martes, 17 de marzo de 2020

Diario del estado de alarma: así lo vamos llevando en esta casa.


¡Hola a todo el mundo!

Aquí sigue el estado de ALARMA. Ya está aquí el confinamiento responsable en nuestras casas. Y ya está aquí una época inédita de rodillo aunque veamos ante nosotros un día formidable o sencillamente no veamos que llueva. Todo lo que nos queda a los ciclistas es el rodillo.

Estado de alarma. Una nueva situación...
Y la verdad es que si nos lo proponemos podemos hacer muy buenos entrenamientos si mantenemos una disciplina, nos cuidamos algo, trancamos bien la puerta del frigorífico y nos mantenemos activos en general.

Y eso es lo que le digo yo a María. Que si hacemos rodillo, que si hacemos ejercicios, que si estiramientos y un largo etcétera. Y toda esta situación ayer por la noche, después de que María terminase de hacer rodillo, saltó un poco por los aires.

La historia fue que, como digo, después de que María terminara de hacer una hora de rodillo como una campeona, yo insistí en rematar ese asunto con ejercicios complementarios en plan zancadas, sentadillas, lumbares y bla, bla, bla. Yo estaba haciendo unos giros de torso ayudado de una especie de palo con el que, aprovechando que María estaba en el suelo, le corregía algunas posturas que yo consideraba mejorables. La respuesta fue clara.

“Mañana, en lugar de darme con el palito, también me insultas, y así puedo llamarte el Sargento de Hierro. ¡Joder con Clint Eastwood!”

Sólo puedes que reírte, claro, porque además de estar confinados, no sé en vuestras casas pero en este hogar se vive un pequeño festival del humor cada dos por tres. Lo estamos cogiendo con ganas esto de la cuarentena, la verdad. Es verdad que María y yo tenemos la suerte de estar muy a gusto juntos, cierto es, pero hay que sacarle el lado positivo a todo.

Por ejemplo, os voy a ser sincero. El rodillo me parece una porquería muy seria, pero menos mal que lo tengo, porque de no ser así, todo iba a ir mucho peor. Y si lo miro por el lado del estado de forma y de más, sólo pienso en que la próxima vez que me enfrente a un puerto de montaña, me va a parecer un paseo por el parque porque si una cosa se entrena mucho subido a un rodillo es la mente. Para mí hacer una hora de rodillo, una hora intensa, es muy duro psicológicamente. Se me hace muy cuesta arriba. Parece que el tiempo no avanza, la verdad.

La habitación de las bicis, el rodillo y yo.
Mis truquitos son sencillos. No suelo escuchar música. Lo que me alivia bastante es escuchar podcast, ya sean de ciclismo como no podía ser de otra forma, o de historia, otra de mis pasiones, o de ciencia y un largo etcétera. La verdad es que eso me despeja mucho.

Que la sesión de rodillo sea dura e intensa también me lo hace todo, paradógicamente, más fácil porque dar pedales por que sí, no me motiva demasiado. Para ello me ayudo del pulsómetro, procurando estar continuamente por encima de un número determinado de pulsaciones. Más que para lo físico, lo hago para mantenerme entretenido de alguna manera porque os aseguro que a mí el rodillo se me hace mucha pero que mucha pelota. Prefiero hacer 10 horas de ruta que no una sola de rodillo.

Después de la tortura del rodillo vienen los ejercicios en los que trabajo todos los grupos musculares. Pierna, luego abdominales, lumbares, brazos, bueno, toda la parafernalia. Acabo bastante bien de ejercicio, la verdad. De hecho, mientras escribo esto noto las patas castigadas.

Por otro lado y cuando el tiempo del ejercicio ha terminado, para sobrellevar mejor el día hay unas cosas que molan mucho y que por casa suele haber de sobra. No necesitan enchufarse, los abres y siempre están encendidos. Cuentan historias increíbles. Libros. Se llaman libros. Son una pasada y con todo este tiempo muerto que vamos a tener se pueden devorar. Por ejemplo, para estos días estaría bien pillar “El Conde de Montecristo” pero yo tengo pendientes un par de biografías de Gino Bartali (el mejor de siempre para mí) que me regaló María hace una semana por mi cumpleaños. Hay grandes cosas acerca de ciclismo que se pueden leer, la verdad.

Nos quedan unos cuantos días de confinamiento y habrá que llevarlos lo mejor que se pueda. En esta casa por lo pronto vamos a intentar mantenernos activos física y mentalmente. Voy a ir por el palito a ver qué me dice hoy María. Ya verás qué risas nos echamos.

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