domingo, 8 de febrero de 2015

CLUB CICLISTA ASFALTO LEÓN: un domingo frío pensando en la 1ª Clásica.

¡Hola a todo el mundo!

Domingo, nueve de la mañana, yo despierto e inquieto porque tocaba ruta con el CLUB CICLISTA ASFALTO LEÓN. Después de unos cuántos días sin poder salir a causa de la nieve y la falta de tiempo, hoy sobraban las ganas y, sobre todo, el frío. 

Cuatro grados bajo cero presidían la mañana. Cómo podría explicaros el frío que hacía. Muy duras las primeras pedaladas. Llegar hasta el lugar de quedada habitual, la Plaza de San Marcos, se hizo durillo al tener que circular por calles que no habían visto aún el sol, pero sin problema. 

Ahí estaban ya esperando Buka y Vega...¡y toda una grupeta de "master's" de reconocido prestigio de León! Estaba claro que no iban a venir con nosotros porque nuestra filosofía es, digamos, un pelín diferente, pero no está mal verles y comprobar, unos cuantos kilómetros más adelante, por qué nos presta más nuestro rollo.

El plan que teníamos en mente era ir hasta Villaobispo, lugar en el que habíamos quedado con David, y luego subir el Portillín e ir hasta Villavente, lugar en el que tomaríamos un café, así para ir empezando, y donde nos reuniríamos con Cecilio, "el titán de la Sobarriba". Así completaríamos la grupeta de hoy. 

En los primeros kilómetros había que ser precavido porque las placas de hielo aparecían como por arte de magia. La cosita estaba delicada pero se podía circular. Una vez coronado el Portillín, ahí estaba Cecilio. Su misión ahora era guiarnos hasta el bar de Villavente. 

Tras el café, los "qué tal la semana" y todo eso, proseguimos. La idea inicial era coronar Valduvieco, una subida muy chula y que tiene algún que otro rampón curioso. Lo que ocurría era que las placas de hielo que nos íbamos encontrando a nuestro paso por la Sobarriba, nos empezaban a quitar las ganas ya que por esa subida apenas hay circulación, así que las bajadas estarían muy complicadas.

Pero sin problemas, porque una vez llegamos al Condado, aquí las posibilidades son muy grandes. Y la opción que escogimos fui ir de Villimer hasta Villafañe, y una vez allí, hasta Mansilla de las Mulas. Pero bueno. Paso a paso.

Por lo pronto, aún estábamos en la Sobarriba esquivando placas de hielo. "¡No toques el freno!", me aconsejó Vega, pisapraos de reconocido prestigio y mejor conocedor de hacer el cafre con la bici. Pero bueno....Parece que íbamos librando de las posibles costaladas. 

Los primeros 20 km se resumen en esto. Ritmo, parón, hielo y continuamos. Después de terminar esta fase, a mí me entraron ganas de cambiar el agua al canario y parece que eso ayudó a que no volviésemos a encontrar hielo. La verdad es que me meaba mucho, pero no creo que tenga relación alguna.

Total, que en este momento "post-orina", tuve que apretar un poquito porque si bien los chicos me dijeron que no paraban, pero que aflojaban el ritmo, yo creo que, aflojar aflojar....pues poco, pero no se lo tendré en cuenta ya que me esperaron en Villafañe. 

Y aquí es donde comprobamos que nuestro rollo nos gusta más que el rollo máster. La verdad es que, según lo estoy escribiendo, me parece una perogrullada porque si lo que denomino "nuestro rollo" no nos gusta más, apaga y vámonos. Pero a lo que voy es que en este momento en el que me estaban esperando todos, justo al llegar, por ahí pasó uno de los máster que había en la Plaza de San Marcos como dos horas antes. Por ahí iba, solo y sin ningún colega. Pues qué queréis que os diga. Ese rollo, en el que el domingo quedas con una gente, te saludas y más tarde te dejan tirado, pues no me mola.

La cosa es que después de esta pequeña reafirmación de nosotros mismos, proseguimos nuestra ruta que, por otro lado, ya no se estaba haciendo tan dura debido al frío. A ver si me entendéis. Calor no hacía, ni creo que lo haga en tiempo, pero ya no era doloroso. Ahora era muy molesto.

Quieras que no, subir hasta Villasabariego ayudó a que nuestros cuerpos templasen un poco. Es una subida de unos dos kilómetros que nos ayudó mucho. Y cuando nos dimos la vuelta para esperar a los rezagados y comer el plátano, el espectáculo era impresionante. 

Desde ahí arriba se podía ver gran parte de la Cordillera Cantábrica. Gran parte de ella y el resultado de una semana de tremendas nevadas. Las más copiosas de los últimos treinta años. Sencillamente, ha sido una de las mejores cosas de la mañana del domingo.




Ahora bien. Todo lo que se sube, a no ser que te quedes a vivir allí, y no me apetece asentarme en Villasabariego, dicho con el máximo respeto, hay que bajarlo. Y una bajada, a pesar de no ser la más extrema y tremenda del mundo, con la rasca de hoy, hace que te quedes pajarín. Así que, lo que habíamos calentado, lo perdimos. Mala suerte.

Desde aquí, ya sólo había que llegar a casa. Faltaban unos 30 kilómetros más o menos. Llegamos a Puente Villarente y Buka y Fernando tenían compromisos familiares, con lo que debían de ir directos a León, por tanto, Cecilio, Vega, David y yo íbamos a rematar la etapa, yendo hasta Villarroañe. ¿Paso previo?


Una cervecita con su tapa no nos iba a hacer ningún mal. De hecho, he de alabar la tortilla que prepara el bar de Marne, que fue en el que paramos. Estaba como los espárragos. ¡Cojonuda!

Total. Que con las pilas cargadas (aunque tampoco es que las hubiésemos descargado del todo) seguimos y, esta vez, aceleramos el ritmo. Nadie lo propuso, la verdad, pero así fue. Comenzamos a darnos unos relevos bastante majos y llegamos a Villarroañe en un plis-plas.

De ahí a León, mantuvimos esta misma idea. Así que, cuando eran, más o menos, las dos, la una en Canarias, hicimos nuestra entrada triunfal en León. Y qué gusto da saber que ya queda menos para la siguiente ruta del CLUB CICLISTA ASFALTO LEÓN, porque lo que queda claro es que estamos tremendamente a gusto, contentos e ilusionados en nuestro nuevo "hogar". 

Próxima estación. Domingo que viene para preparar la primera especial. 1ª CLÁSICA DE RIOSECO DE TAPIA. Seguiremos informando. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario