¡Hola a todo el mundo!
Ayer, después de un fin de semana la mar de completito pero sin mucha bici, la verdad, pude volver a salir a dar una vuelta con "La Americana". Era uno de esos días en los que necesitas como el comer estar al aire libre. Nada de ruidos artificiales. Sólo mis pensamientos y yo.
En lo puramente físico de la ruta, lo cierto es que no me compliqué nada de nada la vida e hice el Fenar, subiendo por Robles. En principio no tenía mucha intención de castigarme pero me animé y a lo tonto y a lo bobo me di candela. Incluso hice un par de series en claro homenaje al Buka, que tanto me hizo sufrir con una de ellas la semana pasada.
Pero más que el entrenamiento físico, ayer estaba buscando un espacio mental en el que no hubiese nadie más que yo. Si no habéis andado nunca en bici, os aseguro que ésta es una de las mejores maneras de encontrarlo.
Ordenar muchas ideas y muchas sensaciones que tengo en mi cabeza no es tarea fácil pero gracias a toda esta maraña mental me siento vivo. Puede que haya gente que denomine a muchas de estas situaciones personales "problemas", pero creo que este tipo de cosas son los que nos hacen vivir. No me gustaría sentirme tan vacío por dentro como un zombi emocional. La vida está hecha de todas aquellas cosas que nos van pasando en el día a día, sean buenas, malas o regulares. Sencillamente, para vivir a tope, hay que estar dispuesto a sentir. Y yo siento muchísimo.
Mientras ruedas con tu bicicleta, que no os quepa ninguna duda de que todas las sensaciones personales del día a día se detienen. Rodar en bici es un "break" en lo cotidiano de una jornada cualquiera. Es el momento en el que disfrutas como nunca de esas miradas, esas palabras, aunque también sufres como nunca esas miradas, esas palabras.
Y la razón es que si sales a rodar en solitario, a no ser que tu mente comience a generar dudas y hablas solo de manera habitual, sueles quedarte contigo mismo. Contigo mismo y con tus ángeles y demonios. Pocas maneras mejores hay que andar en bici para mirar directamente a los ojos a tus demonios. Puedes rehusar hacerlo, claro, pero si estás dispuesto a comenzar una catarsis interior, ésta se puede generar perfectamente sobra las ruedas de una bicicleta.
En nuestra rutina, no hacemos más que huir de nosotros mismos. Y si no me creéis, observar nuestro comportamiento habitual al entrar en casa. Lo primero que solemos hacer es encender algo que haga ruido como la TV o la radio. Eso silencia éstos ángeles y demonios. Y ya si no queremos verlos, nos ponemos un buen chute de internet o telebasura. Pero en bicicleta no puedes escapar de ti por mucho que pedalees.
Yo soy muy partícipe de enfrentarme a mí propio yo. Hay veces que es un asco y otras no tanto pero así no soy un desconocido para mí mismo, lo cual sería un completo desastre. Conclusión. Apaga la TV y comienza a dar pedales. Te va a encantar conocerte.
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