domingo, 16 de marzo de 2014

El territorio que siempre se nos va de las manos.

¡Hola a todo el mundo!

El sábado, la Grupeta Cicloturista León tenía prevista una de esas rutas que hacen que te plantees si acompañarles en sus locuras o no. Sus ruedas girarían por uno de los entornos más espectaculares que hay en la provincia de León. La zona de Valdeteja. 

Seguidamente, Jorge, miembro honorífico de la Grupeta, os presenta el siguiente gráfico que atestigua que la Provincia de León, a sólo 50 Km de la capital, cuenta con parajes, cómo decirlo...acojonantes...

Jorge, mostrando el gráfico.
Pero me surgía un problema. Si bien no estoy del todo mal, o no tan mal como cabría esperarse después de unos cuantos meses de parón, lo más probable era que si me embarcaba en esta ruta, lo pagaría durante un tiempo. Demasiados puertos para tan pocos kilómetros en mis piernas.

Así que mi misión era encontrar a alguien de la Grupeta que no tuviese ganas de hacer el León, Hoces, Valdeteja, bla, bla, bla. 

Un par de mensajes en el grupo del Whatsapp me dieron a entender que otro de los miembros honoríficos del grupo, no tenía muchas intenciones de ir hasta allí arriba. 

-Son las doce de la noche y me estoy tomando algo.

Me pareció que a partir de este mensaje, yo podría sacar un compañero para mi mañana de rodaje.

-Buka. Yo no voy a ir con estos. No tengo el chichi pà farolillos. ¿Te apuntas a rodar conmigo?

Y en efecto, el Bukanero no me iba a fallar. Tuvimos que aguantar a algún que otro gracioso que nos llamó nenas y todo eso por no querer ir con todos, pero teniendo en cuenta que un miembro de la Grupeta es Patri y anda como un tiro, nos sentimos realmente halagados.

Así que a una hora no demasiado temprana, quedamos en el Arco de la Cárcel, muy apropiado nombre tanto para Buka como para mí. Había que decidir la ruta a seguir. 

Yo lo que quería, era hacer kilómetros y Bukanero estaba en la misma onda que yo. La duda era si en medio de todos estos kilómetros nos apetecía subir algo medianamente serio o no.

-¿A ti qué te apetece, Dani?
-¡Kilómetros sin subida, coño!

Decidido. Había que llanear. La ruta elegida, en principio, era ir hasta Benavides y luego ya veríamos, así que pusimos rumbo a La Virgen del Camino, lugar por el que se accede a toda aquella zona.

Las charlas que solemos tener Buka y yo, menos de ciclismo, suelen tratar de multitud de temas. En principio, escogimos uno muy, pero que muy deportivo.

-¡¡Si es que a los autónomos nos están sangrando, todos estos hijos de p....!!
-¡¡Que sí!! Que son todos unos ladrones.

Nos podemos empezar a hacer a llamar, perfectamente, los ciclistas antisistema, os lo aseguro. Quedamos de un relajado que alucinas. En principio, ves cómo te suben las pulsaciones a mil, por todo esto de la discusión, pero luego quedas como una malva.

Poco a poco, nos estábamos acercando ya a Benavides. Toda esta zona, está bañada por el río Órbigo. Si no sois de León los que podáis estar leyendo esto, quizás este río os traiga sin cuidado, pero la próxima vez que toméis una birra, acordaros de él, porque baña a más del 80% del lúpulo del que se hacen todas las cervezas de España.

La zona no es completamente llana. No son los Alpes, en efecto, pero está plagada de cambios de rasante que, si vas a un buen ritmo como era nuestro caso, cada dos por tres sientes un cosquilleo muy rico en las piernas.

Tocaba llenar el bidón y comer algo y qué mejor lugar que en Benavides. Así podríamos concretar eso de "ir hasta Benavides y luego ya veríamos". ¿Qué significaba eso de "luego ya veríamos"?



Siempre que vamos hasta esta zona, yo no sé por qué, pero solemos tener ciertos problemas de cálculo de distancias. Aún recuerdo aquel día en el que salimos con intención de hacer 80 Km y por hacernos caso de Elías, nos salieron 110 Km de esos que no te esperas. Y ocurrió también por esta zona. Al fin y al cabo, esto es territorio de los amigos del Club Ciclista Astorga.

El Bukanero tuvo una gran idea. Una vez en Carrizo, le pareció lo mejor del mundo, ir hasta Llamas de la Ribera porque así alargaríamos la ruta unos diez kilómetros más. Y aquí estuvo nuestro error de cálculo porque de diez, las narices.

En cuanto pasamos Carrizo, como si de una advertencia a nuestro error se tratase, comenzó a sopla viento en contra que dificultaba más y más nuestra marcha. Además, como el Buka comprobó que yo no estaba tan mal, tan mal, avivó mucho el ritmo, lo cual convirtió la ruta en una ruta normal y corriente. De esas en las que uno tira un poco, el otro un poco más y el que está más fuerte, cruje al más débil, en este caso, yo.

La verdad es que, a pesar de los 30 km extra que me metió el Buka con calzador, no se me hicieron largos, salvo por el pequeño detalle de que habíamos cambiado de territorio. Yo no nos movíamos por la zona de Benavides y Carrizo. Ahora estábamos en territorio "Omañas", lo que significa repechos duros y, a nada que te desvíes, te encuentras con un puerto de segunda, así que debíamos de ir con cuidado.

Durante esta breve incursión por el "territorio Omaña", yo me tuve que servir de la firme rueda de mi compañero de andanzas. El viento, mi falta de rodaje y el hecho de que el Bukanero avivó el ritmo, hicieron que mi paso por este territorio se me hiciese pelota, pero al llegar al cruce que nos reconduciría a León, mis piernas se recuperaron y empecé a dar algún relevo.

Paramos en Cimanes del Tejar porque necesitábamos reponer un poco de agua. Que si una meadita, que si el recuerdo de una pájara de hace unos añitos por esta zona y proseguimos. Lo más complicado que nos quedaba eran los repechos de la carretera que nos llevaría a León. La del Ferral. Casi totalmente recta y con continuos toboganes de quinientos metros. 

El primero de ellos lo encabezó mi compañero. Yo me agarré a su rueda como si no hubiese mañana. Aguanté como pude. En la bajada me hizo una confesión que me dio la motivación suficiente como para tomar los mandos durante el siguiente repecho.

-¡Pues estás fuerte, perra!

Así que me puse en bielas con el plato grande, apreté los dientes y leña. Hasta que se acabase el repecho. Y de ahí hasta el final del día, que no puedo calificarlo de otra manera que no sea como fantástico.

En efecto, se nos fue de las manos, porque lo que iba a ser una ruta de unos 75 Km, al final se quedó en una de casi 100, pero lo hicimos como dos paisanos, sí señor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario