sábado, 21 de abril de 2012

Suban y abróchense el cinturón de seguridad.

¡Hola a todo el mundo!

Mucho podemos hablar del beneficio físico que conlleva la práctica del cicloturismo e incluso alguna vez he hablado acerca del valor mental que el mismo aporta. Sobre esto último quiere ahondar un poco más porque una pregunta asalta mi mente.

¿Cómo trasladar los beneficios mentales de la bicicleta a nuestro día a día?

Estoy seguro de que si esta entrada la lee alguien que yo me sé pensará "¡¡eso querría que me dijeras!!", así que voy a intentar buscar una respuesta.

"¿Buscar? ¿Acaso empiezas una entrada sin tener la respuesta?", pensaréis muchos. Pues la respuesta es que no tengo dicha respuesta, por lo que voy a divagar, así que subiros en este interesante viaje que hoy os propongo. Yo soy el conductor del mismo y no conozco el camino, así que abrocharos hoy más que nunca, el cinturón de seguridad.

Todos tenemos claro que montar en nuestras bicicletas nos sume en un estado de paz y bienestar fuera de toda duda. Hasta ahí vamos bien. Pero claro, el problema surge cuando quieres trasladar ese estado de paz y bienestar a tu día a día. No podemos estar andando en bici todo el rato, así que hemos de encontrar algún mecanismo.

En esas me encuentro yo. Intentando hallar este nexo de unión. Se me ocurre que un buen método podría ser cerrar los ojos en determinados momentos del día e imaginar que vas por ahí rodando libre, en paz. Pero esto daría que pensar a la gente. "¿Qué te pasa Dani? ¿Estás flipando otra vez?" Creo que salvo que nos guste ser tratados de chiflados, este no es un buen camino.

Estoy leyendo un libro que habla, entre otras muchas cosas, acerca de que volver a lo básico es un buen mecanismo para estar en paz con uno mismo. Hace no mucho terminé otro que abogaba por simplificar nuestras complicadas vidas (que en muchos casos nos complicamos de manera artificial). Así que para seguir abordando el tema, creo que voy a intentar simplificar. 

¿Qué hace que entremos en un estado zen sobre nuestras bicis? Supongo que cada uno tendrá su propia explicación, pero suele ser muy generalizada la opinión que alaba la sensación de libertad que nos genera la bicicleta. En mi caso, aparte de esta sensación, también influye el hecho de que mantengo vacía la mente de todo tipo de cosas.

(Creo que estoy encaminando el viaje)

Acabo de darme cuenta de algo gracias a otro libro que ha caído en mis manos (sigo lesionado y tengo más tiempo para leer). Este libro se desarrolla en 365, llamémosle píldoras espirituales, o bien escritas por el autor o bien son citas de personajes célebres que van desde Marilyn Monroe hasta Julio César. Y la que me viene a la cabeza es una del filósofo griego Plotino que, resumiendo bastante, dice: "Entra en ti mismo y mira. Haz como el creador de una estatua a la que debe conferir hermosura quitando de aquí y de allí, suavizando tal línea...y así hasta que haya surgido de su obra un bello rostro"

La conclusión que saco yo de esto es que al montar en bici o hacer deporte en general, lo que hago es vaciar mi mente de contenidos innecesarios. Sería lo que hace el escultor de un busto al ir puliendo un trozo de mármol.

Por tanto, la enseñanza que nos da la bicicleta para nuestro día a día es que para tener un estado de paz y bienestar continuado, debemos de vaciar nuestra mente de todo aquello que no nos haga falta y, por tanto, sea innecesario.

Como prueba fundamental de todo lo anterior, creo que si somos preguntados por la etapa más feliz de nuestra vida, la mayoría de nosotros escogeríamos la infancia. Y es que de niños no tenemos nada innecesario en la cabeza. Objetivos básicos y claros. Jugar, comer, hacer trastadas y dormir. Simple, sí, pero no nos hacía falta más. Después crecimos y nos empezamos a complicar con cosas innecesarias en su mayor parte, aunque analizar estos temas me llevaría mucho más y por hoy, creo que ha sido suficiente.

El viaje ha terminado. Pueden desabrocharse los cinturones de seguridad. Gracias por su tiempo.

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