viernes, 7 de diciembre de 2012

Mis queridísimos anónimos.

¡Hola a todo el mundo!

Hoy quiero dedicar la entrada a mis queridísimos anónimos. Sí a ti. Que tras un duro día de trabajo sales a entrenar a pesar de que no te apetece demasiado y, aún así, sales a rodar un poco. Y a ti también, que aún siendo tarde, a pesar de que esté lloviendo y haga frío, sales a correr.

Mucha gente pensará: "ya bueno, pero eso lo hacen porque les gusta y no les cuesta". Pues yo os voy a confesar un secreto de los deportistas anónimos que practican deporte por amor al arte y no por dinero. Hay veces que sales a entrenar y, ¿sabes?, no te apetece nada. Pero nada de nada. 

En muchas ocasiones, levantas la persiana y el día está gris, con viento y frío. Tú has tenido una temporada de mucho estrés, has tenido demasiado trabajo y lo que te apetece es sentarte en el sofá y que ahí te las den todas. Sin embargo, algo tira de ti. Es algo mental que impide que te sientes y en menos de 10 minutos, ya estás haciendo deporte.

Cuanto todo esto porque hay veces que no es fácil hacer deporte. Cuesta mucho y ya no sólo de manera física. Tiene muchas implicaciones tanto psíquicas, como sociales, familiares y demás. Pero todas ellas creo que compensan. Esta última opinión se ve condicionada por mi carácter positivo de serie, eso es verdad, pero analizándolo fríamente, sí que compensa sí. 

Sólo sí consigues superar todos los impedimentos de esos días difíciles para salir a entrenar, entiendes la satisfacción que te reporta haber superado al mayor de tus rivales. Tú mismo. Ese y sólo ese es el mayor de tus competidores. 

Porque es muy fácil entrenar y sufrir al máximo ese día que tienes unas ganas locas de sacar la bici o ponerte las zapatillas e ir a correr. Pero el día que no te apetece, ese es el que marca la diferencia. Y al llegar a casa, esa satisfacción personal es insuperable. Te crees capaz de todo.

Mi queridísimo anónimo. Para finalizar quiero decirte que en esos días difíciles, cuando piensas que estás loco y que no sabes qué demonios haces entrenando con ese día tan malo, o a esas horas o lo que sea, quiero decirte que no estás ni solo ni sola. Hay otra mucha gente haciendo lo mismo que tú. Sin desfallecer, sin parar, sin descanso. Pero con mucha satisfacción y muchas esperanzas. No estás solo. No lo estás para nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario