jueves, 29 de noviembre de 2018

El mundo del BTT y yo.


¡Hola a todo el mundo!

Para muchos, la temporada de btt nunca acaba, pero para mí, que soy un carretero de pura cepa, la temporada de bici de monte empieza más o menos por estas fechas, coincidiendo con algunas marchas que se hacen por aquí y a las que me suelo apuntar, con lo que para no despeñarme por cualquier terraplén, procuro salir a entrenar algo con la bici de montaña.

Y la verdad es que si me paro a analizar lo que es ese mundillo del btt, pues a priori no puedo decir otra cosa más que está muy bien. ¿Qué puede salir mal si mezclas una bici, campo, subidas, paisaje, aire libre y cosas de esas? Pues en principio nada malo, desde luego.

Pero vuelvo a recordar que soy un carretero de corazón y espíritu y tengo muchísimos sentimientos encontrados con la bici gorda.

Para empezar, la bici es muy gorda. Es una evidencia, sí, pero para mí, además también es un problema. Como a mí lo que me mola es la ligereza de la bici de carretera, el fácil rodar y todas esas mandangas, pues “pujar” por ese mastodonte mío de 29 pulgadas, con todos esos tacos que se aferran al suelo embarrado y de más, se me hace “pesao”, “pesao”.

Otra de mis taras con la btt. Las caídas. Me da la sensación de que, a diferencia de la bici de carretera, en la que, a grandes rasgos, te subes, das pedales y comienzas a pensar en tus movidas, en la bicicleta de montaña, a cada metro tienes que luchar por tu supervivencia, intentando evitar que si esa piedra, que si ese charco, que si cuidado con esa rodera, que si cuidado con la bajada y un largo etcétera. No son pocos los castañazos que me he “endiñao” a cuenta de algún obstáculo de esos. Y, ¿sabéis qué es lo peor de todo? Que en los lugares complicados no me suelo escoñar. Me meto los guarrazos, por ejemplo, en pleno carril bici, donde unos chicos fueron a ver qué tal estaba y me trataron de usted….”¿Se encuentra bien?”…eso me dolió más que la caída.

Y hablando de caídas, resulta que prefiero caerme con la bici de carretera que con la de monte. Con la flaca he llegado a partir el casco en una ocasión. En realidad, tampoco es que me haya caído muchas veces con la de carretera (creo que tres o así), pero aparte de las abrasiones del asfalto y algún golpe fuerte que casi me rompe la clavícula, poca cosa más. Sin embargo, con la de monte, como casi siempre caigo en parado, pues me hago daño, joder.

Tampoco llevo muy bien la cantidad de mierda que atropas siempre que sales al monte. Sé que hay diferentes sitios por los que ir y poder escapar del barro, pero si el terreno está embarrado, da igual que sea más o menos arcilloso el suelo. Te llenas de mugre y punto. En verano es más limpio, claro, pero es que yo en verano me entrego por completo a la de carretera, entonces…

Ya veis que le tengo un cariño extraordinario a la bicicleta de montaña, ¿verdad? Pero bueno, tendré que sacarla a pasear estos meses fríos y oscuros, porque voy a destacar algo bueno, venga, que si no los beteteros se me van a echar encima.

Los días de viento y que están un poco marranos para salir con la de carretera, un buen método para escapar de esas condiciones es refugiarte en un bosque con la bici de monte. Eso no está nada mal, mira.

También está guay el hecho de que con la de monte, despejas un poco la mente de tantos meses de carretera. Sigues entrenando algo y recargas pilas. Eso también está estupendo, mira.

Bueno, y seguro que hay un montón de cosas fantásticas dentro del mundo “pisapraos”, seguro que sí, pero es que a mí me cuesta encontrarlas. Y mira que lo he intentado, eh.

Hace un par de años o más bien tres, a penas toqué la bicicleta de carretera por falta de tiempo y la que cogía era la de monte porque me daba la sensación de que me quitaba menos horas. Hice un montón de rutas, pero no le acabé de sacar el gustillo. Sobre todo cuando me hice fijo en la consulta del fisio al estar absolutamente descolocado debido a los castañazos que me endiñaba. Pero como yo no soy de los que se achican y dicen “como me caigo, pues dejo de salir” pues hice lo contrario. Salir más aún. Me caía menos, pero más fuerte, en fin, yo qué sé.

En resumen. Que a mí lo que más me gusta es la bicicleta de carretera como creo que he dejado sobradamente explicado en esta entrada que va a encantar a los amantes del btt. Un saludo a todos ellos.

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