lunes, 9 de febrero de 2015

Las duras rampas que empiezan en Palanquinos.

¡Hola a todo el mundo!

Ver cómo el sol le gana la partida al temporal, a mí me llena por completo. Este hecho había que aprovecharlo. Tocaba hacer una ruta sureña y de las chulas. 

Ya lo tenía en mente dado que, al trabajar esta semana por las tardes, tengo toda la mañana dedicada al cicloturismo. Pero ya me ha pasado alguna vez, hace un par de semanas o algo así, que los lunes tengo tantas ganas de rodar con "La Americana", que quedo tocado para el resto de días. Había que ser prudente, ya que me falta un poco de fondo. Hay que rodar para ir cogiendo poso.

Comencé calcando casi al milímetro la ruta de ayer domingo que hice con el Club Ciclista Asfalto, subida a Valdesamario incluida. Así entré en calorcito, aunque la diferencia de temperatura con respecto a ayer era tremenda. Mucho mejor hoy. 


Tiré hasta Mansilla de las Mulas y tomé dirección Palanquinos. Como veis, la zona de rodaje, sureña y sin sobresaltos era total y absoluta. A partir de aquí, creo que la subida más dura sería del suelo a la bici cuando paraba para mear, porque ya me diréis. 

Sin embargo, este era el plan. Rodar para ir ganando algo más de fondo dado que la temporada de este año lo va a requerir. Kilómetro a kilómetro, pedalada a pedalada, todo va sumando y cuando menos nos lo esperemos, nos hará falta tirar de resistencia y veremos que sí que hay de dónde tirar. 

No nos acordaremos de los días rodando como demonios por Palanquinos. Seguro que el día que más vamos a recordar es ese subiendo un super puerto, pero antes de eso, señoras y señores, hay que pasar por Palanquinos, Ardón, Valdevimbre y todas esas zonas.

Y la verdad es que hoy pasar por Valdevimbre ha sido toda una delicia. La razón es el hecho de que sea la capital del Prieto Picudo y centro neurálgico de la Denominación de Origen Tierra de León

Para empezar, con lo primero que te recibe este pueblo es con Los Prietos, empresa dedicada a los orujos. Así que la primera delicia sensorial fue el olor a orujo del bueno. Y para continuar, todo el pueblo huele a fruta madura. Increíble. El vino de este año, pronostico que estará de rechupete.

Hoy el viento me castigó bastante. Tuve relativa suerte porque, de cara totalmente, sólo me dio los últimos quince o veinte kilómetros. Se hicieron durillos, la verdad, pero me ayudó mucho el pensar que esa dureza final me estaba viniendo bien. Que la dureza de estos últimos kilómetros, marcarían la diferencia en alguna dura rampa de algún duro puerto. 

La ruta de hoy ya se terminó pero ha quedado almacenada por completo en mis músculos, en mi corazón y en mi mente, con lo que ha sido un buen día. Mañana más.

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