¡Hola a todo el mundo!
No penséis que me he olvidado del
blog. Para nada. Lo que pasa es que en verano, lo poco que estoy en casa es
para caer rendido después de tanta bici y tantas aventurillas sobre ruedas. Y
sobre esas cosillas os voy a habar. De mis movidas.
Resulta que María, mi señora, se
ha aficionado a la bicicleta. No a la bicicleta en plan “vamos a dar un paseo
en chándal” o cosas así. Le ha gustado tanto que ya hemos subido puertos y
todo. Ya cuenta en su haber con puertos como San Isidro, Las Señales, San
Glorio y alguna que otra subida de relumbrón. Todo un logro y una gran
progresión en sólo un año.
Me encanta salir a rodar con
ella, la verdad. Además, esta afición compartida lo que ha provocado es que
hayamos ido de vacaciones con las bicis a Galicia, nada más y nada menos. Lo
más espectacular del asunto es que a María le ha gustado tanto la idea de unas
vacaciones con la bici que ya piensa en las siguientes. ¡¡Y habla de
Dolomitas!! ¿Qué si la bicicleta engancha? Pues aquí tenéis una prueba más.
Y haciendo algo de hincapié en
las ciclovacaciones gallegas, fuimos a la zona de A Guarda. ¡Y qué
descubrimiento! Hay un montón de subidillas y, además, siempre mola rodar por
carreteras junto a la costa. Nos gustó un montón. La subida a Santa Tecla y el
Monte da Groba son los platos principales, pero hay mucho más. Yo diría que
todo va a dar a un pueblo que se llama Torroña. Hasta allí van a dar unos
cuantos subidones dignos de cualquier escalador que se precie.
Y otra cosa que me prestó mucho
de este verano fue llevar a mi amigo Jon a conocer uno de los finales en alto
de la Vuelta Ciclista España 2019. La Cubilla. Era una apuesta segura. ¿A quién
no le va a gustar ese puertazo? Habrá que hacer más excursiones cuando venga de
nuevo. Prepárate, Jon, que tengo muchas ideas y me gusta mucho subir puertos.
A ver si vuelvo a coger un poco
la rutina de escribir y contaros cosillas. Tengo varias cosas en el tintero.
Ideas que me han ido surgiendo montado a lomos de La Americana, al ir rodando
por estas tierras leonesas tan poco dadas a saber venderse. Esto, combinado con
la famosa etapa de Guadalajara de La Vuelta, en la que ganó mi idolatrado
Gilbert, han encendido una bombilla en mi cabeza, pero tengo que madurar más la
idea. No me va a quedar más remedio que seguir andando en bicicleta para
perfilar los detalles, vaya..
Os mantendré informados de todo,
ciclistas. Por lo pronto, vamos a seguir disfrutando del otoño ciclista, que
también tiene su encanto. Que si para aquí a comer moras, que si para en este
otro lado a comer uvas. Un no parar.