¡Hola a todo el mundo!
La verdad es que hace mucho tiempo que no escribo una entrada, de esas que solía escribir a diario, con una ruta para nada especial. Una ruta, sin más. Un entrenamiento como otros tantos.
Pero, como si lo analizamos bien, cualquier ruta en bicicleta es algo especial, ¿por qué no analizar lo sucedido en la primera ruta puramente otoñal del año?
Porque, en efecto, niños y niñas, hoy, domingo, día dos de noviembre, ha llegado el otoño. Así, de golpe. Hasta ahora habíamos tenido lo que se conoce desde este año como el "veroño". Una mezcla estacional muy extraña. Bienvenidos al cambio climático.
En esta época del año y debido a mi horario laboral, sólo puedo salir a rodar con "La Americana" cuando estoy currando por las tardes, o bien, los domingos que no curro, así que hoy tocaba. Ya tenía muchas ganas después de una semana dándole duro a lo que yo llamo bicicleta de mentira, esto es, la de spinning del gimnasio.
A mí, como alguna vez os he comentado, lo que me gusta es subir. Donde esté un buen puerto, que se quite todo lo demás. Esos paisajes, ese esfuerzo, esa satisfacción. Ese todo. Pero para llegar a esos momentos, hay que entrenar y hay que estar preparado para soportar varias horas sobre la bici, tener resistencia, tanto física como mental.
Y en días como el de hoy, es donde se van fraguando los grandes objetivos. Día oscuro y fresco. El típico día en el que dormir hasta las doce y luego salir a tomar el vermouth es la mejor opción. Si consigues vestirte de romano e ir a entrenar, ya estás acercándote a esos grandiosos objetivos junto a un letrero marrón con el nombre de algún puerto famoso.
La verdad es que nos quedan por delante un montón de días como el de hoy y, sobre todo, días peores. Peor aún el cuerpo estaba en modo calor. Hoy ha sido mi primer día con camiseta térmica y culote de invierno.
Por dónde rodar era algo que ya tenía decidido, sin embargo, en otoño-invierno, el rumbo depende mucho de la posición de las nubes. El norte, para mí hoy no era una opción. No me apetecía. Quería unas dos horas y media o tres horas de rodaje. Rodaje continuado. Es decir. Llano. Piñones pequeños todo el rato. Eso acotaba mis rutas al sur.
Aquí os voy a dar un consejo y una herramienta que puede lograr que no os pille una nube mal colocada. Hay una aplicación que te informa y alerta acerca de la posición de las precipitaciones. Insisto. DE LAS PRECIPITACIONES. No de las nubes. Puede que el cielo esté cubierto pero que no esté lloviendo. En ese caso, esta aplicación no te avisará. Bueno. Se llama alarma de lluvia y es gratuita. Es una aplicación fantástica y que funciona genial. A mí me ha librado de alguna chupa de agua.
Como os decía, mis alternativas eran sureñas, así que llegaría hasta Villadangos y allí optaría si ir hasta Benavides o hasta Santa María del Páramo.
Nada más llegar a La Virgen del Camino, comprobé que mis opciones se acotaban muchísimo más, ya que para la zona del Órbigo había niebla y estaba el día muy feo, con lo que una vez llegué a Villadangos, tocaba ir hasta Santa Mª del Páramo.
Y la carretera que une ambas poblaciones, unos 20 km, cuenta con una recta de unos 15 km. Es decir y en una palabra, apasionante. Zona del páramo, llana y recta kilométrica. Os presento lo que viene siendo entrenamiento mental.
Rodar, rodar, rodar y rodar. Los puertos duros también se suben gracias a mucho esfuerzo mental, así que este llano entrenamiento, me iba a servir de mucho.
Mi intención era ir siempre con más de 95 pedaladas por minuto y a 30km/h, cosa que más o menos conseguí. Esto supone que mientras estoy escribiendo estas lineas, noto en las piernas el esfuerzo realizado. Vamos, que hoy me he castigado un poquito.
Pero al final de la ruta, la satisfacción es muy parecida a cuando subes un gran puerto. Hacer una etapa, tú solo y por el llano, a veces se puede hacer igual de duro que una rampa muy empinada, así que una vez que llegué a León, estaba feliz como una codorniz.
El resumen del día es que hoy he comenzado a preparar los grande puertos con una ruta de 200 metros de desnivel acumulado. No hay que menospreciar el terreno llano por pestoso que sea. Todo suma, amigos y amigas.
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