¡Hola a todo el mundo!
Hoy tocaba salida con la Grupeta Cicloturista León. Y es que hacía tiempo que no coincidíamos...y sigue haciendo tiempo porque sólo acudimos a la cita el intrépido JR y un servidor.
A pesar de las múltiples ausencias, a JR y a mí no nos importó y comenzamos a pedalear rápidamente en dirección a La Robla. "Podemos subir El Rabizo para volver", sugirió JR. "¡Venga!", exclamé yo de manera ingenua.
El Rabizo es una subidita corta pero muy traicionera. Discurre por una carretera muy ancha, con lo que no da la sensación de que estás subiendo algo gordo y, de hecho, no lo es pero tiene tramos al 9%, así que no es un paseo por el parque precisamente.
Comenzamos charlando animadamente y, para seros sincero,estuvimos así las 2 horas de ruta. He traído la boca seca de tanto hablar. ¡Ha sido genial! Que si esto, que si aquello, que si este sábado tenemos cena de la Grupeta....
Sí amigos. Este sábado tenemos cena de la Grupeta con lo que ello puede suponer. Estad atentos a las noticias ese día porque lo más probable es que salgamos en el parte. Seréis puntualmente informados, os lo garantizo.
Pero volviendo a la ruta de hoy, llegamos a La Robla y como habíamos estado entretenidos, no me paré a pensar que subiría El Rabizo con JR. Y es que la última vez que subí algo mano a mano con él fue en su territorio, en Correcillas. Eso era un dato a su favor. Pero el ataque devastador que me lanzó en la rampa dura del final fue terrible. En 500 metros me distanció en un minuto y medio o así.
Y digo más. Jorge y yo aún recordamos el brutal demarraje que nos hizo palidecer subiendo Aralla. A día de hoy aún nos llamamos por las noches para contarnos una y otra vez la manera que tuvo de jugar con nosotros. Nos hizo sentir como juguetes rotos.
Con este escalador de leyenda era con quien iba a subir El Rabizo. Para ir preparando el terreno, yo traté de persuadir a mi compañero de que el ritmo de ascensión debería de ser relajado. Utilicé un juego psicológico que comienza así. "Bueno JR. Tú aquí vete a tu ritmo..." En este punto, la gente suele decir: "No te preocupes que vamos tranquilos" Y así pasas a marcar tú el ritmo, en este caso, cochinero.
Pero JR se las sabe todas. ¡Menudo es! Y quien empezó a marcar el ritmo fue él. Al principio parecía algo aceptable, pero a medida que iban pasando los metros, yo más jadeaba, cosa que hizo que se creciese , como bien me confirmó después.
Seguíamos subiendo y él intentaba mantener una conversación como quien se está tomando un cafelito a primera hora de la mañana. La carretera discurría por una zona muy bonita. Entre pinos, robles, etc. Todo muy vegetal. Ahora en otoño, la variedad cromática es muy vistosa, así que JR me intentó transmitir sus sentimientos ante esa belleza. La conversación fue esta:
JR: "¡Bua! La verdad es que qué colores más bonitos tienen..."
Yo: "Te odio JR"
Me estaba castigando en la subida, ¡y él pretendía involucrarme en una conversación de cuentos de hadas y piruletas? ¡Lo que me faltaba! JR. Desde aquí te quiero decir que mientras estoy aporreando el teclado para transmitir todo esto, me duelen las piernas. Y la cerveza que me estoy apretando con unas olivas no me calman.
Pero la subida terminó y mi corazón volvió a la normalidad, así como nuestra animada conversación y nuestra amistad. De camino a casa dejé de odiar a JR. Es un gran tipo. Muy intrépido.
¡Hasta la próxima!
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