¡Hola a todo el mundo!
Hay días en los que tienes la percepción especialmente alerta para detectar momentos únicos. No me preguntéis por qué, pero esto es así. Y lo aseguro de manera firme porque hoy, que tocó salir a correr, tuve un momento único.
Creo que para llegar a este estado, el frío ayudó muchísimo. Poca gente, por no decir nadie, osó a salir a correr a la hora que yo lo hice. Además, como eran sobre las 21:15, había pocos coches en la carretera de Santander, por la que suelo ir a correr. No había luna, así que se podían ver un montón de estrellas. Todos estos ingredientes generaron unos momentos de paz y tranquilidad enormes.
Mientras iba avanzando, me metía más y más en mis divagaciones. Sin darme cuenta, llegó un momento en el que era como si no existiese nada más. Sólo estaba corriendo y no me daba prácticamente ni cuenta del hecho mismo de correr.
Hay muchas ocasiones que haciendo deporte te sucede esto. En la mayor parte de las ocasiones, no te das cuenta. Pero lo extraordinario del día de hoy es que en un momento concreto, fui consciente de todo. Fue alucinante. Sentir que no sientes nada fue muy especial.
Todo sucedió muy rápido. Tan sólo pasaron unos tres segundos, pero han sido de los más especiales que he vivido. Después de eso, volví a la normalidad, pero empecé a disfrutar más del "paseo". Todas las estrellas del cielo, el aire helado entrando en los pulmones, el corazón palpitando de manera constante. Insisto. Ha sido genial.
Tenéis que hacer deporte para sentir todo esto amig@s.
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