¡Hola a todo el mundo!
¿Cómo lleváis esta
segunda semana de confinamiento? Yo la estoy afrontando con optimismo
y buena actitud, os lo prometo y os lo juro por lo que más queráis.
Lo que sí os voy a confesar es que he notado algo de tristeza en un
momento muy concreto de la mañana.
Fue justo después de
desayunar y mirar un poco la tele. De repente veo un anuncio de
cocinas. Cocinas Bora. Sí, familia. Bora. El equipo de Sagan, Daniel
Oss, Rafal Majka y de más. Pues ahí tuve un momento de debilidad,
os voy a ser sincero. Eché de menos la Volta a Catalunya, Milán-
San Remo, Tirreno-Adriático y todas esas carrerillas que se disputan
normalmente por estas fechas. Y qué duda cabe que lo que más echo
de menos es salir a rodar con La Americana. Me da pena ponerla en el
rodillo, pero es lo que hay.
Foto de La Volta Ciclista a Catalunya |
No obstante, una vez que
me recompuse, tomé un café y me vestí de ciclista para,
precisamente, hacer rodillo. Por supuesto, con los mejores ropajes de
hace quince años, que no se os olvide. Además, hoy emiten una etapa
mítica de los Tours de Miguel Induráin. La crono de Luxemburgo del
'92 en la que destrozó a todos sus rivales y donde personalmente
creo que fue donde definitivamente el ídolo navarro obligó a
apartarse de la primera fila ciclista a toda una generación de
ciclistas como Lemond, Fignon o el mismo Perico Delgado.
Para los que vivimos
aquellas épocas de ciclismo y estamos disfrutamos también de la
actual, es una pasada ver las diferencias existentes. Por aquel
entonces nos parecía todo tan normal, pero verles contrarrelojear en
esas bicis que eran o bien prácticamente medievales en cuanto a la
posición que les hacían llevar a los ciclistas, o bien bicicletas
convencionales pero con manillares imposibles que te dan la risa
vistos ahora, claro. Es una pasada la evolución que ha habido.
También es impresionante
la diferencia que hay en cuanto a la elaboración de las grandes
vueltas y me estoy refiriendo sobre todo a los kilometrajes, con
etapas de cinco o seis puertos con 230 km, así sin ponerse
“coloraos”, o cronos de 65 km, con un par de narices. Esto da
para hacer una entrada monográfica acerca del tema, la verdad, pero
no me voy a embarrar en este asunto en esta entrada, que hoy toca
hacer una serie de reflexiones vuelapluma.
Otro tema que se me
ocurre. ¿Qué hay de esa amiga y, mayormente, enemiga que tenemos en
casa? ¿No sabéis a qué me refiero? ¡A la báscula! ¿Os habéis
pesado últimamente? Yo lo he hecho estos días y mira que yo me
corto de comer y me estoy dando unas buenas chaquetas sobre la bici
más los ejercicios posteriores pero, aún así, creo que me voy a
resignar y ser consciente de que algún kilillo voy a coger. Cuando
volvamos a ser plenamente libres para poder salir a entrenar y de
más, hay que dar el callo.
Y a este respecto, como
alguna vez he escrito por aquí, mi reto de este año era hacer Los
10.000 del Soplao más la TransBizkaia en el mismo fin de semana y,
por desgracia, ya no va a ser posible porque la prueba cántabra se
ha cambiado de fecha, pasando al 10 de octubre o algo así y, de
momento, la marcha vasca no se ha pronunciado pero en cualquier caso,
la heroicidad que tenía en mente habrá que retrasarla al menos un
año por lo menos.
Sin embargo, ya tengo en
la cabeza algo que contará con kilómetros más que de sobra y
metros de desnivel para pasar un gran día sobre la bicicleta, pero
eso ya lo contaré en próximas entregas de este diario del estado de
alarma.
¡Mucho ánimo, familia!
¡Somos ciclistas y podemos con esto y mucho más!
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