miércoles, 29 de mayo de 2019

La Pequeña Americana revolucionará el mundo del ciclismo.


¡Hola a todo el mundo!

Hay veces que está muy bien tener otra visión de lo que hacemos a diario. Es como respirar aire fresco en medio de un día caluroso, que te hace sentir mucho mejor. En esto de la bici, todos tenemos nuestras costumbres muy arraigadas en la mayor parte de las ocasiones. Siempre llevamos el mismo tipo de comida en el maillot, en el mismo bolsillo, comemos en el mismo tramo o cosas así. Cada maestrillo tiene su librillo, podría decirse.

Pero a veces, llega alguien con ideas revolucionarias, como pudo ser el equipo Sky en el mundo profesional, que revolucionó según qué cosas y todos comenzaron a seguirles porque entendieron que sus movidas podían ser buenas.

Pues en mi micro mundo ciclista, mi particular equipo Sky revolucionario se llama María, es mi chica, ha comenzado a andar en bici de carretera desde hace un año y ya está generando sus propias técnicas, usos y costumbres. Os puedo asegurar que ha llegado a este deporte para revolucionarlo. Un día, hablando de esto en plena ruta, ella me dio permiso para que, llegado el caso, escribiese acerca del tema. Creo que es importante que la revolución se cuente desde dentro.

Son muchas e innumerables las cosas que María está cambiando en este deporte. Pasados los primeros meses en los que me preguntaba casi todo, ella fue conformando su personalidad ciclista, como no podía ser de otra manera. Y creo que el punto de inflexión sucedió el día en el que, después de ponerse el culote, maillot y de más, se puso por encima la bata de andar por casa para terminar de prepararse. Al principio me sorprendió y, tras un par de días, pues pregunté por esta pequeña revolución tecnológica. “Llevo la bata, sí, qué pasa”. Después de esto, no me costaría imaginar un mundo en el que, por ejemplo, todos los ciclistas profesionales, antes de iniciar la etapa, concediesen las entrevistas a los medios enfundados en sus batas de andar por casa, en este caso, y debido a la nueva tendencia, batas de Castelli, Etxeondo o cosas así. El mundo entero seguiríamos a los “pros”, pero María y yo sabríamos que todo comenzó en nuestra casa, aquel día preparándonos para ir a tomar el café a La Robla.

No os penséis que cuando salimos juntos es todo un pachangueo infame. María tiene hasta su perfil del Strava y día a día mejora. De los primeros días, de ritmo inconstante, hemos pasado a rutas cada vez más largas de ritmo, si bien tranquilo, continuado sin cesar. Pero en los comportamientos ciclistas María vio que había cosas que por qué no, podían ser sometidos a revisión y posibles cambios.

El ciclista, normalmente, ante el viento suele tener una actitud, digamos, disconforme. Qué duda cabe que María sigue esta corriente de pensamiento, por supuesto, pero la actitud cambia. Si por ejemplo, un ciclista tipo, suele pedalear, protestar y de más, en este caso la revolución de María es pararse, llorar, decir bien alto que está “hasta los cojones” y proseguir como si nada hubiese pasado. A mí al principio todo esto me alarmaba mucho. Pensaba que algo grave había pasado y me daba vuelta el estómago y el corazón, pero al ir dándome cuenta de que era otra rama de la revolución de María, me empecé a tranquilizar cada vez que sucedía algo así.

Qué bonito sería en el pelotón internacional, en la típica etapa por Albacete de La  Vuelta a España, un equipo empezase a provocar abanicos y los afectados, se parasen llorando, se cagasen en todo y continuasen como si nada hubiera pasado. ¿Os imagináis las declaraciones al llegar a meta de los protagonistas, enfundados en una bata Etxeondo? Sencillamente, revolucionario.

Por otro lado, me siento muy orgulloso al ver que hay cosas en las que María cree que tengo toda la razón. Y es que desde el primer día le enseñé que en toda ruta hay que parar a tomar café, a no ser que la prisa nos lo impida. Y qué bonito es entrar en algunos bares de pueblo y que ya sepan lo que tomamos antes incluso de que nos soltemos de las calas. Creo que soy una buena influencia para María.

Además, María es muy sincera y alguna que otra vez me da su opinión acerca de alguna decisión que yo tomo, como puede ser una ruta. Se nos ha dado recientemente el caso de salir dos días seguidos. La pobre María por tiempo no suele poder y cuando ocurre, pues no hay que forzar la maquinaria, ya sabéis, así que tomé la decisión de ir por una ruta del sur de León, esto es, plana como una sartén.

Mientras pedaleábamos después de tomar el café en ruta, yo vi que algo pasaba. Algo no le estaba cuadrando a María y le pregunté que qué tal le estaba resultando la ruta. Surgió la sinceridad y, si bien muchas veces otra gente podría edulcorar un poco la respuesta en plan, las rutas planas del sur son tranquilas, te permiten relajar piernas y mente o cosas así, María sentenció. En realidad dijo cosas que todos pensamos. “Por el llano, TOOOOODO PARA TI. Si hace calor toooodo para ti. Si hace viento, tooooodo para ti. Si hay polen, tooooodo para ti. Estoy hasta las narices del plano”.

Así que, sin duda, María es de carácter escalador. Y a parte de por esta opinión que tiene de las etapas llanas, lo sé por su posición en la bici al subir alguna cuesta. El primer día que la vi agarrarse a la parte más baja del manillar para subir, me quedé muerto. El espíritu del Pirata Pantani se había apoderado de ella, no cabía la menor duda. “¿Pero te resulta cómoda esa posición, cariño?” “Sí, sí. La que más” Me quedé muerto, oye.

Son tantas las pequeñas revoluciones que María hace cada día y tantos los descubrimientos que ella me comenta con ilusión. Aún recuerdo el día que me vino ilusionada diciendo que había visto en la tienda un culote que le gustaba, de una marca rara. Que tenía muy buena pinta. La marca rara era Etxeondo. Es boba, ¿eh? Pero no le ha pasado sólo con esa. El otro día descubrió Castelli y poco después, Rapha. Nos vamos a arruinar, pero siempre con las mejores calidades.

Pero lo más bonito de todo fue ver que ella le puso nombre a su bicicleta y la bautizó como “La Pequeña Americana”. Y ahí vamos los cuatro. María, La Pequeña Americana, La Americana y yo, siempre dispuestos a descubrir cosas nuevas y a revolucionar el mundo del ciclismo para siempre. Sólo os digo que María dice que en dos años se viene al Soplao conmigo. Que se preparen en Cantabria.

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