¡Hola a todo el mundo!
Una de las cosas que más
están llamando la atención de todo el mundo es algo que cuanto
menos resulta sorprendente que llame nuestra atención. Y es que el
hecho de que estando nuestras sociedades en una especie de estado de
letargo, esto hace que haya menos contaminación, menos polución,
menos ruido, menos intervención del ser humano en el medio natural
y, por ende, el planeta está respirando algo aliviado.
La pena de todo este
asunto, además de las obvias consecuencias económicas que pueden
ser catastróficas para muchas personas, es que cuando toda esta
tormenta pase, nos va a importar muy poco la naturaleza y no sé yo
si haremos un análisis en profundidad de la necesidad que tenemos de
ralentizar en la medida de lo posible nuestro impacto en el medio
natural.
Se han convertido en
virales muchas imágenes y vídeos de lugares en los que antes había
una capa de contaminación cubriéndolo todo y estos días ha
desaparecido, de animales campando a sus anchas por el medio de
poblaciones antes ocupadas por humanos y cosas de esas. Sería
interesante analizarlo todo un poco porque parece, si es que había
alguien que no se había dado cuenta antes, de que el ser humano es
una pandemia para el planeta.
Yo no abogo por que
convivamos con corzos, jabalíes, cabras montesas, etc. No estoy
hablando de eso, desde luego. Pero lo que habría que analizar es si
sería posible reducir, no un poco, si no mucho las emisiones
habituales de nuestro día a día porque es un hecho cierto que
nuestras ciudades están muchísimo más limpias estos días.
A parte de la falta de
actividad, creo que el principal causante de toda esta suciedad,
malos olores y boinas de contaminación es el tráfico de los
vehículos a motor. Creo necesario un análisis de esta situación
porque si bien cuando recuperemos una cierta normalidad el tráfico
va a aumentar, habría que plantearse cuánto de ese tráfico es cien
por cien necesario.
Un asunto que, no sé a
vosotros, pero a mí me está dejando claro esta situación de
confinamiento, es que a las personas se les puede aconsejar, explicar
y recomendar mil cosas que son evidentes, como el no tener que salir
de casa, la distancia de seguridad y todos esos comportamientos que
no hacen más que repetirnos las autoridades una y otra vez, pero al
final, se tiene que decretar un estado de alarma en el que la amenaza
de multas parece que es lo que finalmente comprenden las personas.
Lo que quiero decir es
que si sabemos de manera objetiva que la disminución radical del
tráfico ha influido muy positivamente en la salubridad del aire de
nuestros pueblos y ciudades y también sabemos que hasta que no se
prohíben ciertos comportamientos negativos para el resto de la
sociedad, los individuos no dejan de realizar estos comportamientos
absolutamente insolidarios, me pregunto si no habrá llegado el
momento de que alguien tome la iniciativa y regule el tráfico en
nuestro territorio para hacer que ciertas alternativas mucho más
ecológicas tomen más protagonismo del que tienen en pro del bien
común.
El otro día, en una
comparecencia, el Ministro de Sanidad recomendaba la bicicleta como
medio de transporte para moverse de casa al trabajo en medio de esta
situación. No cabe duda de que la bici es un medio de transporte
limpio, silencioso, no ocupa demasiado espacio en nuestras atestadas
ciudades y, además, es bueno para la salud, lo que redundaría en
ese bien común que he mencionado con anterioridad. Ese beneficio
para la salud, visto a largo plazo, es muy positivo de cara a
posibles futuras situaciones de estrés de nuestro sistema de salud
ya que nos encontraríamos con una población en mejores condiciones
físicas y viviendo en un entorno muchísimo más saludable.
Mi deseo es que saquemos
conclusiones positivas de toda esta situación que nos está tocando
vivir, que hagamos una enorme reflexión de todas las situaciones que
estamos observando. Las malas y las buenas, que también las hay.
Debemos de pensar más como sociedad y más en busca de un bien común
y eso pasa por encontrar las consecuencias positivas de una situación
de crisis en todos los sentidos como la que vivimos y profundizar en
ellas.
Compruebo día a día que
no somos capaces de tomar el rumbo de nuestra propia existencia y
hemos de vernos obligados por normas que coaccionen los actos que son
negativos para nosotros mismos, por tanto creo que la solución para
que nuestro mundo sea más habitable pasa por regular, de manera
coercitiva, lo que nos hace mal a todas las personas.
La bicicleta hay que
favorecerla, así como el transporte público, vehículos no
contaminantes, caminar, etc, y habría que frenar el uso de medios de
transporte contaminantes. Si no se frenan de manera taxativa no se
van a dejar de utilizar, por muchas recomendaciones que se lancen,
como una suerte de brindis al sol, y por mucho que la gente crea que
esto es necesario, porque estamos viendo estos días que a pesar de
que todos entendemos que hay que quedarse en casa, muchas personas
tristemente entienden que hay que desplazarse a su segunda
residencia. Si fuésemos dinosaurios, estaríamos a favor del
meteorito.
Deseo que, después de
esta tormenta perfecta en la que nos encontramos a día de hoy, salgo
un enorme y radiante sol que transforme para mejor a esta sociedad
enferma en la que vivimos.
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