viernes, 10 de abril de 2020

Diario del estado de alarma: la habitación de las bicis.


¡Hola a todo el mundo!

Ayer no pude escribir una entrada, ni hacer rodillo, ni nada. Bueno, en realidad eso de “nada”, no es del todo cierto. Sí que estuve haciendo algo. Y es que día tras día la habitación de las bicis se nos ha ido más y más de las manos a María y a mí. En cuanto María lea esto ya verás qué movida porque tengo que reconocer que a quien se le ha ido de las manos es a mí.

Vamos a partir desde el comienzo que es desde donde empiezan los mejores viajes. Con el paso de los años uno ha ido amontonando más y más material. Primero empiezas con una bici, sin ningún repuesto de esos que tienes “por si acaso”, tienes un par de maillots, un par de culotes, un conjunto de invierno, unas zapatillas, un casco y listo. Al final, eso entra en cualquier sitio.

Pero sigue avanzando tu vida ciclista, la mía ronda ya los veinte años de pasión absoluta, y dicha pasión ocupa cada vez más espacio tanto emocional como físico. Pasas a tener dos o tres bicis, medias docena de conjuntos de verano o alguno más entre lo que te dan en las marchas y tal, luego tienes desparramado por todos los sitios repuestos cada vez más rocambolescos, cubiertas, dos juegos de ruedas, dos o tres cascos, gafas de sol y es que no sigo porque ya me estoy volviendo a agobiar.

Por una u otra razón he tenido que hacer un montón de mudanzas en lo que llevo de vida y cada vez se hace más complicado el moverte de un sitio a otro con este equipo ciclista. Cada vez parece más un equipo Continental en desplazamiento que una mudanza, pero es que además de condicionarme el movimiento, todo este asunto condiciona el seleccionar una u otra vivienda.

Al principio, con tener un rinconcillo me servía. Ese rinconcillo, sin saber muy bien cuándo ni cómo, pasó a ser media habitación hasta llegar el momento en el que necesito una habitación destinada a tal efecto.

En medio de esto, María se aficionó al ciclismo, primero como una manera de hacer algo al aire libre y luego pasó a ser algo que condiciona muchas cosas de su vida. “El ciclismo engancha, María”, le dije en su momento sin que ella me tomase demasiado en serio. ¡JA! Y si ya compra vestidos pensando a ver de qué manera le tapan el moreno ciclista, pues por supuesto que necesita un espacio tanto para la bici como para todo el equipo.

El resumen de esto es que la habitación de las bicis estaba reventona ya que si a todo lo anterior le sumamos que yo creo que tengo un poco de Diaógenes, pues como resultado tenemos una situación que roza el peligro. Todo esto es un poco exagerado, a ver, que tampoco soy un dejado total...


Después de este pequeño viaje, como os decía al principio, llegamos al día de ayer, que fue en el que aprovechamos para poner patas arriba la habitación de las bicis. Nuevo sistemas de anclaje a la pared para las máquinas, cambio de posición de un par de muebles, selección de ropa, selección de cachivaches varios, además de la obvia limpieza. Un día entero dedicado a estas labores, únicamente amenizado por una soporífera etapa del Tour del '93, es como podría resumiros el día de ayer.

Pero he de reconocer que ha valido la pena porque la habitación ha quedado muy chula y mucho más habitable, esto último es importante habida cuenta de que estos días es donde estamos haciendo rodillo y cualquier día podríamos tener un accidente o algo así. Pero que tire la primera piedra quien no tenga un espacio dedicado a la bici y que nunca se le haya ido de las manos, ¡maldita sea!

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