Como bien sabéis, queridos
lectores, no suelo escribir acerca del ciclismo profesional ni de sus gentes a
pesar de que soy el primero que está pegado al televisor cuando echan algo de
ciclismo, ojo. Creo que a pesar de compartir muchas cosas, el cicloturismo y el
ciclismo profesional no tienen nada que ver.
Dicho esto, llevo tiempo
queriendo hablar de un miembro del pelotón que me ha hecho pensar mucho.
Philippe Gilbert. Y me ha hecho pensar por el difícil año que ha tenido que
pasar.
A mí, todos los clasicómanos,
como podemos definir a Philippe, me encantan. Esos corredores que se marcan
como objetivo las carreras del principio de la temporada, las clásicas de
primavera, mis carreras favoritas y cazar etapas en las grandes vueltas. Tener
marcado un día en el calendario y darlo todo absolutamente en el momento
oportuno.
En la temporada 2011, el
protagonista de hoy no sólo lo daba todo en los momentos puntuales si no que,
además, sus esfuerzos se veían recompensados con muchas victorias a lo largo y
ancho de la temporada. Todo un éxito.
Este éxito le llevó a fichar por
un super equipo. El BMC. No recuerdo la
cifra pero, para lo que es el ciclismo, éste equipo hizo un desembolso muy
importante para obtener los servicios de Philippe. Nada más conocer esta
noticia, lo primero que pensé, no sé por qué, fue la presión que recaía de
manera automática en los hombros de Gilbert.
No obstante, yo confiaba en que
el bueno de Gilbert hiciese una buena temporada. De una u otra forma, seguí su
pretemporada. No se vio arrastrado por todos los eventos y actos a los que
debía de acudir por lo que suponía que estaba llevando una preparación cuasi
monacal.
Llegaron las primeras carreras y
ahí estaba Philippe. Escapadas, buenos puestos. Era una temporada muy larga y
la cosa parecía empezar bien. No llegaban los resultados, pero había tiempo.
Llegaron las grandes citas
primaverales y Gilbert estaba preparado. Tenía un equipo tras él que le
consideraba la estrella absoluta para enfocar estas citas. Las carreras iban
bien, Philippe entraba en las escapadas…pero no hubo resultados.
La presión que tuvo que recaer
sobre el campeón belga tuvo que ser enorme. Básicamente le habían fichado para
esas carreras y no tuvo resultados. No obstante lo había hecho bien, pero parecía
como si alguna fuerza sobrenatural impidiese que ganase las carreras que el año
anterior conseguía de manera muy holgada.
Las clásicas pasaron y ahora
había que mirar para adelante. El Tour estaba
a la vuelta de la esquina y había que hacerlo bien. Para Philippe, la general
es algo que no es viable, pero no por capacidades, si no por mentalidad puramente
belga y enfocada a etapas y a clásicas (en mi opinión)
A pesar de estar en un montón de
escapadas, tampoco llegaron los resultados y mira que lo intentó. Me imagino a Gilbert entrar en el bus del equipo con la
cabeza pensando en mil cosas y entre ellas “¡SI ES QUE NO PUEDO HACER MÁS!”
Pasó el tiempo y llegaron los Juegos Olímpicos. No pudo ser tampoco en Londres. El ser sobrenatural seguía
impidiendo que Gilbert ganase. Pero llegó La Vuelta y las cosas parecían empezar a cambiar. Por fin victorias importantes. Dos etapas que parecían endulzar la temporada.
Pero a ésta le quedaba la
guinda del pastel. El Mundial de Limburg. El Mundial de
Philippe Gilbert. Durante todo el próximo año llevará el maillot arco-iris, lo que
casi ya compensa el fichaje por parte del BMC y satisface al bueno de Gilbert.
¡¡Enhorabuena Philippe!!
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