jueves, 9 de mayo de 2013

Sonría por favor.

¡Hola a todo el mundo!

Y allí estaba yo. Poniendo cafés, preparando algunas tapillas para que el pueblo acompañase el vino con alguna vianda y, de repente, entraron ellas. La verdad es que apenas pude distinguirlas tras esas impresionantes sonrisas.

Y da gusto cuando la gente te regala una sonrisa, porque de caras serias está en mundo lleno y a mí, personalmente, la vida no me parece algo por lo que estar serio. Así que las Cerezales' Girls me alegraron aún más la mañana.

Mientras nos besamos, nos pusimos al día e hicimos un poco el bobete, comenté a mis amigas que el día anterior había pasado junto a Cerezales del Condado y no había entrado a verlas. De manera muy cortés, me echaron la bronca, así que debía de reconducir la situación. "Pues hoy voy a salir con la bici y voy a veros. ¡No se hable más!".

Nos despedimos y me quedé con la sensación de que la pelota estaba en mi tejado. Parece una tontería, pero para mí, el hecho de cumplir lo acordado era de capital importancia. Podía quedar en entredicho mi palabra.

Así que, nada más salir del curro, marché como un tiro para casa pero basta que tengas prisa para que te surjan chollos. Que si una cosa, que si otra y todo así. Las chicas me habían comentado que se marcharían entre 7 y 7:30 de la tarde y puesto que salí de casa a las 6:30 y Cerezales está a unos 25 kilómetros, estaba muy justo de tiempo.

El camino a seguir era uno de mis campos de entrenamiento habituales. La carretera de Santander. Terreno rompepiernas de continuos repechos. Además del incómodo perfil, al tener prisa, debía de ir rápido, así que tocaba arrebato.

Al coronar cada subidita, no hacía más que mirar el reloj. "No vas mal de tiempo Dani", me auto-motivaba, pero por si las moscas, me fijaba en cada coche que iba de camino a León por si las chicas ya se volvían para casa, no fuese a ser que mi misión estuviese siendo un fracaso.

Estaba terminando de subir la última cuesta y ni rastro de las chicas. Eran las 7:15 y parecía que cumpliría con lo previsto. ¡Qué emocionante! No siquiera las pequeñas gotitas primaverales, procedentes de una tormenta próxima, conseguían desprenderme de la sonrisa ante la posibilidad de cumplir con mi palabra.

Llego a Cerezales y a lo lejos, consigo divisar la Fundación. Y junto al edificio, veo un coche negro que pertenece a una de mis amigas. "¡Conseguido!", grité entre dientes. De repente, veo que están saliendo del edificio y se dirigen hasta el coche.

Un pequeño "esprín" acompañado de un "¡guapas!", consiguen detener sus pasos. "¡Dani! ¡Al final viviste!" ¡Qué bien sienta cumplir la palabra! 

Y mejor sienta hacerse una autofoto con un par de amigas...


Ahora quedaba el camino de vuelta a casa bajo el diluvio universal de aquella tormenta antes próxima, ahora inminente. Me daba lo mismo. Yo no me podía quitar la sonrisa desde por la mañana.

Conclusión. Vamos a hacer todos un ejercicio de risa diaria e igual somos más felices en general. Las Cerezales' Girls y yo ya hemos empezado. ¡SONRÍA POR FAVOR!

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