Ya, ya lo sé. Más de un mes sin escribir nada. Es demasiado tiempo y no hay discusión. Pido disculpas. Pero he de haceros una apreciación. ¡Estoy haciendo unas rutas tan cojonudas y con gente tan estupenda, QUE NO SACO TIEMPO PARA NADA!
Y parece difícil esto que digo, pero es la pura verdad. Mis semanas se basan en sacar tiempo para rodar con "La Americana", pensar lo que hacer el fin de semana y trabajar, además de otros trámites como pueden ser comer, dormir y de más necesidades que no vienen al caso.
Como CLUB CICLISTA ASFALTO LEÓN hemos hecho un montón de cosas desde la última entrada, que describía Los 10.000 del Soplao. Escoger sólo una se hace muy difícil, por no decir imposible. En cada una de las rutas que hemos llevado a cabo han pasado cosas increíbles, o hemos rodado por puertos impresionantes, pero lo que más llama la atención de todo es que nos hemos convertido durante estos meses en una pequeña piña. Pequeña pero muy dura y firme.
Os pondré varios ejemplos para que comprendáis un poco a lo que me refiero.
Un domingo cualquiera del mes de julio. Tenemos la mañana libre pero no nos apetece nada de nada salir desde León. Queremos ahorrarnos esos kilómetros pestosos que nos separan de rutas muy chulas que trascurren por la zona de Las Hoces de Vegacervera y de más.
El Titán de la Sobarriba, ese compañero enorme en todos los sentidos, decide aguantar a dos personajes inquietos y, en cierto sentido, algo rarillos como somos Buka y un servidor. Vamos hasta Pardavé con la furgo de Cecilio a la que, por cierto, habría que poner nombre porque ya es una más de nuestro clan. Hacemos una rutilla hasta Piedrafita la Mediana. El plan sería unir con las Hoces de Valdeteja por la Collada del mismo nombre, para volver de La Vecilla a Pardavé. Una gran ruta sin duda.
El problema surgió cuando Buka hizo mejor los cálculos y vio que se le hacía demasiado tarde. Al mismo tiempo, "Los Vega", Susana y Juan Carlos, no quisieron madrugar y estaban por La Vecilla. La primera historia terminó comiendo croquetas en un bar de Vadepiélago, "Los Vega" y yo, uniendo lazos, y Cecilio y Buka, con una ruta de 60 km más que digna, con la guinda de la subida a Rodillazo. La moraleja de esto fue que la cosa es querer hacer las cosas. De habernos dejado llevar por el "se me hace tarde" o el "es que vais muy rápido" no hubiésemos hecho nada, porque somos todos colegas, nos adaptamos y hemos creado el Club para gozar entre colegas, no para competir entre nosotros.
La segunda historia que me parece más que reseñable se centra en una persona en concreto. Es otro miembro de la piña que hemos creado, llamada CLUB CICLISTA ASFALTO LEÓN, y al que durante el año pasado y escuchando mis historias, viendo mis fotos y leyendo mis paranoias, le picó el gusanillo de la bicicleta de carretera. El protagonista es Manuel.
Sus piernas tienen unos 2000 kilómetros esta temporada, o lo que es lo mismo, durante toda su vida. También tienen muchas ganas por descubrir algo que le llama la atención, el CICLOTURISMO. Y también tienen muchísimo valor ya que sin ser muy consciente de lo que iba a hacer, se apuntó a una ruta, un domingo cualquiera, otro más, que además de preciosa es tremendamente exigente. Subiríamos la friolera de tres puertos. Manuel nunca había asumido un reto físico igual, aunque se veía capaz. De hecho, físicamente nadie tenía dudas de que lo lograría. Lo que ese día iba a descubrir es que el desafío de subir puertos es más mental que otra cosa.
Primer escollo. San Isidro. Lo subimos fácil y Manuel va perfecto. Segundo escollo. La Colladona. Manuel no parece flojear aunque yo ya observo que está gastando demasiado. Hacemos una parada para comer algo y, a pesar de haber terminado más que bien, todos los presentes en la ruta, que éramos Rubén, David, Vega y yo, además del propio Manuel, vemos que le falta la chispa del principio, sin embargo y debido a que somos una piña, ni el propio Manuel es consciente de tal circunstancia.
Tercer escollo. Tarna - Las Señales. Además de este verdadero puerto de primera categoría, Vega nos metería por un desvío y así sumar una nueva emboscada en su lista de premios extra, que no son pocos. Una buena ruta de Vega, siempre tiene un premio. Tanto esto del premio, o mejor dicho, emboscada, como la propia aproximación al puerto propiamente dicho, minan finalmente las fuerzas de Manuel. Cada uno subíamos el coloso a nuestra bola y Manu, lo hacía en solitario, hecho que dinamitó su resistencia mental.
Termino de subir Tarna y me doy la vuelta a por el último. Siempre hacemos esto porque hemos salido como colegas a pasar una buena mañana. ¡Somos una piña, maldita sea! Encuentro a Manuel, acalambrado y, lo peor de todo, con el ánimo por los suelos.
- Bébete este bidón de agua fresca.
- Si no es cuestión de eso es....
- ¡Que lo bebas, coño! Ya no queda nada (era mentira)
- No puedo, tío.
- Sí puedes, hostia. Te subes y yo te ayudo.
No sólo pudo con Tarna. Subió Las Señales y, lo mejor de todo, ahora quiere volver a Tarna a demoler sus límites y también aprendió que la mente también da muchos pedales.
SALIMOS JUNTOS. LLEGAMOS JUNTOS.
La tercera de las historias ocurrió durante una de las Marchas Cicloturistas a las que hemos ido. La León - León. El equipo que llevamos a esa prueba era ganador, sin duda.
Teníamos un objetivo claro. Fernando debía de terminar la prueba. El hecho de crear un Club, en ningún momento indicaba que sólo seríamos amigos el año en el que fuésemos finos todos. Cada uno tenemos años buenos, rachas malas y de más.
Este año, Fernando no ha podido entrenar y no anda un pimiento, pero sigue siendo igual de importante y necesario como Óscar, con el que hay que salir en moto para poder aguantarle el ritmo y sigue haciendo podiums, carrera tras carrera, en la Copa BTT de Portugal.
Hasta el avituallamiento, que estaba en la Collada de Valdeteja, tras habernos descolgado alguna que otra vez, llegamos más o menos bien. Fernando decía que no soñaba con llegar tan lejos, pero nuestras órdenes de equipo eran claras. Fernando acabaría.
Continúa la marcha. Salimos de Las Hoces de Vegacervera, enfilamos la carretera del Torío y nos vemos David, Óscar, Cecilio y yo en Garrafe, en la parte de delante. Sabíamos que un grupo rodaba por detrás de nosotros y, más que imaginar, esperábamos que Fernando estuviese con ellos. Nos descolgamos y nos pasa toda la marcha. Ni rastro de Fernando.
Vemos el bar que hay en Palazuelo de Torío y nos parece la mejor de las ideas entrar a pedir unas cañas, con el dorsal puesto, mientras llega Fernando porque, eso sí, sabíamos que llegados a este punto, no abandonaría.
Pasa la ambulancia y, a lo lejos, la furgoneta de fin de carrera. Justo delante, ahí estaba Fernando. Nos bebemos las cañas de un trago y rodeamos a nuestro compañero.
- Me dijo la chica de la ambulancia que le diese el dorsal pero me he negado.
- ¡Pues vamos a por ella!
Nuestro objetivo ahora era adelantar a la ambulancia y demostrarle que somos mucho más que un Club Cicloturista. Somos colegas, somos amigos, somos duros y somos tenaces.
Y poco antes de entrar en Navatejera, logramos el objetivo de adelantar a la ambulancia y entrar en el pelotón. ¡VICTORIA!
La enseñanza de esto fue que, además de gente con la misma afición y, más o menos, la misma idea, que se unieron para crear un club ciclista, demostramos ser una piña de colegas. Siempre ganamos.
La cuarta y última historia, me sitúa en el bar, trabajando. Estaba de tardes y era sábado. Eso siempre merma mi capacidad de rutas para los domingos porque salgo a las tantas y normalmente quedamos para hacer alguna ruta guapa por aquí los sábados. En esta ocasión, David y yo habíamos ido a subir por el "esterratto" de La Mina.
Pero dos amigos iban a estar solos el domingo en Quirós. No sé hacer demasiadas cosas pero llenar espacio es fácil, con lo que madrugar el domingo para dar unas pedaladas por Bandujo y La Cruz de Linares al lado de mis amigos fue todo un placer y el sueño y la pereza no son excusas si de lo que se trata es de tirar del pelotón cuando hay alguna rampa dura. Yo soy gregario y me gusta ayudar.
Así que, ya veis que si no he escrito más es porque no encuentro tiempo y hoy, que he decidido descansar, quería poneros al día un poquito de todo. En nada me pongo con la siguiente entrada que ya tengo en mente. La subida al Puerto de Trobaniello, en donde os presentaré a Rubén, otro personaje necesario. Un gran tipo.
Y parece difícil esto que digo, pero es la pura verdad. Mis semanas se basan en sacar tiempo para rodar con "La Americana", pensar lo que hacer el fin de semana y trabajar, además de otros trámites como pueden ser comer, dormir y de más necesidades que no vienen al caso.
Como CLUB CICLISTA ASFALTO LEÓN hemos hecho un montón de cosas desde la última entrada, que describía Los 10.000 del Soplao. Escoger sólo una se hace muy difícil, por no decir imposible. En cada una de las rutas que hemos llevado a cabo han pasado cosas increíbles, o hemos rodado por puertos impresionantes, pero lo que más llama la atención de todo es que nos hemos convertido durante estos meses en una pequeña piña. Pequeña pero muy dura y firme.
Os pondré varios ejemplos para que comprendáis un poco a lo que me refiero.
Un domingo cualquiera del mes de julio. Tenemos la mañana libre pero no nos apetece nada de nada salir desde León. Queremos ahorrarnos esos kilómetros pestosos que nos separan de rutas muy chulas que trascurren por la zona de Las Hoces de Vegacervera y de más.
El Titán de la Sobarriba, ese compañero enorme en todos los sentidos, decide aguantar a dos personajes inquietos y, en cierto sentido, algo rarillos como somos Buka y un servidor. Vamos hasta Pardavé con la furgo de Cecilio a la que, por cierto, habría que poner nombre porque ya es una más de nuestro clan. Hacemos una rutilla hasta Piedrafita la Mediana. El plan sería unir con las Hoces de Valdeteja por la Collada del mismo nombre, para volver de La Vecilla a Pardavé. Una gran ruta sin duda.
El problema surgió cuando Buka hizo mejor los cálculos y vio que se le hacía demasiado tarde. Al mismo tiempo, "Los Vega", Susana y Juan Carlos, no quisieron madrugar y estaban por La Vecilla. La primera historia terminó comiendo croquetas en un bar de Vadepiélago, "Los Vega" y yo, uniendo lazos, y Cecilio y Buka, con una ruta de 60 km más que digna, con la guinda de la subida a Rodillazo. La moraleja de esto fue que la cosa es querer hacer las cosas. De habernos dejado llevar por el "se me hace tarde" o el "es que vais muy rápido" no hubiésemos hecho nada, porque somos todos colegas, nos adaptamos y hemos creado el Club para gozar entre colegas, no para competir entre nosotros.
La segunda historia que me parece más que reseñable se centra en una persona en concreto. Es otro miembro de la piña que hemos creado, llamada CLUB CICLISTA ASFALTO LEÓN, y al que durante el año pasado y escuchando mis historias, viendo mis fotos y leyendo mis paranoias, le picó el gusanillo de la bicicleta de carretera. El protagonista es Manuel.
Sus piernas tienen unos 2000 kilómetros esta temporada, o lo que es lo mismo, durante toda su vida. También tienen muchas ganas por descubrir algo que le llama la atención, el CICLOTURISMO. Y también tienen muchísimo valor ya que sin ser muy consciente de lo que iba a hacer, se apuntó a una ruta, un domingo cualquiera, otro más, que además de preciosa es tremendamente exigente. Subiríamos la friolera de tres puertos. Manuel nunca había asumido un reto físico igual, aunque se veía capaz. De hecho, físicamente nadie tenía dudas de que lo lograría. Lo que ese día iba a descubrir es que el desafío de subir puertos es más mental que otra cosa.
Primer escollo. San Isidro. Lo subimos fácil y Manuel va perfecto. Segundo escollo. La Colladona. Manuel no parece flojear aunque yo ya observo que está gastando demasiado. Hacemos una parada para comer algo y, a pesar de haber terminado más que bien, todos los presentes en la ruta, que éramos Rubén, David, Vega y yo, además del propio Manuel, vemos que le falta la chispa del principio, sin embargo y debido a que somos una piña, ni el propio Manuel es consciente de tal circunstancia.
Tercer escollo. Tarna - Las Señales. Además de este verdadero puerto de primera categoría, Vega nos metería por un desvío y así sumar una nueva emboscada en su lista de premios extra, que no son pocos. Una buena ruta de Vega, siempre tiene un premio. Tanto esto del premio, o mejor dicho, emboscada, como la propia aproximación al puerto propiamente dicho, minan finalmente las fuerzas de Manuel. Cada uno subíamos el coloso a nuestra bola y Manu, lo hacía en solitario, hecho que dinamitó su resistencia mental.
Termino de subir Tarna y me doy la vuelta a por el último. Siempre hacemos esto porque hemos salido como colegas a pasar una buena mañana. ¡Somos una piña, maldita sea! Encuentro a Manuel, acalambrado y, lo peor de todo, con el ánimo por los suelos.
- Bébete este bidón de agua fresca.
- Si no es cuestión de eso es....
- ¡Que lo bebas, coño! Ya no queda nada (era mentira)
- No puedo, tío.
- Sí puedes, hostia. Te subes y yo te ayudo.
No sólo pudo con Tarna. Subió Las Señales y, lo mejor de todo, ahora quiere volver a Tarna a demoler sus límites y también aprendió que la mente también da muchos pedales.
SALIMOS JUNTOS. LLEGAMOS JUNTOS.
La tercera de las historias ocurrió durante una de las Marchas Cicloturistas a las que hemos ido. La León - León. El equipo que llevamos a esa prueba era ganador, sin duda.
De derecha a izquierda, David, "El Titán de la Sobarriba" Cecilio, Fernando, Yo y "El Caimán" Óscar. |
Este año, Fernando no ha podido entrenar y no anda un pimiento, pero sigue siendo igual de importante y necesario como Óscar, con el que hay que salir en moto para poder aguantarle el ritmo y sigue haciendo podiums, carrera tras carrera, en la Copa BTT de Portugal.
Hasta el avituallamiento, que estaba en la Collada de Valdeteja, tras habernos descolgado alguna que otra vez, llegamos más o menos bien. Fernando decía que no soñaba con llegar tan lejos, pero nuestras órdenes de equipo eran claras. Fernando acabaría.
Continúa la marcha. Salimos de Las Hoces de Vegacervera, enfilamos la carretera del Torío y nos vemos David, Óscar, Cecilio y yo en Garrafe, en la parte de delante. Sabíamos que un grupo rodaba por detrás de nosotros y, más que imaginar, esperábamos que Fernando estuviese con ellos. Nos descolgamos y nos pasa toda la marcha. Ni rastro de Fernando.
Vemos el bar que hay en Palazuelo de Torío y nos parece la mejor de las ideas entrar a pedir unas cañas, con el dorsal puesto, mientras llega Fernando porque, eso sí, sabíamos que llegados a este punto, no abandonaría.
Pasa la ambulancia y, a lo lejos, la furgoneta de fin de carrera. Justo delante, ahí estaba Fernando. Nos bebemos las cañas de un trago y rodeamos a nuestro compañero.
- Me dijo la chica de la ambulancia que le diese el dorsal pero me he negado.
- ¡Pues vamos a por ella!
Nuestro objetivo ahora era adelantar a la ambulancia y demostrarle que somos mucho más que un Club Cicloturista. Somos colegas, somos amigos, somos duros y somos tenaces.
Y poco antes de entrar en Navatejera, logramos el objetivo de adelantar a la ambulancia y entrar en el pelotón. ¡VICTORIA!
La enseñanza de esto fue que, además de gente con la misma afición y, más o menos, la misma idea, que se unieron para crear un club ciclista, demostramos ser una piña de colegas. Siempre ganamos.
La cuarta y última historia, me sitúa en el bar, trabajando. Estaba de tardes y era sábado. Eso siempre merma mi capacidad de rutas para los domingos porque salgo a las tantas y normalmente quedamos para hacer alguna ruta guapa por aquí los sábados. En esta ocasión, David y yo habíamos ido a subir por el "esterratto" de La Mina.
Pero dos amigos iban a estar solos el domingo en Quirós. No sé hacer demasiadas cosas pero llenar espacio es fácil, con lo que madrugar el domingo para dar unas pedaladas por Bandujo y La Cruz de Linares al lado de mis amigos fue todo un placer y el sueño y la pereza no son excusas si de lo que se trata es de tirar del pelotón cuando hay alguna rampa dura. Yo soy gregario y me gusta ayudar.
Así que, ya veis que si no he escrito más es porque no encuentro tiempo y hoy, que he decidido descansar, quería poneros al día un poquito de todo. En nada me pongo con la siguiente entrada que ya tengo en mente. La subida al Puerto de Trobaniello, en donde os presentaré a Rubén, otro personaje necesario. Un gran tipo.