jueves, 2 de abril de 2020

Diario del estado de alarma: cuidadín con el rodillo.


¡Hola a todo el mundo!

Después de desayunar me puse a mirar algo internet, porque ya paso de la televisión que no hacen más que poner programas con el título “Especial Coronavirus”. ¿Acaso no son todos los programas que emiten “Especial Coronavirus”? Además de todo, los mensajes apocalípticos que lanzan me parecen de lo más irresponsable. Informar con la crudeza que sea necesaria, bien, pero ahondar una y otra vez en ello, cada vez más y más amarillismo en todo ello, es que me parece lo peor. Pienso en alguien que esté un poco al límite de su capacidad o tolerancia mental y sólo doy gracias de que estén las ferreterías cerradas porque si no, esas personas irían en masa a comprar dos metros de cuerda para colgarse.

Después de este pequeño párrafo de opinión y desahogo, sigo con lo que os iba a decir en un principio. Que me puse a navegar por la cresta de la ola de internet. Y mientras hacía esto vi cómo la gente, a través de Strava y cosas así, le daba duro al rodillo, metiendo horas y horas y luego más horas. Y decidí que hoy jueves me lo iba a tomar más tranquilo a la hora de afrontar el tema de la bici.

Puede que no sea yo la persona más apropiada para decir cosas en contra de entrenar en el rodillo estos días ya que siempre que puedo, salvo alguna excepción como la de hoy que estoy un poco perezoso, le echo al rodillo una hora diaria más o menos, pero es como si la gente hiciese esto del ciclismo indoor con la intención de ser profesionales o algo así. En realidad, los profesionales hacen dos sesiones y meten algo de ejercicios y de más pero, maldita sea, ellos se dedican a ello profesionalmente.

De hecho yo creo que no hay que subestimar el impacto que nos supone a personas normales como nosotros una sesión de rodillo. Todo el tiempo que estamos sobre el potro de tortura es tiempo de ejercicio activo. Es evidente que si hacemos cuentas, cuando hacemos una hora de bicicleta por la carretera, de esa hora hay momentos en los que no vamos dando pedales, rodamos cuesta abajo recuperando o cosas así.

Además, el sistema termorregulador del cuerpo se basa, así a grandes rasgos, en refrescarnos gracias al aire, evacuando el sudor y todo eso en lo que no me meto más porque no soy “el doctor Daniel” pero ¿os habéis dado cuenta de las sudadas que apañáis al poco de empezar a dar pedales en el rodillo? Salvo excepciones muy puntuales, en una ruta normal en el exterior, no se suda tantísimo. Mi reflexión ante esto es que el cuerpo se ve muy forzado ante esto. Pensad en un coche al que ponéis el motor a 5000 revoluciones, en punto muerto y dentro de la cochera. Se calentará muy rápido. Además de eso, el ventilador se va a poner a trabajar a pleno rendimiento para intentar refrigerar. Todo esto, si está todo a punto, no debería de suponer un grave problema, aunque sí que supondría un desgaste, claro. Como haya algo que no esté afinado, puede que las averías salgan a la luz.

Y para terminar esta moralina que os estoy soltando hoy, habría que pensar en nuestras queridas máquinas que sufren de lo lindo en el rodillo. Que si el sudor que les cae, que si las torsiones y un largo etcétera que se me escaparán seguro.

El resumen es que según mi opinión, hay que tener más respeto a lo que el rodillo supone tanto para nuestro organismo como para nuestras bicis. Pensad que cada día queda menos para salir a rodar por ahí. ¡Ánimo, familia!

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