¡Hola a todo el mundo!
Podría deciros que mis últimos días de ausencia se deben a que no tengo nada acerca de lo que escribir. No es cierto ya que he subido el puerto de San Isidro con unos amigos que buscaban una buena ascensión con la que quitarse los miedos y he salido a entrenar en solitario y con parte de la Grupeta Cicloturista León, así que tengo un montón de historias que contar.
La falta de argumento no ha sido el problema. ¿Habéis tenido alguna vez la sensación de que una única cosa colapsaba y ocupaba vuestra mente al 100%? Una sensación de ahogo de la que no puedes escapar pero en la que tienes que estar sí o sí porque es algo importante y, digo más, necesario.
El problema de verdad surge cuando esa sensación atenazante debería de remitir y no lo hace. Seguro que a más de uno le habrá pasado algo así. Pues tengo que deciros una cosa que puede que no os sorprenda y más leyéndola en un blog como este. Andando en bici la cosa mejora.
No esperéis encontrar un mensaje super moñas en plan "andando en bici los problema se van" o algo aún más edulcorado en plan "rodar con tu bici hace que la vida sea maravillosa" y cosas así. Voy a ser sincero con vosotros (como siempre) Si tienes un problema, al volver a casa después de rodar con la bici, éste seguirá ahí. No va a desaparecer y no va a mitigarse, al menos por el hecho de que tú te hayas hecho unos kilómetros.
Ahora bien. Lo que sí cambia es la manera que tienes de afrontar las cosas y el punto de vista con el que observas la realidad. No sé por qué ni por qué no, pero una vez que sacas tiempo para andar en bici, al volver sí es cierto que los problemas, siendo exactamente los mismos, parecen menos o, al menos, tienen más sentido.
No tengo ni idea de cual será la razón aunque me inclino a pensar que se debe a que sobre la bicicleta, además de estar haciendo ejercicio, consigues algo muy difícil hoy en día. Permanecer durante unas dos horas en relativo silencio contigo mismo, sin nadie a tu alrededor. Estos ratos dan para mucho. Puede que ni siquiera le dediques ni un minuto mental al tema que te ocupaba, pero lo más probable es que tu cerebro esté ordenando toda la maraña de ideas que tú, de manera consciente, habías amontonado en una especie de baúl de sastre.
Esta es otra de las razones por las que la bicicleta vale tanto la pena, aunque supongo que valga lo mismo que otras tantas aficiones que tienen las demás personas como puede ser pasear, hacer natación, escuchar música clásica, conducir. Habrá cientos de ellas igual de válidas pero todas tienen algo en común. Que te acercan a ti mismo.
Por mi parte, voy a seguir un poco conmigo mismo que falta me hace. Espero no tardar tanto con la siguiente entrada querido lector.