martes, 18 de septiembre de 2012

XVII Clásica Los Puertos Esmeralda. Acto 2º. La marcha.

¡Hola a todo el mundo!

Tras el toque de gaita, y estoy hablando de manera literal, comenzamos a dar pedales para completar la XVII Clásica Los Puertos Esmeralda. El pelotón era muy numeroso y al no llegar al punto de salida todos los miembros de La Grupeta a la vez, estábamos un poco repartidos a lo largo del grupo.

Por un lado se situaban en cabeza del pelotón Óscar y Fernando, flanqueando al homenajeado Íñigo Cuesta...


...y en la parte media del pelotón nos situamos los demás. A saber, Sergio, Pepe el Rubio, Juan Carlos "Sainz", Jorge, David, Luis, Juanjo, algún otro habitual y un servidor...



En los primeros metros, afortunadamente no se produjo ningún enganchón, así que la salida fue limpia. Había niebla, pero la temperatura era buena. No obstante, unos manguitos, en mi caso, y algún que otro chubasquero no sobraban. Como dicen nuestros vecinos astures "ye meona" (la niebla digo)

Los primeros kilómetros discurrieron por carretera buena. De hecho, era conocida, ya que pasamos por la gasolinera en la que con la furgoneta "segura y emocionante" hicimos una entrada pintoresca en el viaje de ida.

Hasta llegar a la primera dificultad del día, el Alto de Buenos Aires, todos estábamos intentando tomar posiciones, así que hubo algún momentos codos, pero sin mayor incidencia. La ruta era controlada por un coche que iba abriendo, así que la velocidad no era tremenda, aunque ni mucho menos lenta, porque había momentos de 40km/h en el llano, así que el rodar era tranquilo. 

Justo antes de comenzar la subida, conseguimos agruparnos unos cuantos colegas. Fernando, Juanjo, Luis, Sergio. A Óscar no le pudimos agrupar porque estaba justo detrás del coche, así que era fácil saber dónde estaba pero, as u vez, de difícil acceso. Comentamos un poco la jugada y comenzamos a subir.

Como el puerto no era duro y era el primero del día, la subida fue fácil. Además, pudimos adelantar muchas posiciones y Juanjo dio caza a Óscar. Yo, que tengo el casco del susodicho fichado, hice una subida feroz para situarme a unos prudentes 10 metros del coche y, por tanto de ellos.

Coronamos y nos tiramos para abajo. Aquí es donde yo le pongo un pero a la ruta (pero pequeño). En las bajadas también iba el coche controlando, pero en algún momento controlaba demasiado, esto es, iba demasiado despacio. No te digo que se ponga a 80km/h, pero bajando, a 40 creo que es ir despacio. Esto produjo algún que otro frenazo brusco.

En este momento de la Clásica era cuando haríamos nuestra entrada en Lastres. Gran parte del pueblo estaba en las cunetas aplaudiendo nuestro paso por esta impresionante localidad asturiana. Una gozada al más puro estilo Vuelta a España.

Tras dejar Lastres y encontrar alguna pequeña encerrona en el recorrido, en forma de repecho inesperado, ahora tocaba avituallar. El punto para cargar las pilas estaba situado en Colunga, lugar de muy buen recuerdo para mí ya que era donde iba a la playa de pequeñín con la familia. 

Sergio y yo llevábamos ya varios kilómetros con ganas de que llegase el avituallamiento pero no para cargar el depósito, sino para vaciarlo. A mí ya me dolía vivir...¡qué mal! Pero llegó el placentero avituallamiento en el que me encontré con uno de los manjares que más me gustan en este mundo.. Más que muchas comidas consideradas "tope gama". El pastelito Pantera Rosa. ¡Qué subidón me dio! 

Tras comer un par de Panteras Rosa y guardar un plátano para pasar la mañana, llegó el momento de agruparnos todos los colegas y echarnos unas buenas risas. Fue en ese momento cuando vi al homenajeado Íñigo Cuesta sentado junto a nosotros, así que no me quedó más remedio que darle la chapa un poquito. "¡Íñigo! Una foto, ¿no?"


Tras una charla con el mito del ciclismo, un toque de bocina del coche de la organización suponía el punto final del avituallamiento. Siguiente estación, Alto de La Llama.

Este puerto, la verdad es que es precioso. Lleno de vegetación, carretera pequeña pero buena y una pendiente que ya te exige algo más que el anterior. Yo me había colocado bien en la salida del avituallamiento, así que no me costó colocarme en el grupo cabecero. Los 4 primeros kilómetros los hice con este grupo de galgos. El coche en las subidas nos soltaba la correa. Problema de ir con los pura sangre. Que les aguanto, sí, pero a costa de is a 180 pulsaciones mucho rato y como yo ya me conozco bacalao, pues sé que mucho rato subiendo a ese nivel de pulsaciones lo pago al final...

...Como así fue en los últimos 3Km. El quinto kilómetros fue un replanteamiento de subida. Empecé a culear un poco para coger un ritmo de a 175 pulsaciones o así. En estos momentos es cuando tu ritmo es un poco irregular, quiero y no puedo y das pedaladas confusas....hasta que alguien te dice: "¡No me jodas! ¡Encima me tienes que tirar a mí en la cuneta!" jajajajajaja ¡Casi tiro al bueno de Luis!

Los dos últimos kilómetros, una vez encontrado el ritmo (y un par de buenas ruedas conocidas, del equipo Maldonado) los hice bien, aunque he de confesar que se me hicieron pelota.

Una vez coronado este precioso puerto, las vistas eran sencillamente impresionantes. Un placer para los sentidos. Ahora tocaba bajar...¿o no del todo?

Digo esto porque la organización nos buscó la manera de castigarnos bien antes del último puerto del día. La manera fue utilizando dos encerronas de estas que te dejan las patas como a Conan (como diría Buka) Dos repechos de 1Km a una media del 10%, llegando a picar al 15% en algún momento. Cuando estás en "modo bajada" y miras el perfil, viendo que no hay nada raro, y te encuentras con algo así, te quedas muerto.

Superada esta tortura, en el descenso propiamente dicho (esta vez sí) se produjo la única caída que, al menos yo, vi. Fue justo en una curva rápida a la izquierda a unos 10 metros delante de mí. Tuve que esquivar al compañero caído por el arcén, cosa que me dio muy mal rollo ya que había algo de gravilla, pero yo no me caí y el compañero estaba bien, así que libramos.

Ahora ya sólo quedaba prepararnos para el último puerto. La Collada de Pandenes. En el grupo cabecero, que es donde estaba yo (y sí, este es el momento en el que fardo de que estaba con los de adelante), de la grupeta quedábamos Óscar, Luis, Sergio y yo.

Óscar había notado molestias en una rodilla (lesión reciente) así que subiría con el freno de mano echado por prudencia. Luis no decía nada, cosa que significaba que iba como un titán. Sergio y yo nos manteníamos en un prudente segundo plano. Yo no conocía la subida, pero sabía que los primeros kilómetros eran duros.

Comencé a comentar la jugada con Óscar. Él sí que había subido este puerto y en cuanto vimos el desvío para el mismo, la pinta de la carretera confirmaban mis presagios. Muy duro inicio. La carretera era estrecha, de las de brea líquida y parcheada. En definitiva. Una preciosidad (y estoy hablando en serio). A mí, este tipo de carreteras me encantan para subir.

Tras mi experiencia en el puerto anterior a 180 pulsaciones, sabía que tenía que regular. No debía de ir tan "full gas", como diría Contador, ya que se me podría atragantar la subida. Así que empecé a regular. Surgió un problema con el que no contaba. Aparecieron dos torturadores. Sus nombres. Luis y Óscar.

Perdí la pista de Sergio. Se descolgó en algún momento de mi tortura. Ésta se basó en que cuando mis torturadores vieron que me estaba descolgando un poco, se pusieron delante de mí diciendo: "¡Vamos Dani! ¡No te quedes!" Y comenzaron a ponerme un ritmillo para que no me descolgase.

Óscar se dejó caer (no por debilidad) y me quedé con Luis. "¿Ahí vas bien Dani?" Tuve que decir que sí a pesar de ver unas dramáticas 182 pulsaciones por minuto. Los tres kilómetros iniciales me los hizo, de la manera que os cuento, Luis. Desde aquí agradezco la buena intención, pero sufrí Luis...sufrí mucho...estás hecho un máquina.

"Pura sangre" Luis me preguntó por Óscar. Él pensaba que estaba adelante, pero le dije que no. Fue en ese instante cuando nos pasaron dos tipos a todo meter en plato grande y, tras ellos, el Caimán. ¡Cómo iba el condenao!

Aquí Luis tiró para adelante, espoleado por el cambio de velocidad que impusieron estos dos del plato grande, y se quedó Óscar conmigo. En este momento fue cuando se me hizo de noche. "Ya verás como me saca los ojos Óscar",  pensé. Si bien no fue así, despacio no fuimos Óscar. El resto de subida lo hicimos, en mi caso particular, a 175 pulsaciones y a 55 en caso de Óscar (estoy seguro de que fue así)

Una vez superados los 5Km de ascensión, vimos a lo lejos un avituallamiento líquido. Genial, porque yo me había quedado más seco que un Dry Martini. Un refresco y un poco de agua nos puso a tono para llegar a coronar. Un pequeño reducto de personas estaba tomando fotos en lo alto del puerto, así que intenté animar el cotarro reclamando un aplauso por nuestra subida. Uno de ellos nos dijo que cuidado en la bajada, que tenía miga.

Y así fue. Tenía miga. Bajada preciosa, en la que el coche ya no nos frenaba y yo pude tirarme a lo loco. Saqué de rueda a Óscar porque él es prudente y no está tan tarado como yo en este terreno. Curva de un lado, curva de otro, curvas enlazadas a ambos lados....una gozada...

...Una gozada hasta que llegó lo que nadie en todo el pelotón se esperaba. Encerronas finales. Dos concretamente. Antes de llegar a Nava nos topamos con dos repechos de plato pequeño que quitaban el sentido. Evidentemente, en este terreno fue donde Óscar dio conmigo.

Una vez superado todo esto, sólo nos quedaba entrar, como buenos amigos, de la mano tras superar una ruta dura, pero sobre todo, preciosa...


Poco a poco, los demás miembros de la Grupeta fueron entrando. A Luis no le vimos llegar dado que fue el primero en hacerlo, pero uno tras otro fueron entrando al redil...

Sergio, Juanjo, yo mismo, Fernando, Óscar y David (desde la  izquierda)

Fernando, tras esprintar a su grupo, entra en solitario.

Jorge entra satisfecho por el trabajo realizado.

Juanjo entra en solitario.

Tras la ducha, Óscar y Luis (de verde) junto a las chicas más guapas y majas (junto con Patri que no aparece) de la Clásica.
Para finalizar este segundo acto, señalar que el Club Ciclista León, al cual pertenecemos la mayor parte de los miembros de la Grupeta Cicloturista León, fue galardonado como uno de los clubes más numerosos en tomar la salida de la XVII Clásica Los Puertos Esmeralda, así que también subimos al podio...

Fernando y Óscar recogiendo el premio en nombre del Club
Como veis, fue una marcha fantástica, sin problemas y con muchas cosas que contar, aunque aún quedaba por celebrarse el fin de fiesta...La espicha...

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