viernes, 18 de octubre de 2019

Empezando el camino improvisando


¡Hola a todo el mundo!

Pues, en efecto, otra entrada muy seguida de la anterior. Síntoma inequívoco de que no puedo salir en bici por alguna razón, en este caso, obras en casa, tema siempre apasionante y que da para un blog entero, pero no me voy a centrar en ello.

De hecho, no tengo ni idea de lo que hablar, pero me apetece escribir. ¿De qué hablo? ¿Del recorrido del Tour 2020? ¿De ciclismo de andar por casa que es mi rollo? Voy a ir centrando el tiro, vamos a ver.

Por ejemplo, deciros que el reto que me he propuesto para el próximo año, además del ya clásico en mí, 10.000 del Soplao, es hacer dos marchas gran fondo seguidas. Como El Infierno Cántabro cae en sábado, me gustaría ir el domingo a hacer otra cicloturista de categoría. La pasada edición coincidía que la TransBizkaia era al día siguiente. A ver si con un poco de suerte vuelven a caer así, porque el recorrido de esa prueba vasca tiene una pinta fantástica. Sería encadenar los 220 km del Soplao con 180 km de la TransBizkaia.

Me motiva un montón la idea. Además, este año lo estuve hablando con un mito del pelotón español como es Igor Antón, que disputó las dos y como coincidimos en un pelotón varios kilómetros durante El Soplao hasta que yo decidí atacar (para atrás), me dijo que es un buen reto y que a él se le haría duro, así que imaginad a mí. Pero lo que más me motivan son estos retos de hacer kilómetros más que lo de hacer medias altas. Fondista que salí, chico, qué le vas a hacer.

Ya tengo hasta pensados algunos entrenamientos de cara a preparar el asunto, como sería ir desde León al Puerto de San Isidro y volver. Salen 180 kilómetros o así. Hago esto y al día siguiente otra ruta que pase de cien kilómetros y queda una preparación muy chachi.

Y por cierto, después de analizar El Soplao 2019 en el que sufrí como en mi vida, ya creo haber determinado las causas de ello. Resulta que como se preveían altísimas temperaturas (durante la prueba superamos los 40 grados mucho rato) yo quise prepararme como tiene que ser. No tenía miedo a esa temperatura, de hecho, para mí era un sueño hecho realidad, pero sí es verdad que no quería deshidratarme, así que el día antes, qué sé yo, bebería cinco o seis litros de agua y no os estoy exagerando ni un ápice. El resultado de ello fue que con tanta agua, arrastré muchas sales-minerales del cuerpo con lo que al día siguiente tuve calambres. Se me hizo tan duro, maldita sea. Pero he aprendido la lección y este próximo año volveré a por todas con el reto de dos marchas gran fondo consecutivas. ¡A tope!

Y todo esto, si me dan los días en el curro, si no hay lesiones de por medio y un largo etcétera de situaciones que no dependen de mí, así que no me preocupan. Si los astros se alinean, cumpliré mis propósitos. Y algún cambio de cara al futuro más próximo voy a tener. Y esto va referido a materiales.

Hace unos años y no pocos porque el tiempo pasa que es terrible, decidí montar el compact en los platos, es decir, 50-34. En su momento lo escogí así porque como el gusanillo de competir se me había quitado de golpe después de cascarme una rodilla, pues pensé en tomarme la bici más en plan tranqui. Pero han pasado los años y si bien no voy a ponerme un dorsal (no se me ocurriría tal cosa ahora que rozo los 40 tacos, joder), sí es verdad que con el compact voy silbando. Si es que este año he subido Pajares, salvo las curvas del final, con el plato grande, leñe. Vale que me gusta ir algo trabado siempre, pero es antinatura. Y digo esto como descripción de una situación, no para tirarme el moco y decir que soy la reencarnación de mi idolatrado Bartali. Yo soy un tuercebotas más.

Y he pensado que mientras la maquinaria (el menda) lo pueda aguantar, voy a montar de platos 52-36, que tampoco es mi antiguo 52-39, ni tampoco aquel salvaje 52-42 que tuve montado bastante tiempo, pero que se debía a los tiempos que corrían, no a una elección personal. Aún recuerdo subir Valdorria con aquella combinación 42-25 propia del hombre de las cavernas. ¡Qué dolor de patas, de brazos y de espalda!

Además, también voy a poner una potencia de 80 milímetros y las bielas puede que las cambie también y pasar de 175 a 172’5 milímetros. Varios cambios voy a tener en La Americana, pero creo que me van a venir bien después de mucho meditar y muchas pruebas. Necesitaré un mes o algo más para adaptarme a todo ello, pero entramos en una época propicia para estas cosas

Repasando la entrada, veo que al final ha quedado bastante bien armada así que habrá que ir cerrando para poder tener algo de lo que hablar en sucesivas ocasiones, no vaya a ser que me quede mudo y me dé algo. Aquel que haya rodado conmigo sabe que esto es harto difícil, en fin. Nos vemos, compañeros y compañeras del metal.

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