¡Hola a todo el mundo!
Ayer antes de irme a
currar, estaban echando por la tele el mundial de contrarreloj del 95
que, por cosas de la edad, yo recuerdo haber visto. Nos hacemos
mayores, es cierto, pero qué grandes recuerdos ciclistas nos están
programando en la televisión.
Y ahí aparecía
Miguelón, Indurain para los profanos. Qué manera de destrozar el
reloj cada vez que tocaba luchar contra el crono. La verdad es que,
si bien no desarrollaba un ciclismo tan agresivo como mi gran ídolo
de aquella época, Marco Pantani, Miguel tenía algo que cautivaba a
todo el mundo. Era hipnótico verle pedalear. Era increíble verle
subir puertos sentado, agarrado a la cruz del manillar, destrozando a
verdaderos especialistas de la montaña.
Yo era más de los
típicos escaladores como el ya citado Pantani. Por ejemplo, por aquel entonces
me gustaba un montón Perico, que fue el primer ídolo que me llamó
la atención y al primero que intenté imitar con mi GAC azul que
todo lo podía. A parte de Pantani, otro ciclista que a mí siempre
me llamó mucho la atención, ya metido más en los profundos y también convulsos años noventa, fue Laurent Brochard. No sé si se debía
a que tenía un pelazo muy de grupos heavys que ya empezaban a
gustarme mucho, o a sus presencias en fugas, o al mundial que ganó, pero lo
cierto es que me molaba. Yo qué sé. Mi pedrada, ya sabéis.
Foto by Pinterest. Brochard en el 97 |
Hoy también me tengo que
ir a trabajar y no voy a tener mucho tiempo para contaros mis
cosillas pero como lo voy a tener más que de sobra durante estos
próximos días como bien sabréis todos ya a estas horas (quince
días más de confinamiento) algunos capítulos de este diario del
estado de alarma versarán sobre algún ídolo personal como, sin
duda, fueron los tigres que os citaba antes.
Mucho ánimo, familia,
que esto lo pasamos entre todos. ¡Ánimo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario