jueves, 8 de enero de 2015

Esas pequeñas cosas que nos hace felices.

¡Hola a todo el mundo!

Supongo que a mí me pase como a todo cicloturista normal y corriente. Cada cosa que hago al cabo del día, todas esas pequeñas cosas que componen infinidad de pequeñas chorradas cotidianas, las relaciono inmediatamente con la bici. Me explico.

Imaginad esta situación. Os veis ante la situación en la que se os abre la puerta del ascensor. Justo al lado tenéis las escaleras. ¿Qué escogemos si pensamos en la bici? ¡Da igual! Porque cualquier decisión va a estar motivada en función de la próxima salida con la bici. Si subís por las escaleras, lo consideráis un mini-entrenamiento y si optáis por el ascensor, será un buen descanso para conservar fuerzas.

A mí al menos, este tipo de cosas me pasan varias veces al cabo del día. Y si ya vais a un gimnasio o algo así, para entrenar algo más duro de cara a los retos que todos nos marcamos, con más motivo.

Hoy me ha pasado algo muy curioso. Estaba yo precisamente en el gimnasio de turno. Suelo empezar mis rutinas con una sesión combinada de carrera y bici, que sumen treinta minutos en total, a modo de calentamiento. A partir de aquí, ya empiezo a hacer alguna cosilla de aparatos y tal. Unas rutinas medianamente específicas para la bici. 

La cosa es que yo tiendo a ganar volumen con facilidad. Con mucha facilidad. Es una de mis luchas diarias de cara a rendir un poquito en bici. La cosa es que para evitar este extremo, los pesos que yo levanto suelen ser, por decirlo de alguna manera digna para mí mismo, ridículos. Hablamos del tren superior. El tema piernas ya es otra cosa.

Después de la chapa física, comienza lo cómico de esta pequeña historia. 

Pues heme ahí, en una banca, tumbado horizontalmente para hacer mi rutina de pecho. Yo con las mallas de correr y mi maillot de la Valgrande-Pajares 2012, levantando, y no os estoy vacilando, dos kilos y medio. Sí, amigos. Dos kilos y medio. No por cada disco, no. En total.

Lo gracioso era comparar esta bonita postal con los dos recios mozos que tenía a la diestra y a la siniestra. Creo que se les pasó por la cabeza levantarme a mí porque, en apariencia, lo conseguirían con facilidad. Como diría el amigo Rubén, un runner que va por el bar y espero que esté leyendo esto, parecían vivir en una rama de un árbol, dado su tremendo tren superior.

Supongo que no os haga demasiada gracia a no ser que os hayáis visto en alguna situación similar. Y es que todo mi día a día, está dirigida a la bici de una forma u otra, siempre sin perder de vista que no soy profesional, no vivo de esto y pretendo que no se me vaya de las manos.

Y así transcurre un día cualquiera en mis semanas de turno de mañana durante las cuales, no puedo salir a rodar. ¡Qué penica! Parezco un yonki en busca de aquello que me hace feliz. Pero la conclusión positiva de todo esto es que ya han crecido los días un montón. Venga, compañer@s que ya tenemos la primavera a la vuelta de la esquina....

....(os recuerdo que soy ultra optimista).

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