domingo, 1 de enero de 2012

Tesoros del cicloturismo. Puerto de San Isidro.

Hace años, cuando yo era un chaval, todos los veranos los pasaba en un pueblo llamado Boñar. Aprovechaba para, junto a mi padre, ir por toda la zona a hacer rutas en bicicleta.

Un buen día, decidimos subir hasta el puerto de San Isidro por la vertiente leonesa. Ida y vuelta fueron unos 80 kilómetros, pero íbamos muy tranquilos y nos lo pasamos muy bien. Esta fue mi primera gran subida, pero me prometí que, algún día, subiría por la vertiente asturiana, la verdaderamente dura.

Pues bien. Ese día llegó este año. También junto a mi padre, pero esta vez él iba en coche y yo en bicicleta de carretera y no en aquella pesada bicicleta de montaña.

Fuimos en coche hasta la estación de sky y yo, desde allí, me lancé por el lado asturiano hasta la localidad de Cabañaquinta, momento en el cual empecé la ascensión.

Todo empezó de manera suave. Rampas del 2%, del 4%. Era mi primera subida grande del año y no quería pasarme, así que siempre fui guardando algo.

Conocía bien la ascensión pero de haberla pasado muchas veces en coche, así que tampoco sabía exactamente las partes en las que podía sufrir.

Pronto lo averiguaría. Al pasar por el pueblo de Cuevas ya empezaba a ponerse la cosa seria de verdad. Ahí ya tuve que jugar con los piñones y situar la cadena en la parte de arriba para poder mantener un ritmo alegre y continuar sentado.

Superadas estas primeras rampas, me empecé a meter en el corazón de la subida a San Isidro. Un par de curvas de herradura dan inicio a la parte exigente y, también, más bonita de la subida. Tras pasar unos túneles contra los aludes, ya tenía metido todo lo que llevaba y llegó el momento de ponerme sobre vielas y trabajarme la subida.

Ya superada la zona de la central eléctrica, el paisaje se abre y empieza a engañarte porque, si bien no parece dura, a mi me pareció la zona más exigente de todas porque ya llevas unos cuantos kilómetros a las espaldas, y la pendiente es de consideración.

Por fin veo los remontes de la estación, lo que anuncia el final de la subida. Un par de esfuerzos más y, tras superar el desvío hacia Fuentes de Invierno, ya me dirijo pletórico y en plato grande hacia el cartel del puerto.

Una muesca más en el manillar.

Recuerdo que cuando subí de chaval por el lado leonés estaba cansado. esta vez, muchos años después, también lo estaba, pero lo estaba saboreando mucho más. El que había subido mucho mejor era mi padre. En el coche todo es más fácil. Le perdono. Los bocatas de bacon queso de después a los que me invitó le restan culpa.

Un saludo amigos

2 comentarios:

  1. La última vez que lo subí fue este verano pasado con 3 compañeros del CC León. Fue una ascensión épica, pues nos tocó mojarnos de lo lindo desde Cabañaquinta, después de haber dejado atrás el Puerto de las Señales y el Puerto de la Colladona. Tengo siempre buenos recuerdos de San Isidro.

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  2. recuerdo bien el día que fuisteis porque yo no pude ir....cuando me esteré de esa ruta vuestra me dio tantísima envidia....San Isidro es una gran subida, sin duda.

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