jueves, 1 de enero de 2015

El día uno marca la tendencia del año.

¡Hola a todo el mundo!

Pues estamos en 2015, sin darnos un pijo de importancia y muchos de vosotros, así como he hecho yo hoy, habréis iniciado el año haciendo lo que más os gusta. Es decir, lo que os sale de las narices, ¿verdad?

En mi caso, lo que he hecho es salir a rodar un poco con "La Americana" por mi zona habitual de entrenamientos. El Condado y la Sobarriba son mi sala de juegos particular, con lo que decidí que sería un buen y bonito comienzo de año.

Todo empezó como de costumbre, primeros kilómetros de calentamiento. Una paradoja en un día como el de hoy en el que la helada nocturna fue dura. Cadencia alta, velocidad baja. Esas son mis premisas en los primeros kilómetros. Salía solo, así que no me importó ir los primeros compases de la ruta a dos por hora. 

Cuando me voy a adentrar en "mi zona", siempre tengo la misma duda. ¿Castrillino o Portillín? El primero supone menos esfuerzo pero más tiempo y, lo mejor que tiene, es que cuando comienzas a subirlo, ya has calentado. El segundo es muy explosivo y lo peor es que está a nada y menos de haber empezado a rodar, con lo que estás frío.

Hoy, quise mimetizarme con la fría mañana y opté por el Portillín. Hacer la primera subida del día y del año, casi sin calentar, con lo que la paz y la tranquilidad reinarían en mi ascensión así como durante el resto de la ruta.

Todos los kilómetros que llevo hechos, en lo que podríamos considerar la nueva temporada, están hechos sin rabia. Aún no me he conectado al pulsómetro ningún día, pero me extrañaría que hubiese llegado a 160 pulsaciones en algún momento. 

En cualquier caso, como digo, la mañana pintaba espléndida. Una vez coronado el Portillín, toda la Sobarriba se presentaba ante mí, bañada por un extraordinario sol de enero. Ni una nube en el cielo que mermase el brillo con el que contaba la mañana. Y este baño de sol hacía que la temperatura no fuese tan agresivamente fría como inicialmente parecía. En resumen. El típico día de invierno leonés. Una helada de tres pares de narices pero un sol radiante que te va calentando. Lo mejor para curar nuestros extraordinarios embutidos.

Así iba la primera mañana del año. Primeros repechos, primeros kilómetros y primera parada a cambiar el agua al canario, a comer un plátano (por si no había quedado harto ayer después de tanto turrón) y a hacer un vídeo felicitando el año.

Y fue poco después de esta parada cuando escucho el móvil sonar. La melodía de "Seek and Destroy" de los Metallica hacía que se detuviese la maquinaria para atender la llamada. ¿Y quién era? 

Pues si leéis la última entrada del año pasado, es decir, la anterior a esta, me refería en primera persona a uno de los integrantes de este blog. En efecto, niños y niñas, Jon me estaba llamando.

-¿Qué pasa, Jon? ¿Dónde andas?
-¡Hola, Dani! Estoy en Barrio de Nuestra Señora.
-Estoy ahí en 5 minutos.

Y, en efecto, ahí estaba Jon, mi amigo guipuzcoano, rodando a mi lado por la zona del Condado. La verdad es que me parece increíble cuando algo que ocurre sobre el papel, se transforma en algo real. Y este era el caso.

Tras los primeros saludos, comenzamos a hablar de cosas de bicis, pasando por el análisis de la situación actual del sector de los viveros y un largo etcétera de cosas. En ningún momento nos faltó el tema de conversación y es que creo que cuando se está haciendo lo que uno quiere y le que a uno le gusta, tu mente se convierte en algo dinámico, permeable y burbujeante, cosa que facilita la charla amistosa.

La verdad es que dar pedales, con el paso del tiempo, para mí siempre ha sido algo que me permitía machacarme, también ha sido algo que me permitía satisfacer mi espíritu aventurero, sin menospreciar lo sano que siempre ha sido superar retos. Todo esto me lo ha ido dando el cicloturismo. Pero es que también ha supuesto algo gracias a lo que he conocido a mucha gente que vale la pena realmente. 

Y Jon es uno de esos tipos que te aportan tranquilidad, buen rollo y ganas, por ejemplo, de no dejar de escribir en este blog. El chute de motivación que me ha dado, es algo de lo que creo que Jon nunca será realmente consciente.


Y después de presentar a mi amigo lo que es la zona del Condado, sobre la que habrá leído algo en este blog, también aproveché la oportunidad para presentarle la Sobarriba, sobre la que habrá leído un puñado de entradas aquí también. 

Pedal a pedal, el reloj iba avanzando en este recién nacido 2015 que me motiva un montón. Así que ya se aproximaba la despedida, que es un hasta la próxima, no un hasta nunca.

El día uno de enero ha empezado de manera magnífica y es el comienzo de un gran año. Estoy seguro de ello, y todo gracias a gente magnífica como Jon. 

LOS SOÑADORES NO PODEMOS SER DOMADOS.

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