¡Hola a todo el mundo!
¡Qué momento tan especial el sábado por la mañana! El esperado reencuentro con la
Grupeta Cicloturista León se iba a producir. El día anterior salí a rodar con la mirada puesta precisamente en este momento y ya lo había conseguido. Eran las 7:45 y me había despertado. Porque sí. Tenía miedo, y mucho, a quedarme pegado en la cama. Así que ya había superado el primer trance. ¿Quién iba a pensar que se producirían más a lo largo de la mañana? Poco a poco Dani. poco a poco.
Ahora tocaba desayunar como un campeón. La ruta que se me venía encima era
de las de órdago a la grande. El año pasado, ante la posibilidad de una ruta de este pelo, mi encuadre de la situación hubiese sido muy diferente. "¿Dónde les daría el hachazo a todos estos?" o "¿En qué momento me pongo a tirar a 45km/h para sacar de punto a alguien?" serían mis pensamientos mientras afilaba el cuchillo.
Este año es todo diferente en ese aspecto. Mientras me vestía después del desayuno, me colocaba el casco pensando "¿en qué momento me dará el pajarón padre?". A estas alturas, por unas y otras cosas, no estoy preparado para una ruta de 130 km con tres puertos, o lo que es lo mismo, que no tengo el chichi para farolillos, pero esto segundo es mejor obviarlo dado que el blog es para todos los públicos.
Pero lo cierto es que, al ser plenamente consciente de que no estoy en mi mejor momento, no me exigía nada más que pasarlo bien, ver una zona sencillamente espectacular como es el valle de Casares y, sobre todo, pasar la mañana con unos amigos que son lo más de lo más.
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Valle de Casares |
Hasta llegar al momento de la foto tenían que pasar muchas cosas, pero yo por el momento me estaba acercando al punto de quedada habitual. Habíamos quedado a las 9 de la mañana para que no se nos hiciese demasiado tarde. Ya sabéis. Queríamos evitar discusiones de pareja al llegar a casa y temas de esos. Somos unos especialistas en este tema, así que quien evita la oportunidad, evita el peligro.
Mientras pasaba por los depósitos de agua de Eras de Renueva, comencé a pensar en lo puramente físico. Sabía que iba a sufrir. Era un hecho. Hasta ese momento me intentaba mantener al margen de las discusiones de mis piernas. "¡Pero dónde iras con 1500 km a estas alturas de temporada!". Esto es lo que decían las muy pesadas. Yo les insistía que no estaba del todo mal y que para hacer kilómetros, tenía que sufrir días como éste y bla bla bla...¡Que sí! Que hablo solo y punto.
Todas estas divagaciones se fueron al garete en cuanto me encontré con todos los colegas. "¡Hombre! ¿Qué tal? ¿Qué alegría verte?"...bueno...esto sé que lo pensaron, porque lo que en realidad dijeron fue "¡Pero dónde irás de corto y de rosa, trastornao!" Con un "que os den" genérico para todos, me valió para que sobreentendiesen "¡cómo me alegro de volver a estar aquí con vosotros, joder!"
Y no sólo estaba contento por ver a los de siempre. También me alegré un montón de ver a Juan y a Patricia. Conseguí convencer a ésta última dos días atrás, en interesante conversación que dio sus frutos. No sabía yo que tuviese esta persuasión habida cuenta de que intenté lo mismo con Fernando y pasó del tema. ¡Fer! ¡Te voy a dar! También se apuntó Emerson, colega de Félix, en busca de sensaciones.
La verdad es que todo seguía como siempre. El intrépido JR organizando, Juanjo hablando de la pisapraos de las narices, Buka en silencio hasta que suelta alguna perla, Zipi y Zape, esto es, Elías1 y Elías2, con sus cosas de que hay que llegar antes de las 3 y sus rollos de biomecánicos, Luis, con ganas de arrancar ya, nervioso como siempre, David a la espera de acontecimientos, Sergio preparado para la acción con su sonrisa tridimensional, Félix con el 52-11 y así hasta el final....y Jorge, llegando tarde pero aliviado. Todo como siempre. Juan y Patricia miraban expectantes. Juan, tímido. Patricia, sonreía nerviosa.
Por mi parte, comencé con mi festival del humor en cuanto pude. Que si chorrada va, chorrada viene, que si en cuanto me quise dar cuenta me habían colocado en cabeza de grupo. "¡NO! Yo no tiro que no estoy como para derrochar". En esta ocasión no me iba a esconder. De todas maneras, la Grupeta era plenamente consciente de mis escasas posibilidades.
Entre risas y buenas palabras, llegó el primer momento reseñable. Problemas. "¿Dónde está Juan?" Estaba descolgado con problemas de última hora que le hacen darse media vuelta a Patricia y a él mismo. ¡Qué pena! Yo tenía más ganas que vosotros de que completaseis el recorrido, pero lo vamos a volver a intentar, ya lo veréis. Por supuesto, la Grupeta al completo se detiene y arropa a nuestras dos primeras bajas.
¡Faltaría más!
Continuamos la marcha y en nada y menos llegamos a La Robla. En cuanto enfilamos la nacional, el ritmo se elevó bastante. Con un terreno que está continuamente picando para arriba por poco que sea, ir a 30/35 km/h hizo que el Compañero Emerson cediese sin remedio. Tercera baja.
Una vez que superamos el repecho de Pola de Bordón, o como comenzamos a llamar Jorge y yo, la Col du Bordon (risas), llegamos al desvío que nos conduce hasta Geras, puerta de acceso al puerto de Aralla. En los 9 km que distan hasta la base del puerto, Buka y un servidor nos dedicamos a tirar del grupo para que la fiesta no decayese. Al fin y al cabo, yo sabía que nada más comenzar la ascensión, me iba a descolgar, por tanto, tenía que contribuir en algo, pardeiz.
"¿Paramos en la fuente de Geras?", pregunté. Silencio por respuesta, sólo roto por los ajustes de los desarrollos, me hacen pensar que la subida va a ser de las bonitas de verdad. Comienza la traca, inicial en este caso. A Zape se le sale la cala y el cambio le hace un extraño. "¡Menuda mierda de bici!", sentencia Buka. Yo me parto la caja, cosa que empeora mis posibilidades de mantener un ritmo aceptable.
A partir de este momento, no tengo ni idea de lo que pasa en el grupo cabecero, porque si bien otrora sabía lo que se cocía en él, ahora sé lo que ocurre por detrás. Juanjo sufre, Elías1 y yo hacíamos lo que podíamos. Yo me planteé una subida a mi ritmo sin forzar ni una gotica. 170 pulsaciones. Ni una sola más. La mañana iba a ser muy larga y quedaba mucha vaina.
El Buka se descuelga para hacernos compañía. ¡Qué salao que es! La mitad de puerto la hago con él. Pensaba que iba a sufrir mucho más, la verdad, pero la conclusión que saco en que me faltan muuuuuuchos kilómetros.
Al coronar, vemos que los demás se han tirado sin parar. Esta vez subiríamos hasta el túnel, así que de bajada sólo hay 2 kilómetros y luego más subida con carretera de las que se agarran. En este punto, Juanjo se retira también. Compromisos le reclaman, así que cuarta baja.
Buka, Elías1 y yo comenzamos el descenso hasta el cruce de la carretera que lleva hasta el túnel que comentaba antes. Jorge, al más puro estilo "niña de la curva", nos espera. Haría ésta ascensión con nosotros. De repente, se ve cómo un buitre grande como una avioneta, sobrevuela toda la carretera. Yo pensé que era porque me había olido a mí. No me cabía ninguna duda. Esta segunda ascensión, si bien no la estaba haciendo mal del todo, ya me hacía notar cosas raras en las piernas. "Ya verás en la Collada de Villamanín", medité.
Pero seguí tirando, disfrutando del momento tan estupendo que estaba viviendo. ¿Qué me importaba la Collada de Villamanín si lo que estaba era pasándomelo cañón? Y llegó el túnel, que marca el punto final de la subida. Me quedé parado dentro, para intentar dar un susto a Jorge y a Buka que venían por detrás de mí, pero nada. Son tipos duros. Hielo en la sangre es lo que tienen. Y a la salida del angosto pasadizo, estaban todos los amigos disfrutando del panorama...
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Luis, Sergio, Buka, Jorge, David, yo haciendo el cafre, Zape, Zipi, Félix y JR al aparato... |
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...el del aparato. |
Comenzamos el peligroso descenso del puerto de Aralla hacia Rodiezmo, que a muchos que no seáis de León os sonará por los mítines que dan por aquí Alfonso Guerra, el sindicalista de turno y gente de ese palo. Toda esta zona es minera 100%, a la cual se la quieren cepillar por el artículo 33. Durante muchas décadas se sacrificaron bajando a los pozos y sacando carbón de las entrañas de la tierra, para quemar en centrales térmicas que producían electricidad con la que el resto de España se desarrollaba. Ahora el carbón se muere, arrastrando tras de sí a las gentes de estas zonas. Y ese resto de España, ahora próspero gracias, entre otros, al sacrificio de las cuencas mineras, dice que claro, no se puede estar dando ayudas toda la vida. SOLIDARIDAD PURA ES LO QUE ES ESO, SÍ SEÑORES. Como nieto e hijo del carbón os digo. Que os den...Y tras este momento de opinión, prosigo.
Como decía, el descenso era peligroso porque el asfalto, o no estaba, o estaba en penosas condiciones, así que era delicado. Pero en cuanto el piso mejoró, rápidamente me coloqué en cabeza, puesto que abandoné en el momento que entramos en un pueblo llamado Poladura de la Tercia....Poladura....Vamos, que paré para sacarme una foto...Poladura...Y, cómo no, se me sumó uno que ya me sabía yo...
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No quedó como yo esperaba, pero valdría. |
Pero este momento creativo lo íbamos a pagar porque, ¿acaso pensáis que la Grupeta nos iba a esperar por esto? Pues no. No valoran el arte, así que, como entre pitos y flautas, nos tiramos minuto y medio, casi dos, haciendo el gañán, pues había que enlazar.
Los siguientes 5 ó 6 kilómetros no los recuerdo muy bien porque no hacía más que pensar que las fuerzas que me quedaban para pasar decentemente la Collada de Villamanín, las estaba tirando por la borda para enlazar. Y efectivamente, cuando enlazamos fue justo en Villamanín, al inicio de la Collada del mismo nombre.
La consecuencia inmediata fue que me descolgué desde el minuto uno, comenzando mi calvario. No encontraba el ritmo adecuado. En bielas mal, sentado peor. Tuvieron que pasar dos kilómetros hasta que agarrase una marcheta lo suficientemente cómoda como para llevar buen ritmo y poder comer algo de los bolsillos de atrás..."¡OH NO!", exclamé con miedo en mis ojos. "Tengo sensación de hambre y no me queda nada de comer". Ingredientes éstos para conseguir una pájara rica rica y con fundamento.
Pero en éstas, apareció mi salvador del sábado. El Bukanero. Su gel y su compañía en ese momento de mierda, fueron lo más grande del día. Él, que está como un toro y podría estar tirando del grupo y sacando los ojos a todos los demás, estaba echándome el cable del millón. ¡GRACIAS BUKA!
Y conseguí llegar a la cima cual cadáver humano. Y me tiré para abajo como un poseso del descenso. Tenía que recortar en la bajada lo suficiente como para que Buka enlazase con el grupo y subiese con ellos las Cuevas. Sí amigos. Quedaban las Cuevas de Valporquero. ¿Y sabéis quién las iba a subir? Rita, porque yo ya no estaba para esa subida. Me dieren unos calambres muy feos en los compases finales de la subida de Villamanín y el forzar se va a acabar.
Total. Que Buka y yo, una vez más teníamos que enlazar. Yo le daba los relevos que podía, mientras que él tiraba como un demonio. Justo a la entrada de Felmín, enlazamos con el grupo y yo me quedé en el bar del pueblo tomando unas recuperadoras viandas. Buka enlazó. Lo conseguimos.
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Los máquinas de Las Cuevas |
Una vez que la tropa bajó de Valporquero, me reincorporé al grupo con las fuerzas otra vez a punto gracias a dos tapas de sardinas. Las odio, pero estaba muerto. Comenzamos a rodar en dirección a casa con ganas y buen ritmo. Dado que había lastrado algo a los compañeros, tiré todo lo que pude. Tampoco fue demasiado ya que por mucho omega 3 que tengan las sardinas, tampoco hacen milagros, así que en cuento llegamos a Robles y enfilamos la carretera del Torío, los galgos de verdad comenzaron a tirar en serio.
"¡Ven aquí atrás, Dani! ¡A la oficina!", sugirió Jorge, siempre astuto como el que más. Como el que más, que es JR. Así que hasta León, Jorge, JR y yo estuvimos chupando rueda. Sí amigos. Así fue. Y ahora me pregunto. Yo tengo escusa, ¿pero ellos? Dejo esta pregunta al aire para que la Grupeta la valore.
Por fin llegamos a León. Ya había ganas, pero más ganas hay de volver a juntarnos todos. La conclusión del día es que con compañeros así, nunca caminarás solo.