterado de mi aventura emprendedora, hace que la barra de mi bar, muchas veces parezca la carretera de La Robla en un domingo con buen tiempo. Han pasado los más grandes. Todos los miembros de la Grupeta Cicloturista León sin excepción y además otros ilustres. El gran Juan Pablo, Juan Carlos Vega y señora, Jorge Arias y toda su gente, el Jamonero. Muchísimos compañeros de carretera que han pasado a verme y a mí me hace sentir genial. Hablamos de mil aventuras pasadas y futuras. Es genial.

Hoy, los compañeros grupeteros llegaron por la tarde después de hacerse una etapita muy maja. Fueron a Asturias a subir La Cubilla, Cobertoria y cosinas de esas. Casi nada para el cuerpo. Y los jamelgos que fueron eran de los pata negra del grupo. Llegaron, me dieron envidia y toda la parafernalia. La cosa es que Jorge, que es vecino, se acercó un rato después con unos amigos. Hasta ahí todo normal. Pero mientras estaba tomando un zumo de piña (¡mentira! se estaba tomando una caña el muy pájaro) coincidió con otros colegas.

Jorge y compañía se piraron, quedando el segundo grupo de amigos. Y aquí fue donde sucedió algo. Una de esas cosas que son geniales y te dan un chute de positivismo, buen rollo y capacidad para hacer lo que sea. 

(Se nota que estoy desentrenado de escribir porque anda que no he tardado en llegar hasta aquí, que es la idea central de todo...bufff)

Y lo que sucedió fue que una muy agradable chica se acercó a la barra. Entre los "me pones tal" "me cobras esto y aquello" "tengo unas tostas de jamón que os van a encantar" y "gran selección musical la tuya" surgió uno de esos momentos especiales. 

Yo tenía la cabeza en otra cosa pero Patricia, la chica en cuestión, me dijo que era seguidora del blog. Por un momento me quedé un poco desencajado. ¿Cómo podía ser?

Voy a hacer el inciso pertinente ahora mismo. Siempre me parece una pasada la gente que dedica una parte de su valioso tiempo a leer mis entradas. Es algo que no os podéis ni imaginar lo increíble que me parece. No me cansaré de deciros GRACIAS jamás. 

Tras unas primeras palabras con Patricia, tuve que decirle que estaba un poco perezoso con el blog últimamente. Su mirada y su suave "ya", fueron más que suficientes como para desear tener en ese momento el ordenador para comenzar a escribir. Además, la serenidad y naturalidad con las que describió en una sola frase mi blog me dejaron atónito. Esto era una pista evidente de que, efectivamente, me lee siempre que puede. Esto hizo que me muriese de la vergüenza por no escribir de manera habitual desde hace tiempo.

Ella lo había descubierto no hacía mucho y "estoy revisando las entradas de atrás". Al decirme esto, me sentí un poco aliviado. "Menos mal, no la he perdido" pensé de manera furtiva mientras intentaba idear una entrada digna que poder publicar.

Y en estas estoy. Van a dar las tres de la mañana, casi como decían los Burning, y tecleando y editando. Pero os voy a ser sincero. No me importa nada de nada. Pensar que esto lo vais a leer me da un subidón.

Y a ti Patricia, te voy a decir una cosa. Esa falta de motivación a la que hacía referencia más arriba, tú te la has cargado de un plumazo. ¡MUCHAS GRACIAS!

viernes, 19 de abril de 2013

El día pasará, pero hay que insistir una y otra vez.

¡Hola a todo el mundo!

Llevo unos días en plena actividad física, aunque por falta de tiempo, no he podido rodar mucho con la bici. Me dedico a correr fundamentalmente. Sin embargo, siempre que puedo, me desplazo por la ciudad con la bicicleta.

Y hoy, como no podía ser de otra forma, he hecho lo propio para no cambiar de costumbre dado que es el día mundial de la bicicleta. 

Mi trayecto hasta el centro de León ha sido un resumen perfecto de la situación del uso de la bici como medio de transporte. Cada vez más gente utilizándola, sí, pero los coches aparcados sobre el carril bici, la falta de conciencia por parte de los peatones de nuestra presencia y la falta de más kilómetros de carril fueron mis acompañantes durante la ruta.

Eso sí. La conclusión que se extrae cada día es muy clara. Utilizar el coche para desplazarse por León es un atraso y de los grandes. Yo ahora mismo, tengo que utilizar a Klaus (mi coche) más de lo que me gustaría, y es un rollo de los gordos. Estar pendiente de poner la O.R.A., encontrar sitio, echar gasolina y más problemas.

En resumidas cuentas. Hay que utilizar más la bicicleta para todo. Días como el de hoy nos lo recuerdan más si cabe, pero el día mundial de la bicicleta pasará y yo no dejaré de insistir una y otra vez.

¡Feliz día a tod@s!

martes, 16 de abril de 2013

Los viejos rockeros nunca mueren.

¡Hola a todo el mundo!

Pues por fin, después de un mes largo, hoy he podido salir a rodar un rato. Y, ¡oye!, me animé me animé, y salieron 60 kilómetros de lo más animados y variopintos.

En un principio pensé "va, venga Dani, vas hasta La Robla sin forzar, que es todo plano, y cumples y ya está", pero la cosa es que hacía un día tan bueno...Y es que pude enfundarme el culote y el maillot cortos. Nada más y nada menos. Pensar que hace tres días estaba con bufanda, literalmente, pone los pelos de punta.

Total, que espoleado por las ganas y el sol, al final me animé a hacer una ruta no del todo plana y no del todo corta. El resultado fue una de mis rutas fetiche, no muy utilizada por el pelotón leonés al no contar esta zona con mucho arcén, aunque yendo solo no hay problema. León-Castrillino-Barrio-San Cipriano-León.

Una vez que tomé esta decisión, tocaba aclimatarse a "La Americana". Suponía que me tendría algo de rencor al llevar tanto tiempo sin sacarla de paseo, pero me trató bien. Siempre por su sitio y tan nerviosa como siempre. Hay que tener más cuidado con ella...¡en seguida se lanza!

¿Y cómo estaría el motor? Hasta ahora he estado corriendo lo que he podido, así que me imaginaba que no estaría hecho añicos, pero rodar en bici es harina de otro costal. Llegué a la subida de Castrillino que si bien no es el Portalet, hace que subas piñones y te agarres a la cruz del manillar. Mucha cadencia y buenas sensaciones fue el resultado en la cima. No sintonicé el pulsómetro porque no quería asomarme a abismos a los que es mejor no hacerlo...

Pasado este punto, hasta Barrio de Nuestra Señora tocaba un terreno de continuos repechos. Uno tras otro, sin poder llegar a acoplarte en ningún momento. Llegué a barrio y las sensaciones seguían siendo fenomenales. E incluso me permití la licencia de sacar alguna que otra foto...


Una vez terminado el momento friky del día, y digo friky porque hay más fotos que no pienso enseñar ni en un millón de años, proseguí mi ruta. Comencé a mirar con interés el cuentakilómetros. Todo surgió muy de imprevisto. No era mi intención para nada, de verdad, pero me piqué. Sí amigos. Lo hice y con el peor de los rivales. Conmigo mismo. 

La cosa es que en la opción el la que tenía el cuenta, cuando no marcan las pulsaciones, señala por defecto la velocidad media. Y dado que me encontraba bien y la media de velocidad marcaba 31 km/h, pensé "¿y por qué no intentar llegar a casa con la media por encima de 30?" 

Así que la carretera pasó de ser ese lugar en el que estaba reencontrándome con mi afición favorita, a ese otro lugar en el que se lucha a muerte durante cada metro de asfalto. Los repechos sobre bielas, en los llanos agarrado abajo, los descensos pedaleando como un demonio. De pronto el viento comenzó a soplar más fuerte, síntoma este de que estaba yendo rápido. La cosa marchaba. La media se mantenía o incluso subía. ¡Bien!

Ya no me quedaba nada. Sólo bajar el Portillín. Ese mito del ciclismo leonés. Un kilómetro y poco, con rampas del 15%, que hoy debía de bajar todo lo rápido que pudiese. Y es una bajada que me gusta muchísimo. Tras las obras de hace ya unos años le han quitado encanto, pero sigue siendo una bajada rápida. Me seguía un coche. En la primera curva lo dejo atrás. Voy como un tiro. No me caigo. Todo marcha.

Y por fin, llego a casa y miro el cuenta. Conseguido. Media de 30.5 km/h. Para llevar un mes sin tocar la bici creo que no está nada mal. Los viejos rockeros nunca mueren.

viernes, 12 de abril de 2013

Carta a un compañero de viaje.

¡Hola a todo el mundo!

Seguidamente, os muestro una carta que me encantaría poder enviar a un viejo amigo...

" Mi querido invierno.

¿Cómo te encuentras? Por aquí en León sabemos de buena tinta que en plenitud de facultades. Este año estás haciendo un gran trabajo, la verdad. Los amigos esquiadores están la mar de contentos contigo. 

No obstante, querido amigo invierno, creo que tus labores anuales han de ir terminando. Vale. Sé que el año pasado te lo tomaste sabático y no te personaste, pero de eso a que ahora no des paso a tu prima (la primavera), va un trecho.

Somos muchos los que consideran al sol y al buen tiempo en general una bendición. Concretamente, para mí el calor es la razón de mi existencia y que los periodos en los que tú estás presente, pues son un pequeño calvario, pero te respeto. Reconozco que para disfrutar del compañero verano primero tengo que endurecerme en tu territorio invernal.

Este último mes, querido amigo invernal, tengo que decirte que no pasa ni un solo día sin que me acuerde de ti nada más abrir la ventana de mi habitación. Frío, viento y lluvia es tu regalo final. 

Pues te voy a decir una cosa. ¡Es 12 de abril y me tienes hasta las narices! ¿Por qué no dejas a la primavera tranquila? Déjale paso de una vez, ¡maldita sea! ¡Si es que no hay quien salga a entrenar! Y me pregunto yo...¿Por qué en León? Sé de otros lugares en donde no bajan de los 20 grados desde hace dos semanas. ¿Por qué no nos dejas de una vez?

Para despedirme, me gustaría insistir una vez más. Te respeto, pero vete de una vez, en serio. Me tienes hasta las narices.

Atentamente, Dani. Adorador del calor."

Qué tranquilo queda uno soltando esto...madre mío.

domingo, 7 de abril de 2013

Un abrazo Miguel. Hoy es nuestra carrera.

¡Hola a todo el mundo!

He estado muy callado últimamente, lo sé. Os pido disculpas, de verdad, pero no he tenido tiempo ninguno. Me he convertido en emprendedor y ahora tengo menos horas disponibles, pero la semana que viene ya podré hacer kilómetros, os lo garantizo. Me reencontraré con la temible Grupeta Cicloturista León y me darán "pal pelo", porque están como toros. Pero en fin, es lo que toca.

Puede que os preguntéis, "¿por qué ha decidido el Dani romper su silencio precisamente hoy?" Pues son dos los motivos que, a su vez, confluyen en uno. 

El primero de ellos es una desgraciada noticia. Puede que ahora veamos tan normal que un españolito se suba a una bicicleta y pueda competir casi contra cualquiera en cualquier terreno e incluso en un rápido spring o en una clásica, como por ejemplo Freire o Flecha. Pero en los 60 éste tipo de empresas eran impensables del todo...menos para un señor que os presento ahora mismo...


Este hombre de cabeza despejada se llamaba Miguel Poblet y fue el primer español que competía con los mejores en las clásicas y en quitarse el miedo y meter codos a los inmensos belgas en las llegadas al spring. Además de eso, fue el primer español en enfundarse el maillot amarillo del Tour de Francia. Casi nada por aquel entonces, ¿sabes?  El bueno de Miguel falleció este sábado día 6 de abril a los 85 años.

Dado que yo tengo predilección por los rodadores, disfruto de las etapas llanas y las clásicas de primavera para mí son lo más grande del ciclismo, no podía dejar pasar la oportunidad de hacer mi pequeño homenaje a este pura sangre. Así que Miguel, allá donde estés, un abrazo muy gordo y otro para tu familia.

Y la segunda razón por la que he escogido el día de hoy para romper mi silencio es que se celebra mi carrera favorita y, estoy seguro, la de Miguel Poblet. La Paris-Roubaix.

Puede que me pase de intenso y peque de forofo rodador, pero esta carrera es como la vida misma. Cada metro es una lucha contra los demás, contra los elementos y contra uno mismo. Y cuando más hundido te sientes y más lleno de barro estás, sales del pavé y empiezas de cero una vez más. Llevo un año con ganas de ver este carrerón y espero poder verlo mañana. Si no lo habéis visto nunca, os lo recomiendo encarecidamente. Lo emitirá Teledeporte, así que este año ha habido suerte.

De momento nada más, pero espero poder sacar algo de tiempo y volver a contaros mis cositas. ¡¡Nos vemos amig@s!!