miércoles, 22 de abril de 2020

Diario del estado de alarma: todo me lleva a lo mismo.


¡Hola a todo el mundo!

Después de unos días escribiendo acerca de ciclismo-ficción, cosa que me está entreteniendo un montón y que aún no he acabado con ello porque estoy pensando en más posibles alternativas posibles, hoy me apetece escribir acerca de algo de menos pensar y más sentir.

Porque una de las cosas que he sentido hoy cuando paseaba a las perras es que echo en falta algo que a mí, llamadme excéntrico si queréis, siempre me ha gustado porque lo entiendo como un símbolo del trabajo bien hecho. Y lo que extraño un montón es la marca del moreno.

A estas alturas de abril y en condiciones normales, ya debería de estar haciendo rutas diarias de unos 80/100 km y, al menos un día semanal, una tirada más larga de 130 km o algo así y más teniendo en cuenta que este año tocaba hacer la machada del Soplao y la TransBizkaia en el mismo fin de semana. Me tocaría estar haciendo unos buenos entrenamientos y, por tanto, tener ya bien marcada la línea del moreno.

Y a día de hoy, cuando me visto con las peores galas para hacer rodillo, me veo la piel y sigue pareciendo finales de enero. Un atisbo de marca hay porque después de tantos años montando en bici ya no se me quita pero lo que tendría que haber a estas alturas de abril es otra cosa muy distinta.

Además, hoy en Twitter vi una publicación que hizo mella en mi estado de ánimo. Una foto de la subida de Casielles. Y quienes conozcáis esta maravilla entenderéis por qué me hizo daño porque las ganas que me entraron de ir fueron tremendas. Para más inri, yo comenté en esa publicación que debía de ser delito pasar por el Pontón y no desviarse para subir hasta Casielles. Eso hizo que mi mente echase a rodar a través de todas esas carreteras que están en mi memoria. Una lágrima ciclista recorrió mi alma.

Pero la realidad es la que es y ahora que estoy viendo entrar un buen rallo de sol por la ventana de la habitación de las bicis me voy a poner a hacer rodillo, aunque estoy entrando en una etapa del confinamiento en la que todo me recuerda a rutas que quiero hacer, porque acabo de escribir “ventana” y otra lágrima ciclista recorre mi alma, recordando las muchas etapas que he hecho subiendo y bajando ese portarraco Astur-Leonés. ¡Qué ganas!


En fin, familia. Que me piro a hacer rodillo, que hacerlo como Dios manda tampoco es paja...¡Ay! Paja....Pajares. ¡Cómo me gusta subir Pajares! No voy a seguir por ahí que me echo a llorar.

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