Hoy, tras una conversación mantenida ayer con un compañero ciclista, decidimos de común acuerdo liarnos la manta a la cabeza y superar, por primera vez en el año, la barrera psicológica de los 100 km. Para ello tuvimos que escoger una ruta acorde con el evento, y escogimos una en la que, si bien no hay ningún puerto importante, el "sube y baja" es continuo. Mirad esta fue: León-Barrio-Boñar-La Vecilla-La Robla-León
A la hora prevista, pasé a buscar al compañero José. El frío era intenso y José, al menos a priori, me iba muy fresco. Pronto descubriríamos que, gracias al ritmo con el que iríamos, nos sobraría ropa.
Salimos de León. Primer repecho. La subida de Castrillino. El ritmo que, sin palabras, nos imponemos, es alto. Rápidamente, dejamos la animada conversación que estábamos teniendo, puesto que hacía meses que no coincidíamos. No importó, ya que la mañana se proveía larga, así que agachamos la cabeza y hasta arriba.
Mientras subíamos Castrillino, los dos estábamos pensando, más que en la subida en sí, en los dientes de sierra que marcaba el perfil para los siguientes 25 km.
Repecho tras repecho, nos agarramos fuerte a la cruz del manillar y para arriba. Sin hablar. Sin descansar. Sin rendirnos. Hasta que, por fin, llegamos a la bajada que nos conduce a Barrio de Nuestra Señora. Allí tomamos la carretera que nos llevaría a Boñar. El pueblo de mis familiares, así que la ruta de hoy tenía para mi un componente especial, dado que siempre resulta agradable pasar por mi pueblo.
El camino hasta Boñar, si bien parece fácil y plano, es muy engañoso porque "pica" hacia arriba de manera continua. Aquí ya nos centramos en hablar José y yo. Que si estos toques biomecánicos por aquí (el compañero controla del asunto), que si estas batallitas por acá, que si no me bebes nada de agua Dani (pues tiene razón el condenao....te voy a empezar a hacer caso). Total, que cuando nos quisimos dar cuenta estábamos en Boñar, la Villa más guapa.
Ahora nos volveríamos a enfrentar a subidas duras hasta llegar a La Robla. No nos quedaba más remedio, así que para mentalizarnos y como no nos iba a dar tiempo más adelante, porque ya me conozco yo esto, pues hice la foto de rigor de toda gran salida.
José, una señora que pasaba por allí y yo. |
Tras duros repechos, llegamos a La Robla. La temperatura que había alcanzado la mañana, si bien no era muy elevada, era lo suficientemente alta como para no molestar, hasta que llagamos aquí. Sin darnos cuanta y sin saber por qué, en esta localidad los termómetros se desplomaron. Para poner más mordiente al asunto, el viento comenzó a soplar en contra, con lo que el camino a casa se proveía más duro de lo pensado.
Llegando a otra de las localidades de la ruta, Lorenzana, tuvimos que tener el incidente con el conductor ignorante de turno. SÍ SEÑORES!!! DE DOS EN DOS SE PUEDE CIRCULAR!!! (espero que lo lea alguno, hombre)
Los kilómetros empezaban a notarse y a José se le empezaban a hacer pelota los últimos kilómetros, pero al no poder salir más a rodar por los exámenes, era normal, pero creo que voy a empezar a preparar el gancho con el que me llevará en breve, ya verás.
Ya en León, nos cruzamos con un ciclista que no reconocí, pero que por la tarde descubriría quién era.
Llevé a la tienda de bicis a la que suelo ir, el hierro, para que me hicieran una revisión. Allí está el que pasa por ser uno, si no el mejor mecánico de León, a pesar de que no le guste ser considerado así, pero si realizásemos una encuesta entre los cicloturistas de la zona, creo que el resultado sería muy favorable en su favor.
Pues bien. ¡¡El ciclista misterioso era él!! A parte de saber de mecánica, las rutas que él conoce, poca gente sabe que existen. Espero tener la suerte de salir alguna vez con él.
Pues este ha sido el resumen del primer día que he superado, junto con don José, la barrera psicológica de los 100 km. Espero que os guste.
Adiós a todos!!