jueves, 27 de septiembre de 2012

Philippe Gilbert.

¡Hola a todo el mundo!

Como bien sabéis, queridos lectores, no suelo escribir acerca del ciclismo profesional ni de sus gentes a pesar de que soy el primero que está pegado al televisor cuando echan algo de ciclismo, ojo. Creo que a pesar de compartir muchas cosas, el cicloturismo y el ciclismo profesional no tienen nada que ver.

Dicho esto, llevo tiempo queriendo hablar de un miembro del pelotón que me ha hecho pensar mucho. Philippe Gilbert. Y me ha hecho pensar por el difícil año que ha tenido que pasar.

A mí, todos los clasicómanos, como podemos definir a Philippe, me encantan. Esos corredores que se marcan como objetivo las carreras del principio de la temporada, las clásicas de primavera, mis carreras favoritas y cazar etapas en las grandes vueltas. Tener marcado un día en el calendario y darlo todo absolutamente en el momento oportuno.

En la temporada 2011, el protagonista de hoy no sólo lo daba todo en los momentos puntuales si no que, además, sus esfuerzos se veían recompensados con muchas victorias a lo largo y ancho de la temporada. Todo un éxito.

Este éxito le llevó a fichar por un super equipo. El BMC. No recuerdo la cifra pero, para lo que es el ciclismo, éste equipo hizo un desembolso muy importante para obtener los servicios de Philippe. Nada más conocer esta noticia, lo primero que pensé, no sé por qué, fue la presión que recaía de manera automática en los hombros de Gilbert.

No obstante, yo confiaba en que el bueno de Gilbert hiciese una buena temporada. De una u otra forma, seguí su pretemporada. No se vio arrastrado por todos los eventos y actos a los que debía de acudir por lo que suponía que estaba llevando una preparación cuasi monacal.

Llegaron las primeras carreras y ahí estaba Philippe. Escapadas, buenos puestos. Era una temporada muy larga y la cosa parecía empezar bien. No llegaban los resultados, pero había tiempo.

Llegaron las grandes citas primaverales y Gilbert estaba preparado. Tenía un equipo tras él que le consideraba la estrella absoluta para enfocar estas citas. Las carreras iban bien, Philippe entraba en las escapadas…pero no hubo resultados.

La presión que tuvo que recaer sobre el campeón belga tuvo que ser enorme. Básicamente le habían fichado para esas carreras y no tuvo resultados. No obstante lo había hecho bien, pero parecía como si alguna fuerza sobrenatural impidiese que ganase las carreras que el año anterior conseguía de manera muy holgada.

Las clásicas pasaron y ahora había que mirar para adelante. El Tour estaba a la vuelta de la esquina y había que hacerlo bien. Para Philippe, la general es algo que no es viable, pero no por capacidades, si no por mentalidad puramente belga y enfocada a etapas y a clásicas (en mi opinión)

A pesar de estar en un montón de escapadas, tampoco llegaron los resultados y mira que lo intentó. Me imagino a Gilbert entrar en el bus del equipo con la cabeza pensando en mil cosas y entre ellas “¡SI ES QUE NO PUEDO HACER MÁS!”

Pasó el tiempo y llegaron los Juegos Olímpicos. No pudo ser tampoco en Londres. El ser sobrenatural seguía impidiendo que Gilbert ganase. Pero llegó La Vuelta y las cosas parecían empezar a cambiar. Por fin victorias importantes. Dos etapas que parecían endulzar la temporada.


Pero a ésta le quedaba la guinda del pastel. El Mundial de Limburg. El Mundial de Philippe Gilbert. Durante todo el próximo año llevará el maillot arco-iris, lo que casi ya compensa el fichaje por parte del BMC y satisface al bueno de Gilbert.


¡¡Enhorabuena Philippe!!

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