¡Hola a todo el mundo!
Como bien os comenté ayer mismo, el entreno que me marqué fue genial. De esos que te hacen sentir bien a la hora de comer, sin remordimientos a la hora de tomarte un segundo yogurt, malditasea. Hay otros días, como ha sido el de hoy, cuanto menos curiosos.
La mañana nos recibió a todos los leoneses encapotada y amenazando lluvia. Aunque yo creía que no haría acto de presencia, me decanté por salir a correr un poquito en lugar de coger la bici. Y me arriesgué a pesar del debido cuidado que he de tener a la hora de hacer running porque tengo medido que, salir a trotar dos días seguidos, hace que los tobillos se me resientan, así que me queda uno más. Forzar, lo justo.
Sin embargo, mientras corría me animé y mantuve una marcheta alegre, pero sin ser el hijo del viento, entendedme. La cosa es que llegué a casa con la sensación de haberlo hecho bien pero sin más. Estiré bien, comí y toda la parafernalia.
Os cuento todo esto porque llevo toda la tarde acordándome de mi sesión de trote debido a que tengo las piernas machacadas de verdad. La sensación es la misma que cuando quedamos todos los de la Grupeta Cicloturista León y tenemos ganas de candela. Que si ataca uno, que si ataca otro, que si sube Aralla.
No sé qué hacer, qué desazón, qué falta de consideración por parte de mis piernas al tenerme así toda la tarde. Pero no me quejaré demasiado de éstas ya que son las que me permiten disfrutar de la bicicleta, de correr y de hacer el gamba como queda patente en la siguiente foto....¿o pensabais que no me iba a hacer auto-foto hoy?
Espero que tengáis un gran día y recordad. Hay días que las piernas juegan malas pasadas. No las infravaloréis. Tened cuidado.
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