viernes, 3 de mayo de 2013

Daba igual todo.

¡Hola a todo el mundo!

Teniendo como telón de fondo la pedazo de ruta que nos vamos a aplicar mañana (más de 130 km, casi 2000 metros de desnivel, galgos por todos los lados) hoy decidí salir a subir algo. Por si acaso mañana no me quedaba conforme, ya sabéis.

Lo hice en solitario, cosa que siempre es mucho más aburrida. Pero dado que en los últimos días hemos sufrido por aquí una recesión, ya no sólo económica, sino que también hemos sufrido una recesión al invierno, el solo hecho de ver el cielo plenamente despejado, incitaba a rodar.

"¿Me pongo la térmica? ¿Y los manguitos?" Así todo el rato. Con este loco tiempo no se sabe, maldita sea, pero como soy un friolero, me cubrí de capas por si las moscas.

Ha sido una ruta muy curiosa porque no hacía más que pensar en la de mañana. Qué ganas de reencontrarme con la Grupeta. Hace un montón que no salgo con ellos y mañana lo haré, así que voy a darles guerra de narices. Así no se olvidan de mí.

Pero centrándonos en la que hice hoy, una cosa tenía clara. Quería subir "El 18", mítica subida leonesa, pero no por el hecho de la dureza de alguna de sus rampas, sino por las vistas que hay en la cima. Sí. Por eso. Yo soy así de cicloturista. El problema era que tampoco quería meterme la kilometrada padre, así que el paso previo "al 18" era mi odiada subida de "La Hoja". No soporto subir esto, madre mía.

Pero no quedaba más remedio, así que una vez que llegué a Lorenzana, apreté, como se suele decir, un huevo contra otro, y tiré para arriba. Ya lo he dicho en alguna otra ocasión, pero "La Hoja" no es que sea una subida dura, pero yo le tengo un asco especial. Tráfico, viento, subida discontinua...lo peor.

Pero igual que llegó, se fue, así que una vez que tomé el desvío del 18, todo cambió. La montaña emergió tan preciosa como siempre. Gran parte de ella estaba nevada, otra parte estaba vestida de un verde oscuro, cada vez más claro. Y el cielo no podía estar más azul...


Bajé hasta Rioseco de Tapia. Lo que estaba descendiendo en ese momento, minutos más tarde debía de subirlo. Esta bajada es una de esas en las que pienso en lo más profundo de mi corazón que alguna vez me voy a caer. Tiene varias curvas rápidas y la pendiente te permite alcanzar con facilidad los 70 km/h. Si a esto le sumamos que a mí bajar me encanta y, por lo tanto, me tumbo, acelero, etc, pues eso. Camisa transparente, peligro en el ambiente.

Pero a mí ya me daba todo igual. El espectáculo de la montaña leonesa en un día despejado de primavera me había absorbido. Daba igual que estuviese subiendo "El 18". Daba igual que estuviese pensando que mañana lo iba a pasar genial. Daba igual todo. 

¡Qué pena aquellos que lo único que ven es la rueda trasera del que tienen delante!

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