Hola a todo el mundo.
Esta entrada la titulo así porque ya forma parte de una serie de entradas que van encabezadas de esta manera, pero en realidad me hubiese gustado llamarla "Col du Tourmalet. Donde descubrí lo que es el cicloturismo"
Y digo esto porque más allá de la dureza del puerto en sí, del paisaje y de lo especial de la zona donde se encuentra el Tourmalet, en cuanto llegas a Luz Saint Sauveur te das cuanta de que el lugar es especial.
Subir el Col du Tourmalet, para mí llevaba siendo un reto desde hacía años pero por unos y otros motivos, pasaban los años y seguía sin poder ir a doblegar a este mito. Porque una cosa tenía clara. Iba a llegar a la base de este puerto e iba a derrotarle. Sin embargo, cuando llegué allí, te das cuenta de que nadie lo derrota sino que todos nos unimos a él. Por eso es una leyenda, porque aparte de roca, tierra y árboles, esta cima se compone de sueños, retos, ilusiones, competición, pasión y, sobre todo, CICLOTURISMO.
Poco antes de ir hasta los Pirineos, tuve una conversación con alguien que conoce la zona en profundidad. Ésta conversación nada tenía que ver con el Tourmalet, pero me advirtió que el cicloturismo que tenemos en España, basado en el rendimiento, nada tiene que ver con el europeo, en el que prima la diversión, el turismo en bicicleta y la amistad.
Presté atención, pero hasta que no me monté en mi bicicleta y empecé a hacer kilómetros por la zona de Luz, no me di cuenta de la razón que tenía mi amigo de Huesca.
En toda esa zona, evidentemente, por la repercusión mediática que tiene el Tourmalet y compañía, hay cicloturistas de todo el mundo, pero sobre todo europeos. A éstos, se les ve sobre la bicicleta. No con ese ardor guerrero tan español, sino con tales ganas de disfrutar sobre su montura que te da envidia y obliga a hacerte una pregunta:"¿habré estado perdiendo el tiempo todos estos años de rendimiento?" Llegué a la conclusión de que la respuesta era que sí.
Si se sale desde Luz Saint Sauveur, la ascensión comienza en ese momento. No te da tiempo a prepararte mentalmente. Empieza y punto. Desde el primer momento, te das cuenta de que hay más cicloturistas de los que jamás habías visto en cualquier lugar no siendo una marcha. Yo lo describiría como una ciclo-romería.
Está todo muy bien preparado para el cicloturismo. Buena carretera, respeto de los conductores y señales indicativas que te informan cada kilómetro de lo que te queda para coronar y el porcentaje medio del kilómetro que comienza.
Estas señales al principio te parecen "lo más". Pero cuando pasan los kilómetros y ya eres consciente de que el kilómetro con un porcentaje medio del 6% es "un descanso", pues lo único que quieres hacer con esas señales es romperlas.
La verdad es que la subida se hace muy amena. Para mi es el tipo de subida perfecta. Sin grandes rampas del 20%, que eso me mata, pero con rampas de hasta el 11% eso sí.
La subida tiene dos partes muy bien diferenciadas. Una primera, hasta llegar a la estación de skí. Con mucha vegetación, con pocas curvas. La segunda, tras superar dicha estación, con muchas curvas, más expuesta, sin árboles, y con porcentajes más acusados.
Durante toda la subida no haces más que cruzarte con cicloturistas de todo el mundo, de todas las maneras, de todas la edades pero con la misma idea. Formar parte de la leyenda de este puerto. Me crucé con padres y madres con sus hijos e hijas, gente con cámaras y micrófonos dejando testimonio de la hazaña, ciclistas profesionales. De todo.
Para mí, esta ascensión fue una catarsis en mi idea del cicloturismo. Partí desde Luz con una idea y terminé en la cima con unos amigos belgas y otra idea muy distinta. Mis pensamientos no hacían más que cambiar según dejaba atrás los duros metros de ascensión. "Esta gente sí que sabe lo que es el cicloturismo", me decía una y otra vez. "Sergio tiene toda la razón en cuanto al cicloturismo europeo", continuaba diciéndome.
Y mientras hacía mi catarsis y continuaba mi ascensión contemplaba el paisaje. Impresionante. No tengo palabras para describir lo que sientes sobre tu bicicleta al contemplar el espectáculo de esas cimas pirenaicas. Sencillamente increíble. La línea divisoria entre la parte con árboles y la parte "pelada" es brutal. Parece que sales de un túnel para adentrarte en el reino de la luz, porque lo que tuve fue muy buena suerte con el clima. Un sol espectacular y una temperatura que rondaba los 30ºC. Ideal para mi, ya que a mí el frío no me va, pero con el calor soy una persona feliz.
Cuando llegas a los duros kilómetros finales, porque el Tourmalet reserva su parte más dura para los últimos 4 km, te das cuenta de que el reto que supone subir esta mole se aproxima a su fin. Desde esta parte final, tienes una panorámica fenomenal. Por delante de ti, cicloturistas a montones. Por debajo más de lo mismo. Por detrás más aún. ¡¡Qué espectáculo!! Mientras escribo esto, recuerdo ese momento y se me pone la piel de gallina.
Levantas la mirada. Estás cansado pero muy motivado. Ves que sólo te quedan un par de curvas. Giro a la izquierda. Última rampa y de repente, al fondo, aparece el monumento al Tour de Francia. Un enorme ciclista sobre su bicicleta donde la foto es imprescindible.
¡¡Qué alegría!! Lo he conseguido. Ya formo parte de la leyenda del Tourmalet. Me entran ganas de llorar. Pero no lo hago. ¿Por qué? ¡¡Los belgas!!! ¡¡Amigos!!
-How are you, Dani?
-Fine thanks, and you? How about your ride?
-Gorgeous!!! Would you like a beer??
Miro mi gel de hidratos de carbono. Pienso lo ridículo que es y en el tiempo perdido todos estos años.
-Yes, I like, of course. I'm from León. Do you know it??
-Yes I do!!! Vuelto Espana clago
Cuanto nos queda por aprender, madre mía.
Vistas desde la cima del Tourmalet. |
A punto de bajar. Hay que abrigarse. |
En este vídeo podéis daros cuenta del ambientazo de la cima. Disculpad por la calidad del mismo.
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