¡Hola a todo el mundo!
Hoy era sábado. Sí amigos y amigas. Día oficial de
Grupeta Cicloturista León. El lugar, el de siempre y la hora, la habitual de invierno. Dadas las desfavorables predicciones para el domingo, hoy había bastante gente. Pasábamos de los 10 compañeros, incluyendo algún no habitual, tan bienvenidos en nuestro grupo.
Sorprendentemente, el día amaneció, ya no sólo despejado, si no que no había ni caído una buena helada, así que la mañana era propicia para pasarlo estupendamente aunque, qué demonios, ¡si hasta
el fatídico día de Aralla del año pasado lo pasamos bien!
Comenzó el debate de la ruta a realizar, actividad siempre apasionante ésta, donde se demuestra el estado de forma de cada uno. JR proponía algo potente. Tipo Correcillas, aunque no le hice mucho caso porque yo no estoy para alardes. Mi intención era hacer algo bonito y de 70Km que, a ser posible, no fuese el Fenar. Me pondría del lado de quien me ofreciese algo así.
Empezamos a rodar y algo me decía que habría complicaciones. Era un presentimiento. En el grupo había demasiado galgo. JR. Elías2, Buka, Manu, Jorge, Jose, el veterano Félix, Sergio y más gente que no conocía mucho pero que se les veía con ganas. El día era espléndido, así que eso suele animar al ciclista medio y más después de unos cuántos nublado, con nieve y cosas así.
Tampoco ayudaba el hecho de subir la Hoja al poco de empezar. Alguna otra vez os he descrito esta subida. La mejor manera de hacerlo es con una palabra. Asco. Eso es lo que siento ante ella. Son como 7Km, casi por completo rectos, sin nada que ver hasta llegar al desvío del 18, con mucho coche y algún camión, por lo general con viento. Asco, asco.
Pero si nada más salir de Lorenzana ves cómo toman las riendas gente como JR, Manu y les sigue Buka, pues ya sabes que La Hoja va a ser un calvario, como así fue. Toda la Grupeta se fraccionó. Parecía el tren de la bruja con caras que eran un verdadero poema. Por mi parte, estaba el último del grupo que intentaba seguir a los galgos o, como les empecé a llamar a mitad de subida, esos cabrones. Subir durante 15 ó 20 minutos a 180 pulsaciones no es mi idea de disfrute. Qué mal lo pasé.
Pero conseguimos salvar la situación, aunque hubo bajas. Fernando, que reaparecía tras varios catarros, no podía con la risa y optó por una ruta alternativa. Los ¿compañeros? que habían abierto las hostilidades, bajaron a ver qué tal iban las cosas por detrás. El clásico de comprobar el daño que nos habían hecho. Vieron que mucho.
Jorge, Jose y yo creamos un terceto para ir reagrupando. Comprobé en sus caras y expresiones que la Hoja había pasado factura y no sólo a mí. Y lo mejor de todo es que estamos hablando del kilómetros 20 de ruta. Nos quedaba aún mucha tela por cortar. Esto podía ser un drama.
Reagrupamos y pensamos: "bueno, ahora iremos un poco más tranquis". Pues no. Y un no rotundo, porque se puso a tirar Sergio como si no hubiese mañana. No habría descanso para los malditos un día más. Hasta bajar el Cillerón, hay un par de repechos que hicieron daño. Yo estaba al final del grupo (sí, otra vez) haciendo lo que podía. De repente, escuché a Jorge: "¿y si nos sacamos una foto ahí arriba?" Yo es que ni lo dudé. Foto y un poco de descanso. Esto pintaba bien. Además, Buka también paró pensando que habíamos pinchado, pero sólo estábamos haciendo un poco el gañán, como queda patente en esta sesión fotográfica...
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Los sucesores de Frank Kappa al ataque... |
Ahora tocaba bajar, como decía, el Cillerón. La posibilidad de hielo nos hizo ser prudentes, aunque por lo que pareció, a Jorge no. Además de salir antes de tiempo y dejarnos tirados a Buka y a mí, yo creo que apretó el ritmo. Porque es buen rapaz, que si no....
El resto del grupo, que no se había enterado de que habíamos parado, seguramente ya estaba en la Magdalena. Posteriormente nos comentaron que varios miembros habían tomado una ruta alternativa.
Cuando ya encaramos la carretera del embalse de Selgas quedábamos unas 10 unidades a cada cual más peligrosa. Se nos veía con muchas ganas. Esta zona, salvo el par de repechos buenos que hay al inicio, sobre todo es llana y tras las obras de los últimos años, ha quedado una carretera fantástica.
Os preguntaréis el por qué del título de la entrada de hoy. El tema surgió porque JR no está en forma, está lo siguiente y no está fino, está famélico. El resultado es que le sobra el culote. Difícil en una prenda de lycra, sí, pero posible en el caso de JR. Llevábamos toda la mañana con la gracia de que él estaba flaco, yo gordo, etc. Ya sabéis, un clásico. Como yo estaba, una vez más sí, qué pasa, en la parte trasera del grupo, me estaba dedicando a decir chorradas y una de ellas, que triunfó un montón, fue que JR va a tener que empezar a comprar los culotes en Prenatal. Podríamos decir que es una prolongación de la broma que ya hace meses, Elías1, ácido como siempre, hizo también a JR. En aquel caso dijo que la ropa se la iba a comprar en Mayoral o algo así. En fin, que lo pasamos bien como podéis ver.
Pasados estos momentos de jiji, jaja, el ritmo estaba siendo duro. Una marcha constante de 35km/h estaba haciendo las delicias de todos los llaneadores que había hoy en la Grupeta, entre los que me incluyo. Aquí ya empecé a dejarme ver en la cabeza del grupo, para variar un poco la tónica de la mañana. La Hoja había sido muy dura. Yo me empezaba a sentir mejor después de aquel calentón y vi una recta larga con un poco de repecho al final. Una idea surgió en mí cabeza. Me parecía una locura porque, a día de hoy, no tengo mucho fondo y no iba a poder aguantar mucho rato, pero seguro que calentaría a los compañeros. Afectivamente. Un ataque. El primero de la temporada.
En cuanto llegamos a ese pequeño repecho, me abrí un poco, casi de manera imperceptible, bajé dos piñones engranando el 14, me puse en bielas y hasta donde aguantase la maquinaria. No sé si aguanté la risa un kilómetro, pero me prestó un montón. Ahora bien, en cuanto me alcanzó el grupo, no es que me viniese abajo Es que me quedé muerto. Me descolgué sin posibilidad de redención. Menos mal que me esperaron porque si no, aún estaría en el Ferral. JR no se resistió y me espetó: "Luego dices en el blog que JR es muy malo y ahora tú atacas". ¡J! Si tú eres el intrépido eres el intrépido, chico. ¡Yo soy el bloggero!
En cuanto me readmitieron en la Grupeta, en contraprestación, acerqué al grupo hasta la carretera que ya nos llevaría a León. Nos quedaba nada y menos, pero la carretera del Ferral es una sucesión de toboganes que se pueden hacer pelota. Y más si al mando de las operaciones se ponen Manu y Sergio. Yo, que había dado lo poco que me quedaba hacercándonos hasta aquí, no es que me quisiese morir, es que me quería quedar por ahí a pasar la noche. Qué dolor de patas. Y la sorpresa final nos la dio Jose, que parecía haberse estado reservando para machacarnos a todos al final.
El resumen de todo es que nos lo pasamos como siempre, es decir, genial, y ahora nos duelen las piernas un montón, pero ya sabéis. Sarna con gusto, aguas mil.