viernes, 25 de enero de 2013

La cabeza despejada.

¡Hola a todo el mundo!

Ayer volvió a llegar a mis oídos el rumor de que la D.G.T. quiere instaurar la obligatoriedad del casco en ciudad para los usuarios de la bicicleta.

Yo soy un fuerte defensor del casco a la hora de salir a entrenar. No soy sospechoso de ello. Es más. En alguna incursión en Francia, donde no es obligatorio, yo sigo usándolo. No puedo interpretar salir a rodar sin casco.

Cosa distinta es a la hora de utilizar la bicicleta por ciudad. En alguna entrada anterior, me he lamentado por la manía que tenemos en España de regularlo todo por ley y decreto para luego no cumplirlo. Supongo que la intención de la D.G.T. sea proteger la seguridad de los ciclistas urbanos. Habrán visto que hay muchos accidentes y habrán pensado: "Maldita sea! Casco al canto y que no les falte de nada!".

Pero voy a intentar ir un poco más allá y analizar la situación en profundidad porque si seguimos por ahí, me veo yo saliendo a entrenar con cota de malla o algo así. Imaginaros la situación. "¡Ey chicos! ¿Qué tal? Me he pillao una cota de malla de carbono buenísima". 

La pregunta que lanzo al aire, para ver si alguien la contesta es: ¿y no sería mejor cumplir o hacer cumplir lo que hay regulado hasta ahora en lugar de introducir más material a nuestra legislación? O incluso puedo lanzar otra pregunta: ¿no sería mejor inculcar desde la más tierna infancia el respeto hacia los demás?

Me da la sensación de que multar a gente que anda en bici por la ciudad con la sana intención de ahorrar gasolina y no contaminar y todo eso, es más fácil que parar a coches y multar a éstos por pasar "a rass" a un ciclista al cual puede hacer mucho daño por mucha cota de malla que lleve encima.

Muy bonito es ser político y decir en campaña cosas como que hay que instaurar un plan de movilidad en la ciudad X con carril bici a go-go y que así nuestros hijos van a respirar aire puro como de las montañas del Valle de Valdeón, pero, utilizando una frase muy clásica, del dicho al hecho y bla bla bla.

Obligando a usar casco en ciudad se consigue reducir los accidentes, pero no porque el casco sirva de algo en ciudad, sino porque el uso de este medio de transporte se reduciría significativamente. Y voy a poner varios ejemplos prácticos.

CASO 1. JOVENCITO MOLÓN/MODERNO. Todos hemos visto a alguno de estos mozalbetes. Ya sabéis. De esos para los que la gomina es su día a día. ¿Pensáis que se va a poner casco? Pues cogerá el coche sin dudarlo. Si en algún momento se planteó usar una bicicleta, el casco resta todo su interés. A este grupo, con el casco lo perdemos.

CASO 2. CHICA CON PELAZO. Poco más hay que añadir a esto. Una chica que tarda una hora de reloj en arreglarse el pelo (sí chicas...tardáis eso y más) no creo que vaya a jugársela poniéndose casco. Van en coche y listo. Otro grupo al que perdemos.

CASO 3. GENTE EN GENERAL CON POCO ESPACIO. Me refiero a todos aquellos que no sepan dónde diantres meter el casco una vez candada la bici en el punto de destino. ¡Ah sí! Candamos el casco a la bici y en paz. ¡Claro que sí hombre! Y dentro del casco metemos la cartera y las llaves de casa, total...Este grupo creo que lo perdemos también.

Y podría seguir poniendo ejemplos hasta completar el 50% de usuarios que dicen abandonar la bici urbana en caso de la implantación del casco, según estadísticas.

¡Señoras y señores! Educación, concienciación y cumplimiento de lo ya existente. No hace falta más. Un poco de cabeza (en ciudad sin casco)

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