miércoles, 29 de febrero de 2012

Tesoros del cicloturismo. Carretera de La Cándana.

¡Hola a todos y todas!

Hoy, en esta sección de Tesoros del cicloturismo no voy a mencionar un puerto de montaña mítico, ni un lugar tremendamente conocido por el que cientos de cicloturistas pasen cada semana. Hoy voy a describir un tesoro que lo es, sobre todo, para mi particularmente.

Se trata de una carretera secundaria de la Provincia de León, que une las localidades de Barrio de Nuestra Señora y La Vecilla. Es la CV-130-3. Yo siempre la llamé la "carretera de la Cándana" al ser este uno de los pueblos por los que transcurre esta preciosa ruta, pero hay otros muchos pueblos como Barrillos, Pardesivil, la Mata y algún otro pueblo, pero el nexo de unión de todos es el río Curueño.

La zona es famosa por un tipo especial de gallos que se crían por aquí. Son muy apreciadas sus plumas para la elaboración de las moscas de pesca. Como anécdota, puedo señalar que se han intentado criar estos gallos en otras zonas pero las plumas no les nacían de la misma manera. Son muy de la tierra parece ser.

Ya refiriéndonos al cicloturismo, la carretera de la que os hablo, cuenta con un firme en perfectas condiciones y casi no tiene tráfico, por lo que es un lugar perfecto para rodar. En dirección a La Vecilla, la marcha siempre nos pide un esfuerzo, ya que pica hacia arriba. Por los pasos a través de los pueblos, siempre se estrecha el camino y es raro el pueblo que no cuenta con una fuente generosa.

Cuando se toma el desvío de esta carretera en Barrio de Nuestra Señora, ya se nota que es un lugar que promete. Sólo con levantar la mirada, vemos que lo que nos disponemos a cruzar, es un valle con unas impresionantes montañas al fondo. El valle no es muy cerrado, ya que cuenta con una vega junto al río, donde las gentes de la zona realizan tareas agrícolas y ganaderas, pero siempre a pequeña escala, lo que confiere a esta zona un encanto especial.

Parece que el tiempo se ha detenido. Los pueblos, con sus casas de piedra, en algunos casos, y de adobe, en otros tantos, nunca superan las dos alturas. De planta cuadrada y construcción sobria, da la sensación de que llevan ahí toda la vida. Todas estas localidades, me recuerdan muchísimo a mi infancia. De hecho, el pueblo donde pasé tantos y tantos veranos, Boñar, no anda lejos. Cuando pedaleo entre las casas, según la época del año, me huele a leña, a hierba y, sobre todo, a vida. Porque no es habitual encontrarse pueblos en los que exista demasiada actividad por estas zonas y, en estos, da la sensación de que sí la hay.

Según pasan los kilómetros, vemos como las vegas ya no son tan extensas, ganando terreno lomas de monte bajo por la parte derecha de la carretera. La montaña de la izquierda, siempre está cubierta de vegetación. Cuando no son robles, son pinos. Esta variedad vegetal, en los calurosos meses de verano, nos va a ayudar a soportar el calor.

Pero, de todos modos, no hay problema, porque como os comentaba antes, siempre hay fuentes de agua fresca y generosa.


Este sólo es uno de los muchísimos ejemplos de fuentes que nos encontramos en la marcha. Esta no es muy vistosa, sin embargo, hay otras muchas coronadas con algún tipo de pequeña escultura, como un gallo, un león, o cosas así.

Rellenado el bidón y, seguramente, ya inmersos en la tremenda sensación de paz que genera esta ruta, continuamos medio hipnotizados. Nuestro objetivo, La Vecilla, es el inicio de muchas rutas, pero aún debemos llegar hasta allí.

El valle se cierra más y más. Parece que la vegetación, por algún motivo que se nos escapa, decide cambiar de lado de la carretera, así que ahora tenemos una exuberante parte derecha de la carretera y una parte izquierda prácticamente limpia.


Esto es en febrero, pero en primavera y en verano no podemos ver a través de tanto árbol.

El río Curueño se está haciendo cada vez más pequeño, por lo que, a la paz reinante, le sumamos el relajante sonido del agua de los rápidos. Parece que llevamos horas y horas pedaleando, pero el hecho de que siempre haya un poco de pendiente y que tengamos tantas cosas ante nuestros sentidos, hace que el tiempo, insisto una vez más, pase mucho más despacio en esta zona.

Llegamos a La Cándana. Es el pueblo más grande que nos encontramos, sin contar La Vecilla. Este es el lugar de origen de los gallos de los que os hablé al principio. En cuanto entras en el pueblo, no cabe duda de que este es su lugar de origen. Se escuchan por todos los lados. No sólo nos reciben los cantos de los gallos, sino que también lo hacen edificaciones de piedra y las montañas que anuncian la proximidad de La Vecilla.

La Cándana.
Ya no nos queda nada y vemos cómo el Curueño se vuelve más y más salvaje, como anunciándonos que, si le seguimos, entraremos en una ruta de alta montaña hasta Vegarada, donde veríamos de lo que es capaz. Las Hoces de Valdeteja son una prueba de su fuerza.

La vegetación, en esta parte final, es muy abundante. No deja pasar los rayos del Sol, cosa que, según la época del año, podemos agradecer. Poco antes de llegar a La Vecilla vemos un campamento juvenil que, si bien en invierno parece no tener vida, en verano chorrea vitalidad por todos los lados.

Llegamos a nuestro destino con la sensación de haber atravesado una zona especial. Llena de paz y llena de vida. El torreón medieval de La Vecilla nos da a entender que no somos los primeros en descubrir y entender la magia de la zona.

Torreón medieval de La Vecilla.
Para que nos encontremos con un verdadero tesoro cicloturista, no siempre tenemos que fijarnos en los desniveles, en la velocidad a la que vamos o las pulsaciones a las que nos late el corazón. Con abrir los ojos, escuchar los sonidos, respirar el aire y sentir el carácter especial de las gentes de una determinada zona, es más que suficiente.

¡Un saludo!

6 comentarios:

  1. un tanto distinta a las demas entradas pero igual de valiada. gracias por escribir.

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    1. Totalmente distinta, sí, pero es que esta carretera a mi me alegra la vida...

      Gracias a ti por comentar la jugada!!!

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    2. hoy he ido por ella, al leer esto ayer
      p.castro-puente villarente-barrio de nuestra señora-la vecilla-robles de valcueva-villaquilambre-carril bici-candamia

      cuando estaba en el carril bici, pinchéeee. Asi que no fuiste el unico. me jodió bastante porque no me quedaba casi nada para casa, pero no aguantaba mas la rueda...

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    3. VES!!!! matemático!!! La ley del pinchazo... No te acuerdas de los pinchazos hasta que entra uno en tu vida y, de repente, todo el mundo pincha...

      Esa ruta es una pasada!! A mi me encanta!!!

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  2. Preciosa carretera que ayer recorrí con la flaca por primera vez gracias a tu blog! Una auténtica delicia.
    Felicidades por el blog, es un placer leerlo.
    Saludos de un cicloturista jóven y novato.

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    1. Es de lo mejor que hay por León!! te va a enganchar ese asfalto!!!

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