Cuando sales a rodar después de
un día duro, como fue el domingo, lo único que te apetece es soltar piernas.
Mucha cadencia, plato pequeño y cosas así.
Pero hay días que se tuercen
desde el principio. El claro ejemplo fue el de ayer. Si pinchas la rueda
delantera en una bajada, por una carretera con mucho tráfico, a los 3
kilómetros de salir de casa, eso significa que el día empieza mal.
Nada más encarar la bajada hacia
el punto de encuentro habitual, Sanyres, donde había quedado con Manuel, el
triatleta abulense, escuché, ya no un pinchazo de la rueda delantera. Un
reventón. Nunca había pinchado de esa forma. Fue muy extraño. Después de
hacerle la autopsia a la cámara, la sensación que me dio fue que se debió a que
dicha cámara estaba pinzada con la cubierta y la llanta, aunque me extraña que
haya tardado tanto en pinchar, porque la había cambiado hace 1000Km
aproximadamente.
Pero después del incidente,
Manuel y yo, después de que este se acercase hasta el punto del pinchazo,
comenzamos a rodar para, como decía, soltar piernas.
Comenzamos a hablar y ponernos al
día porque sólo habíamos coincidido un día, pero uno del que me acuerdo
perfectamente. El día del fallo general del sistema.
Así que teníamos mucho de lo que
hablar. Él me contó que había tenido lesiones y estaba siendo una temporada
complicada (con atropello incluido) Ya estaba recuperando y se estaba
planteando si hacer alguna competición más antes de terminar la temporada y ya
esperar al año que viene.
Yo con ir a los Puertos Esmeralda
y ganar fondo antes de noviembre, momento en el cual tengo intención de parar y
comenzar en diciembre la temporada, tengo de sobra. Comencé muy bien la
temporada, pero entre unas cosas y otras, en los momentos importantes no he
estado operativo.
Pero como os iba diciendo,
comenzamos a soltar piernas. O ese era el plan inicial, porque en el momento en
el que tuve que meter plato grande y bajar un piñón, me di cuenta de que lo que
se dice soltar soltar, pues no es que lo estuviésemos haciendo. No fuimos a
muerte en ningún momento, pero no soltamos.
Pero el día estuvo bien. Hablamos
un montón e incluso nos encontramos con uno de los futuros pura sangre
leoneses, Mario Puente, cadete en plena serie. Hacía un montón que no veía a
este rapaz. Re aprovechó un rato de nuestro rebufo y continuó con sus series.
En este momento fue cuando Manuel
estuvo a punto de picarse. Ya me veía yo a 160 pulsaciones, con el piñón del
13, agarrado abajo y dando relevos, pero por suerte esto no ocurrió.
Esta semana lo que toca es
preparar los Puertos Esmeralda. Tenemos que quedar, ver cómo vamos, etc, etc.
Tengo un montón de ganas. Espero que nos respete el siempre incierto clima
asturiano.
¡Estamos en contacto!
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