¡Hola
a todo el mundo!
Por
aquí he hablado en muchas ocasiones que si de rutas, de puertos, de
grupetas, de ataques de peseta, de ciclismo profesional (de esto
menos, la verdad), de material y de alguna que otra cosa del este
mundillo del ciclismo de andar por casa, pero me he olvidado un poco
de algo que nos une a todos los integrantes del ciclismo, da lo mismo
la edad, la categoría, si eres un globero o no lo eres. Los bares.
Antes
de nada, me gustaría referirme a todos aquellos que a día de hoy
aún te saltan con que en una ruta no se para a tomar el café y bla
bla bla... ¿De verdad que seguís así? Hay que ser triste para no
detenerte aunque sea quince minutos de la ruta, tomar el café,
echarte las risas con los colegas o, sencillamente, atender a las
típicas preguntas de los parroquianos de esos bares en medio de un
pueblo perdido en medio de ninguna parte.
Yo
por aquí no hay ruta en la que no pare a tomar un café. Se junta
que soy ultracafetero (tuve una tienda de venta de café de
especialidad y todo) y que la provincia de León debe de ser la que
más bares tiene por habitante o algo así. Muy apurado de tiempo me
tengo que ver para que no pare a tomar algo.
Ruta por Torre del Bierzo...parada en un bar, por supuesto. |
Creo
que este tipo de costumbres generan cultura ciclista. No es la
primera vez que me junto a alguna grupeta que está tomando el café,
o que comentamos la jugada entre ciclistas en medio del bar y cosas
así. De las cosas que más molan del ciclismo es, precisamente, esa
culturilla ciclista que tan especiales nos hace a todos (o así de
especiales nos sentimos).
Que
si “joder, menuda máquina tienes”, que si “menudo día de
mierda”, que si “¿habéis subido hoy para allí arriba?”, que
si “dale recuerdos a Pepe en cuanto le veas, que hace mucho que no
coincidimos en alguna” y que si tantas y tantas cosas que tenemos
en común todos los ciclistas de un lugar determinado.
Nos molan los bares |
Me
fastidia bastante toda esa gente recién llegada a este pequeño
universo de las dos ruedas que ni paran en bares, ni saludan cuando
se cruzan contigo, pensando que así parecen más “pro”, cuando
lo más gracioso del tema es que los profesionales son, precisamente,
los que más saludan y más grupo crean en torno a un bar, sin que
sirva esto de justificación, ya que si no saludas, lo primero que
eres es un maleducado y si no paras en los bares a hacer piña, lo
que eres es un triste.
David, cafés, bizcocho...apuesta segura. |
A
parte de todo esto, que seas un ciclista habitual en un bar de pueblo
te puede salvar de alguna “polca” complicada, como por ejemplo
una historia que nos sucedió a María y a mí en medio de una ruta
este verano pasado.
Íbamos
plácidamente en una ruta de las del “everyday” por La Sobarriba
y, a lo lejos, se podían ver unas amenazantes nubes muy negras y que
eran portadoras de una magnífica tormenta veraniega, pero la verdad
es que estaban muy muy muy muy muy lejos de nuestra posición. Nos
detuvimos, comprobé un par de aplicaciones meteorológicas, que en
estos casos de las tormentas pierden en muchas ocasiones la lógica,
y decidimos que nos daba tiempo perfectamente a ir hasta la zona del
Condado y volver a casa por otra de las carreteras de La Sobarriba.
Nos separarían del bar de Vegas del Condado como unos 15 km, más o
menos.
Al
cabo de diez minutos, estábamos en medio del mayor vendaval que se
os pueda imaginar. Muy cerca de nosotros incluso en una chopera se
vinieron abajo varios árboles que generaron un estruendo del
demonio. Además, en la carretera había ya muchas ramas, hojas y de
más enseres viales que iban de aquí para allá, lo que hacía de la
ruta algo peligroso. María no se había visto en ninguna igual y yo,
en no muchas ocasiones, pero sabía lo que tenía que hacer.
“Mira,
cariño. Hay que apretar el culo y llegar al bar de Vegas cuanto
antes.”
Así
que como si fuésemos el típico grupo perseguidor en busca de la
cabeza de carrera para ganar la etapa de nuestras vidas, aceleramos
hasta llegar al bar que os comento y en el que es muy rara la semana
que no paro dos veces como mínimo a tomar el café. Me conocen de
sobra, no en vano ya no tengo ni que pedir la consumición porque es
entrar y prepararme ya un cortado.
La
pedazo de tormenta la vivimos dentro del bar y, no sólo eso. Los
chicos del bar, muy majos ellos, se ofrecieron a llevarnos a casa ya
que entendían que con esas condiciones, el mundo tal cual lo
conocíamos cambiaría para siempre. Tal era la tormenta en cuestión.
Además
de todo esto, ¿quién no tiene una buena historia en torno a unas
cañas, unos cafés o lo que sea, cuando se hace una parada técnica
en medio de una dura jornada de puertos? Los mejores momentos de esos
magníficos días de bicicleta suelen darse en el bar y en el cartel
de tal o cual puerto de montaña.
¡¡Los bares son de muuucha ayuda!! |
Nunca
se me olvidará cuando llegamos a Tarna y hubo que ir a buscar a
Manuel porque estaba aún subiendo con una pájara de tres pares de
tubulares. U otro día en Teverga, en un bar, por supuesto, haciendo
un alto en el camino después de haber subido San Lorenzo y en busca
de Ventana, todos los colegas del Club Ciclista Asfalto León
cagándose en mis muelas por haberles engañado para subir a Las Viñas. Momentos únicos todos ellos en un bar.
Manu, en crisis, Vega, inmortalizando. |
Conclusión.
Los bares forman tanta parte del ciclismo como las tiendas de bicis,
los puertos de montaña, el Tourmalet o Federico Martín Bahamontes.
Queridos recién llegados, dejad de ser tan pringados y tomaros algo
en un bar, que os va a venir de fábula.
¡Hola, Daniel! ¿Qué tal el confinamiento? Hace tiempo que quería responder a esta entrada y hoy tengo tiempo para ello. Me gustaría dar la versión del "otro lado" aquellos que no paramos nunca en un bar cuando salimos con la bici y por qué lo hacemos. Te hago spoiler: no, no es porque seamos unos tristes ;-)
ResponderEliminarLa primera razón, y más importante, es que hay muchas formas de entender y vivir el ciclismo. Para ti es un modo de socializar, para mí es todo lo contrario. Sólo una vez he salido en grupeta y puedo contar con los dedos de una mano las veces que he salido a rodar acompañado. El rato que salgo con la bici es MI rato: no quiero hablar con nadie, no quiero saber nada de nadie, sólo quiero disfrutar del silencio, del entorno, del esfuerzo y de mis pensamiento. En este contexto entenderás que parar en un bar a charlar con los parroquianos o con otros compañeros no sea mi prioridad.
Segundo, por lo que leo en tus entradas, el tiempo que dedicas a tus salidas debe estar entre las 4-5 horas, dedicando una mañana o tarde más o menos completa a la salida que, en realidad, es un evento social centrado en la bici pero que incluye otras cosas más, como el bar. En mi caso, por razones personales, apenas puedo dedicar entre 1 y 2 horas a cada salida, por lo que cada minuto que puedo estar en la bici trato de aprovecharlo al máximo y, en una salida tan reducida, si pierdo 15-30 minutos en un bar, pues prácticamente es como si saliera a tomar algo más que a rodar.
Como ves, hay otras formas de vivir el ciclismo. Quizá no las compartas, o no las entiendas, pero existen. Otra cosa es la de saludar o no, que eso ya va en la educación de cada uno, pero no es el tema que tratamos.
Un saludo, ¡y fuerza con el confinamiento!
Hola, Manuel!
EliminarMuchas gracias por echarle un poco de tiempo y dejar un comentario!! Se agradece un montón!!!
Llevo cerca de 20 años haciendo ciclismo. Claro que sé que hay otras mil maneras de entender el ciclismo. De hecho creo que hay tantas maneras de entender el ciclismo como ciclistas hay.
No me malinterpretes, no quiero llamar triste a aquellas personas que no tienen tiempo o que salen a su bola que, por otro lado, en lo de salir a su bola me puedo incluir ya que más del 80% de las veces salgo solo.
Más bien me refiero a gente que no para (en general, ya no sólo a tomar el café) por cosas como estropear la media de velocidad, o porque no es algo muy "pro" o cosas así. Me refiero a este tipo de actitudes que respeto, por cierto, pero no me molan un pimiento, la verdad.
Salir en bici, estoy de acuerdo contigo, es un ejercicio en la mayor parte de las ocasiones de introspección en el que el mero hecho de sentir el rodar sobre el asfalto, desconectar y disfrutar del esfuerzo es un enorme placer. De ahí que deteste la bicicleta de montaña ya que, a todo lo anterior, hay que sumarle el estar concentrado al 200% para no caerte y fastidiar todo lo introspectivo del asunto. Además, en el monte casi no hay bares, Manuel, jajajaja
a día de hoy dispongo de bastante tiempo para salir a rodar y es una enorme suerte, pero en tantos años sobre la bici he tenido de todo. Años enteros de no tener ni un sólo segundo para poder rodar y, claro está, me subía por las paredes. ¡Qué horror!
Por cierto. El confinamiento lo llevo mal jajajaja....resignado y comprometido con él, no toca otra. Con tiempo para escribir y con la idea de, en la medida de lo posible, publicar a diario para poder salvarle a alguien aunque sean cinco minutos de confinamiento.
Muchísimas ganas por comentar, de verdad. Me hace un montón de ilusión recibir comentarios.
P.D. Con la gente que sí que no puedo es con los que no saludan...bufff...atravesaos que les tengo...
¡Hola Daniel!
ResponderEliminarMuy de acuerdo con lo que comentas. En el ciclismo -y en la vida, qué leche- hay mucho postureo y parece que importa más subir a las redes sociales tu entrenamiento super profesional que disfrutar de un rato de bici. En ese sentido, a tope contigo, muerte al postureo. Como siempre digo, la diferencia entre un "runner" y uno que "sale a correr" son 500€ de equipamiento.
Yo voy sobrellevando nuestra reclusión monacal con la cinta de correr y el rodillo que, bueno, al ser uno de estos inteligentes donde puedes poner la ruta en el ordenador y eso, se hace menos aburrido, aunque no es igual, desde luego.
Mucha fuerza y ánimo para sobrellevar estos días, y sigue escribiendo que nos alegra el día leerte.
P.D: Saludad, hombre ya, que es gratis.