martes, 24 de enero de 2012

Sarna, con gusto, aguas mil.

¡Hola a todo el mundo!

La ruta que he hecho hoy, la podríamos llamar, "ruta de huida". En concreto, huida de la niebla. El día en el que tenía intención de darme un tute kilométrico, por desgracia amaneció con niebla, así que lo que hice fue alargar la salida lo más que pude (básicamente, enredar en casa) para ver si la niebla se iba a freír espárragos.

Ésta, inmune a todo lo que yo pudiese pensar de ella, no se acababa de ir, así que decidí vestirme de torero y salir a rodar. La cosa es que parecía que la dichosa niebla estaba levantando. Sin poder aún celebrarlo, salí un poco del centro de la ciudad. Parado en un semáforo, alcé la vista y comprobé que se estaba despejando en dirección sur, esto es, llano.

Estaba claro. Hoy la ruta iba a ser plana, por grandes carreteras e interminables rectas. Recordé una rutilla que hice con el grupo de los máster, así que tomé la dirección apropiada, agaché la cabeza y me preparé para el tormento. Digo tormento porque hoy hizo acto de presencia el enemigo del ciclismo de toda categoría. El viento.

Se hizo dura la ruta de hoy, pero no sólo por el vendaval, sino porque hacerla solo fue terrible. Cuando la hice con los máster, todo fue mucho más entretenido. Estás pendiente de no hacer el afilador, de comentar la jugada con alguno y cosas así. Además, ahora en invierno, a pesar de las temperaturas, éste no deja de haber causado estragos y la zona sur de León no está lo que se dice bonita precisamente. Extensiones grandes de tierra (sólo tierra), riberas de ríos con los árboles sin hojas, los pueblos sin un alma por las calles, etc. Un poco aburrido, la verdad. Esta fue la ruta, mirad: León-Villarroañe-Cabreros del Río-Cembranos-León

Pero hasta aquí lo negativo, porque como se suele decir, sarna con gusto no pica. Al ser un apasionado del pedal, siempre acabo encontrando algo positivo que contar. Hoy, lo positivo ha sido lo mucho que he pensado sobre la bici. Como os he comentado en alguna otra ocasión, en bicicleta se piensa un montón, sobre todo cuando ruedas tú solo. Hay días que lo necesitas para relajarte, ordenar tus ideas y hacer planes. Para mí, hoy ha sido uno de estos días, así que me ha venido muy bien la ruta de hoy. No hay mal que por bien no venga.

Después de darle mil y una vueltas a varios temas que tengo en mente, cuando me quise dar cuenta, ya estaba entrando en León, con el peligro que esto iba a entrañar dada la ruta elegida, o mejor dicho, dada la ruta que me obligó a seguir la niebla. El acceso a la ciudad, por donde lo hice tiene demasiado tráfico para mi gusto.

Tras un par de pasadas más cerca de la cuenta de algún descerebrado en su coche, llegué a casa con la sensación de que, a pesar del frío, la niebla, los descerebrados y todo lo demás, hacer lo que te gusta vale la pena. Sólo hay que encontrarlo y tirarse a por ello.

¡¡Un abrazo a todos y todas!!

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